Muerte de mi Madre
El 13 de mayo tuvo lugar el novenario; los rezos
los hizo el joven Luís Enrique Nadiel en compañía de Germana Ochoa, Margarita
de Pérez y Gardenia Venero. Cerca de la medianoche, mis sobrinos Iris del Pilar
y Daniel Herrera hicieron una exposición de fotografías de la familia con la
vieja recién partida. Después yo dirigí unas palabras a los asistentes,
refiriendo anécdotas relacionadas con nuestra convivencia en familia, que fui
acumulando a lo largo de toda una vida. Después le cedí el derecho de palabra a
mi hermano, el poeta Adhely, quien leyó un poema del poeta Argentino Leopoldo
Castilla, quien tuvo la dicha de conocer a mi madre preparando comida en casa
de mi hermana Moraima, acompañado, en esa ocasión del poeta barinés Leonardo
Ruiz Tirado. Hubo llantos, risas y aplausos en esa despedida final. El poema,
inspirado por doña Goya se titula:
En la
madrugada del 03 de mayo de 2013 (a las 2:57 am para ser exacto) el ser que me
trajo a este mundo, mi amada madre Gregoria Ramona Rivero abandonó este plano
terrenal para siempre jamás. La muerte acaeció en el Centro de Diagnóstico
Integral (CDI) de Arismendi, pero días antes, el sábado 28 de abril a eso de
las 7 de la noche, sufrió un accidente cerebro vascular de tipo hemorrágico
masivo, que la dejó en coma y del cual no volvió a despertar. Durante esa
primera noche la mantuvimos en casa con la esperanza que diera señales de vida
o recuperación, pero al ver que no mostraba mejoría decidimos llevarla en la
mañana al CDI. Una médica Cubana nos pidió como requisito para su ingreso una
Tomografía Axial Computarizada (TAC). Necesitaba saber qué tipo de enfermedad
presentaba. La llevamos a la clínica Madre María, en San Carlos, pero como en
esa ciudad no había tomógrafo, tuvimos que ir a Valencia, acompañados de
nuestro primo, el doctor Denni Rivero, quien nos visitó aquella tarde con su
familia. También tuvimos una consulta vía telefónica con el neurocirujano y
paisano doctor Manuel Rojas, quien nos sugirió que la ingresáramos en la
Clínica Metropolitana de Naguanagua. Pero allí no trabajaban con el seguro de
nuestra hermana Carmen Rivero, por lo que continuamos a la clínica La Viña
donde fue atendida diligentemente desde el momento de su entrada. Se le
practicó una tomografía y una Rx, además de realizarle aspiración de gleras en
el servicio de emergencias. Con la tomografía en mano un médico intensivista
nos explicó la crucial realidad. Las imágenes mostraban una hemorragia cerebral
masiva que no era operable. Ante tan cruda realidad, esa misma noche decidimos
regresar con nuestra madre a Arismendi, poniendo nuestra fe en la voluntad
Divina. Llegamos al pueblo en la mañana del 30 de marzo.
La atención que obtuvo mi madre en el CDI de Arismendi fue
excelente. El personal en su totalidad se mostró muy solidario y profesional. Y
fue tan buena la atención de los médicos Cubanos que nuestra fe y esperanzas de
una posible recuperación resultó algo tangible. A los profesionales Cubanos y
demás personal que allí laboran, nuestro sincero agradecimiento.
*
Gregoria Ramona Rivero Herrera, hija de Macario Rivero y
Juanita Herrera, nació en Guanare Viejo el 11 de mayo de 1932 (según el
prefecto del distrito Arismendi en esa época). Aclaro que en aquellos días
muchos niños del campo eran presentados cuando ya eran mayorcitos. Se estima
que mi madre nació el año de 1918 o quizás antes. Josefa Venero, quien nació en
1920 y murió el 19 de mayo de 2003 me confesó que mi madre era mayor que ella
cuando se conocieron en su juventud. La señora Cándida Yajure, nacida en 1930
me comentó que sus padres le habían dicho que cuando a ella la estaban
bautizando, en brazos de sus padrinos, mi mamá Goya estaba en el lugar y que
era una mujercita de unos catorce años aproximadamente.
La progenie de Gregoria Rivero estuvo conformada por Adela,
Reinaldo, Gregoria del Carmen, Rafael Adolfo, Adhely Ramón, Zordy Coromoto y
Moraima Josefina. Todos vivos excepto Adela. Con mi madre muere la última
descendiente directa de Juanita y Macario, una de las familias fundadoras de
Guanare Viejo a principios del siglo pasado.
LA CASA DE LOS RIVERO
Qué hacen
esa mujer con su
sombrilla
como una flor
desamparada bajo el solazo
y este hombre que
unta en las llamas
las hojas del cambur
de este lado del día
hacia una potencia
oscura
mientras el
resplandor
coagula
las vísceras que
cuelgan de unas ramas
el vacío
ensangrentado.
Todo parece y se
hunde
alrededor de esa
anciana pequeña
Doña Goya Rivero
que ordena los
latidos de ese mundo
mientras sus nietas
con los ojos
antiguos
dividen la muerte de
los animales.
En el patio
que paraliza el
tamarindo
quema el carabalí
la lumbre
polvorienta
de un instante
sagrado.
Fuera, a campo
abierto, un balido
lo abre en canal al
llano.
LEOPOLDO CASTILLA
Argentina
Arismendi, 16-06-2013
Zordy
Rivero,Cronista
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