domingo, 16 de junio de 2013

CRÓNICAS

Muerte de mi Madre

En la madrugada del 03 de mayo de 2013 (a las 2:57 am para ser exacto) el ser que me trajo a este mundo, mi amada madre Gregoria Ramona Rivero abandonó este plano terrenal para siempre jamás. La muerte acaeció en el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Arismendi, pero días antes, el sábado 28 de abril a eso de las 7 de la noche, sufrió un accidente cerebro vascular de tipo hemorrágico masivo, que la dejó en coma y del cual no volvió a despertar. Durante esa primera noche la mantuvimos en casa con la esperanza que diera señales de vida o recuperación, pero al ver que no mostraba mejoría decidimos llevarla en la mañana al CDI. Una médica Cubana nos pidió como requisito para su ingreso una Tomografía Axial Computarizada (TAC). Necesitaba saber qué tipo de enfermedad presentaba. La llevamos a la clínica Madre María, en San Carlos, pero como en esa ciudad no había tomógrafo, tuvimos que ir a Valencia, acompañados de nuestro primo, el doctor Denni Rivero, quien nos visitó aquella tarde con su familia. También tuvimos una consulta vía telefónica con el neurocirujano y paisano doctor Manuel Rojas, quien nos sugirió que la ingresáramos en la Clínica Metropolitana de Naguanagua. Pero allí no trabajaban con el seguro de nuestra hermana Carmen Rivero, por lo que continuamos a la clínica La Viña donde fue atendida diligentemente desde el momento de su entrada. Se le practicó una tomografía y una Rx, además de realizarle aspiración de gleras en el servicio de emergencias. Con la tomografía en mano un médico intensivista nos explicó la crucial realidad. Las imágenes mostraban una hemorragia cerebral masiva que no era operable. Ante tan cruda realidad, esa misma noche decidimos regresar con nuestra madre a Arismendi, poniendo nuestra fe en la voluntad Divina. Llegamos al pueblo en la mañana del 30 de marzo.

La atención que obtuvo mi madre en el CDI de Arismendi fue excelente. El personal en su totalidad se mostró muy solidario y profesional. Y fue tan buena la atención de los médicos Cubanos que nuestra fe y esperanzas de una posible recuperación resultó algo tangible. A los profesionales Cubanos y demás personal que allí laboran, nuestro sincero agradecimiento.

*
Gregoria Ramona Rivero Herrera, hija de Macario Rivero y Juanita Herrera, nació en Guanare Viejo el 11 de mayo de 1932 (según el prefecto del distrito Arismendi en esa época). Aclaro que en aquellos días muchos niños del campo eran presentados cuando ya eran mayorcitos. Se estima que mi madre nació el año de 1918 o quizás antes. Josefa Venero, quien nació en 1920 y murió el 19 de mayo de 2003 me confesó que mi madre era mayor que ella cuando se conocieron en su juventud. La señora Cándida Yajure, nacida en 1930 me comentó que sus padres le habían dicho que cuando a ella la estaban bautizando, en brazos de sus padrinos, mi mamá Goya estaba en el lugar y que era una mujercita de unos catorce años aproximadamente.

La progenie de Gregoria Rivero estuvo conformada por Adela, Reinaldo, Gregoria del Carmen, Rafael Adolfo, Adhely Ramón, Zordy Coromoto y Moraima Josefina. Todos vivos excepto Adela. Con mi madre muere la última descendiente directa de Juanita y Macario, una de las familias fundadoras de Guanare Viejo a principios del siglo pasado.

El 13 de mayo tuvo lugar el novenario; los rezos los hizo el joven Luís Enrique Nadiel en compañía de Germana Ochoa, Margarita de Pérez y Gardenia Venero. Cerca de la medianoche, mis sobrinos Iris del Pilar y Daniel Herrera hicieron una exposición de fotografías de la familia con la vieja recién partida. Después yo dirigí unas palabras a los asistentes, refiriendo anécdotas relacionadas con nuestra convivencia en familia, que fui acumulando a lo largo de toda una vida. Después le cedí el derecho de palabra a mi hermano, el poeta Adhely, quien leyó un poema del poeta Argentino Leopoldo Castilla, quien tuvo la dicha de conocer a mi madre preparando comida en casa de mi hermana Moraima, acompañado, en esa ocasión del poeta barinés Leonardo Ruiz Tirado. Hubo llantos, risas y aplausos en esa despedida final. El poema, inspirado por doña Goya se titula: 


LA CASA DE LOS RIVERO

Qué hacen
esa mujer con su sombrilla
como una flor desamparada bajo el solazo
y este hombre que unta en las llamas
las hojas del cambur
de este lado del día
hacia una potencia oscura
mientras el resplandor
coagula
las vísceras que cuelgan de unas ramas
el vacío ensangrentado.
Todo parece y se hunde
alrededor de esa anciana pequeña
Doña Goya Rivero
que ordena los latidos de ese mundo
mientras sus nietas
con los ojos antiguos
dividen la muerte de los animales.
En el patio
que paraliza el tamarindo
quema el carabalí
la lumbre polvorienta
de un instante sagrado.
Fuera, a campo abierto, un balido
lo abre en canal al llano.

LEOPOLDO CASTILLA
Argentina

Arismendi, 16-06-2013
Zordy Rivero,Cronista 

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