En Estados Unidos se calcula que existen unos
ochocientos canales de televisión, o quizás más, lanzando a su teleaudiencia
odio, rencor, mentira, violencia, engaño, pornografía, chismes, etc. Se cree
que solamente unos veinte de estos canales valen la pena ser vistos ¡Que
desperdicio! Surge la pregunta, ¿Por qué la gente es tan adicta a esta basura innecesaria?
Porque desde pequeño se nos ha vendido esa mercancía como una gran cosa, y
mientras siga habiendo gente que le guste lo malo, lo malo seguirá imperando.
Dentro de los canales que se pueden ver están los relacionados con la vida
animal y la Naturaleza; los de música clásica, infantiles, series de aventuras
y de héroes legendarios.
*
Siendo como soy, un servidor social, al
levantarme le doy gracias a mi Dios por regalarme un nuevo día. Después hago
como aquel anciano que preguntaba: “¡Mi Dios, ya estoy listo para servirte! ¿a quién
tengo que ayudar hoy?, usted dirá”. Y se lanzaba a la calle a prestar un
servicio desinteresado. En la sociedad es ya conocido los muchos casos de
personas que vienen haciendo una hermosa labor, motivo suficiente para que Dios
los proteja de manera especial con una gran cantidad de ángeles, que excede a
la norma, para que ese servicio sea más efectivo y generen un cambio social
favorable, y ¡ay! de quien intente interrumpir o sabotear esa labor en
beneficio de los necesitados, que bastante hay en el planeta. De modo que no
estamos solos, y ya se está instaurando en la Tierra un Orden Divino que
acabará con tanta desarmonía e injusticia humana. Sólo se necesitan almas
caritativas y compasivas que estén dispuestas a hacer un cambio de valores en
la sociedad que les ha tocado vivir. Yo los insto a que empiecen aplicando los
principios de La Brújula Moral para un Viaje de la Vida, y se asombrarán de los
resultados favorables que obtendrán con su aplicación.
*
Hace poco, en vísperas de Semana Santa abordé
una buseta para ir a mi casa. Iba repleta de personas de todas las edades, de
modo que tuve que ir parado recibiendo empujones, tratando de conservar el
equilibrio. En uno de esos movimientos bruscos causados por un frenazo, pisé a
una señora de unos treinta cinco años de edad. De inmediato le pedí disculpa,
no obstante, me dijo que tuviera más cuidado, pues ella cuando salía, trataba,
en lo posible, de no molestar a nadie.
Señora —dije—, creo que está siendo injusta
conmigo. Es fácil juzgar a otro desde una posición cómoda, como en la que usted
se encuentra, sentadita en una cómoda butaca.
—Usted trate de no molestar a los otros y todo
estará bien —replicó.
—¿Sabe lo que yo hago cuando veo a una
persona recogiendo comida de un pipote de basura? Para mí sería muy fácil
criticarlo desde mi posición cómoda, ventajosa —de que yo como tres veces al
día, pero no lo hago. La observo y le envío a su corazón una bendición,
pidiéndole a Dios que lo saque de esa degradante situación. ¿Y sabe por qué
trato de no juzgarlo?; porque esa persona en desventaja es mi hermano sufrido y
a mí no me gustaría verme en ese espejo… por eso trato de no retar a Dios juzgando
a los demás, diciendo: a mí no me pasa eso. La señora no volvió a hablar más
durante todo el trayecto, y cuando se bajó le regalé una bendición en silencio,
desde mi corazón.
Val, 20-05-2017
Zordy Rivero