Enfermos del
Corazón
A mediado de los
años 80 conocí en el hospital Carabobo de Valencia un paciente que había
sufrido tres infartos en un lapso de unos cinco años. Se encontraba
hospitalizado en el área de medicina Interna. Yo era un pasante de medicina y
nos conocimos en una oportunidad que tuve que hacerle un interrogatorio de
rutina. Comprobé que aquel hombre era una enciclopedia ambulante en cuanto a
conocimientos referentes a la patología cardíaca. Sabía tanto de su enfermedad
que podía leer un electrocardiograma como si del abecedario se tratara.
En esa época yo
había leído mucho de psicología, y en mi arrogancia juvenil me creía con el
derecho de decirle a la gente lo que estaba bien y lo que estaba mal. Recuerdo
que le dije algo así: Las enfermedades no son reales. Nosotros somos sus
creadores y por lo tanto cuando queramos las podemos despachar. No se aferre a
su enfermedad ni a su vida, ni vea a la muerte como una enemiga. Acepte lo que
venga como decisión de una voluntad superior. Hágase el tratamiento indicado
por el médico y agradézcale a Dios por el tiempo que le ha permitido vivir en
esta amada Tierra.
El hombre me dijo que lo que le había dicho tenía cierta lógica. Que lo iba a pensar.
El lunes siguiente no lo encontré en su habitación. Pregunté pero nadie me dio razón; busqué en otras salas y por último me aventuré hasta la morgue. Al final averigüe que el paciente había mejorado asombrosamente, y había sido dado de alta.
El hombre me dijo que lo que le había dicho tenía cierta lógica. Que lo iba a pensar.
El lunes siguiente no lo encontré en su habitación. Pregunté pero nadie me dio razón; busqué en otras salas y por último me aventuré hasta la morgue. Al final averigüe que el paciente había mejorado asombrosamente, y había sido dado de alta.
Nunca más volví
a saber de él. Durante el resto de la carrera mi materia predilecta fue la
cardiología. Ahora, en el presente mis conocimientos médicos de han reafirmado
y he llegado a saber que las personas que padecen del corazón es porque están
vacíos de amor en su corazón; y al contrario, muchas están llenas de odio,
miedo, rencor y pesadumbre. Cuando estos enfermos empiezan a prestar un
servicio desinteresado al prójimo sus dolencias cardíacas se apartan de sus
vidas, si ya no es demasiado tarde. En conclusión: todo enfermo del corazón ama
poco, sea a su familia, amigos, animales, a la naturaleza o a la vida en
general.
*
Nota Publicitaria: Les dejo a mis
preciados lectores una página Web perteneciente a “La Fundación Mundial Para
las Ciencias Naturales”, a la cual pertenezco. En ella encontrarán información
científica de la más alta calidad, referente a temas que tienen que ver con
salud en general y el buen vivir: www.naturalscience.org
También mi
segundo blog: saberllanero.blogspot.com
Val, 27-08-2016
Zordy Rivero