miércoles, 18 de septiembre de 2019

CHICHO NIEVEZ, UN EMPRENDEDOR DEL CAMPO

Chicho Nieves, segundo hijo de Eduardo Enrique Nieves y Petra Ramona Bernal, nace en la parroquia Guadarrama (localidad “La Campesina”) del municipio Arismendi del Estado Barinas el 21 de abril de 1955. Sus hermanos: Migdalia, la mayor; Enrique, La Negra y Marisol. La familia se residenció en Arismendi cuando él tenía 4 años de edad. Hizo sus primeros estudios en la escuela de doña Ofelia de Román y luego ingresó a la escuela Básica “Unión” donde culminó la primaria. Recuerda de manera especial los maestros José Antonio Pérez, Conchita de Escalona, Dilia Ochoa y al director Francisco Montoya.

 Concluido el sexto grado (12 años) viaja a Calabozo donde ingresa en la Escuela Técnica Agropecuaria “Ricardo Montilla”, internado ubicado en la vía de “Corozo Pando”. De allí sale con el título de Perito Agro-Técnico; compartió estudios con “Catire Lucas”, Pepe Morenos y Daniel Navas. Regresa a Arismendi y se interna en el Fundo “Mata de Candela” atendido por su padre. Chicho trata de poner en práctica ese bagaje de conocimientos recién adquieridos, aunque admite que no pudo hacer muchos cambios debido a las dificultades que presentaba el terreno. No obstante incursiona en el mundo de la compra y venta de ganado, que era uno de los pilares que sustentaba el Fundo, aunque admite que siempre estuvo bajo la tutela del padre.

 A la edad de veinte años contrae nupcias con Sora; los casa el prefecto de Arismendi, ciudadano Juan Zorro; conciben tres hijos: William, Oswaldo y Sorelis Nieves: Cuando los hijos estaban para entrar a la escuela se radica en la zona sureste del pueblo, “Fundo don Eduardo”,  a una orilla del Guanare, donde ya ha cumplido cuarenta años de permanencia. En los primeros años iba y venía de la finca al pueblo, hasta que decide establecerse definitivamente en el pueblo.

 Refiere Chicho que, aun cuando el padre no era una persona estudiada, tenía la virtud de la curiosidad, que lo capacitaba para recibir asesoría de veterinarios, peritos y otras personas versadas con la ganadería. Mantenía buenas relaciones con otros productores exitosos: Los Veneros, Domínguez y Navarros. La ganadería de Eduardo nunca llegó a sobrepasar las quinientas reses y eso contribuyó a que lograra controlar y mantenerla estable y próspera, sin asumir muchos riesgos. Y refiere Chicho que su experiencia con el manejo de rebaños, las construcciones de cercas, corrales, pastizales los aprendió del padre. Su papá construyó  encima del fogón una troja donde guardaban maíz, hojas de maíz para las hallaquitas, topochos, latas de chicharrón para que se conservaran en buen estado y papelón. En una ocasión llegaron de visita unos llaneros a “Mata de Candela” y le pidieron al viejo que les vendiera una panela; mi papá les dijo que no estaba a la venta y que sólo era para el consumo de la casa; entonces el vacunador Juan Clemente Ramírez, de Guadarrama, le pidió a Eduardo que se las vendiera, para que se la llevaran de bastimento por el camino. “Está bien, dijo Eduardo, les cuesta dos bolívares”. “Bueno, don Eduardo, la próxima vez que pasemos por aquí le traemos la plata”. Tiempo después Juan Clemente le preguntó a Eduardo si las gentes le habían pagado la panela, y Eduardo respondió: “No me la pagaron pero se las vendí bien cara”. Otras  anécdotas relacionadas con el viejo: Una vez el camión se quedó accidentado cerca de Calabozo; Eduardo envió un telegrama a Guadarrama informando a su familia de la situación.  David Maluenga, (un intelectual y sabio del pueblo) le llevó a Juana Ruiz, su primera mujer la encomienda. Decía “Llegando a Corozo Pando reviértaseme tripa”. La señora se alarmó: “Ay Dios mío y cómo ocurriría eso”, llevándose las manos a la cabeza. “A él no le pasó nada, dijo David. La tripa que se reventó fue la del caucho del camión”. Con esa explicación volvía la calma al hogar. A los pocos días llegó otro telegrama: “Manda dinamo, dinamo no manda”. “Qué significará eso David, dijo Juana”. “Bueno, que si tienen un dinamo viejo que se lo mande, que el que carga el camión dejó de funcionar”.

 Después de veinte años Chicho y Sora se divorcian; luego se casa con Katiuska Saverí con quien se mantiene actualmente en unión de tres hijos. 


Arismendi, 18-09-2019
Zordy Rivero, Cronista

jueves, 12 de septiembre de 2019

HIJOS ADOPTIVOS DE ARISMENDI

Erasmo Galantón

Luís Erasmo Galantón nació en Valle de La Pascua estado Guárico el 30 de setiembre de 1952; hijo de Andrea de Jesús Cedeño y Juan de la Cruz Galantón, con quienes vivió hasta la edad de 11 años, cuando se vino con Susana de Moreno para Arismendi. De allí continuó su camino hacia la finca “Uberaliito” atendida por Manuel Castillo y Susana, quienes finalmente terminarían de criarlo.

Cuenta Galantón que desde sus primeros años de vida sintió un atractivo muy poderoso hacia los animales del campo, y fue entonces cuando se encontró con Susana de Moreno en Calabozo, quien le dijo que ella poseía una finca donde criaba ganado vacuno, caballos, cochinos y aves de corral. Esto lo entusiasmó tanto que lo llevó a dar ese paso importante hacia el llano barinés.  

Entrado en los doce años acaece la muerte de su padre en Calabozo. Desde ese momento Galantón estuvo pendiente de la madre viuda. La comunicación era a través del telégrafo, (único medio de comunicación rápido que existía en el pueblo). Si presentaba una enfermedad u otra dolencia él iba al encuentro de la madre para ayudarla en lo necesario.

A los 18 años hizo pareja con Felipa González quien tenía ya cuatro hijos de un matrimonio anterior. Galantón tuvo con ella una hija única: Gregoria Teresa González Galantón, directora actual de la Escuela “María Torrealba de Ochoa”.
De manera que por crianza puede decirse que nuestro entrevistado tiene cinco hijos, y que ellos a la vez lo reconocen como un padre.

En la década de los 60 —cuando llega al pueblo—, Arismendi era muy nombrado en los estados Llaneros; pero sobre todo muy conocido por sus ‘fiestas patronales’ y ‘toros coleados’. La manga de coleo se construía de manera improvisada y temporal en la calle “Banco Alto”, y ya en plena festividad, y poco antes de soltar un toro un conjunto de música (venido de san Fernando de Apure) tocaba un pasodoble con una maestría tan extraordinaria que hacia estremecer a los presentes. Luego venían las fiestas aguinalderas. Los músicos salían a las cuatro de la madrugada a recorrer las calles y despertar al pueblo para que acudiera a las misas, interpretando canciones hermosas que hacían levantar a los habitantes y seguirlos hasta una ruta final que terminaba en la iglesia parroquial. También fueron muy conocidas las “Fiestas de Gala”, donde acudían los señores más encopetados de aquella sociedad: ganaderos, comerciantes y bachilleres.

Los inolvidables bailes en casas de Trina de Vidal, Elauteria y Ramón Abreu, que duraban hasta tres y cuatro días marcaron su impronta en aquella sociedad rural.

En “Uberalito” Galantón se levantaba de madrugada a ordeñar las vacas y luego llevaba todas las mañanas al pueblo entre 80 y 100 botellas de leche. Casi siempre iba acompañado de Víctor Zapata y sus hermanas que estudiaban en la escuela.

Trabajó como llanero de a caballo en varios hatos: “Campo Alegre”, “Santa María”, “La Trinidad”, “Flor Amarillo”, “Palo Quemao”, fue compañero de faenas de Abelardo Villegas y Víctor Zapata.

Recuerda con mucho cariño a Flor Araujo y Juan Montoya que fueron como unos padres, y además sus vecinos.
Viajó mucho en el arreo de ganados hasta El Baúl, donde los camiones recibían y cargaban hasta mil toros rumbo a “La Romana” de Valencia. En el gobierno de Luis Herrera fue contratado como vacunador y en el hato “Campo Alegre” logró vacunar 12.000 reses, y en 32 días de trabajo sacrificaron para la carne de la peonada 16 terneras.

Sus estudios escolares fueron pocos, pero la escuela de la vida le enseñó lo necesario para llegar a una vida digna y noble.

Jueves, 12-09-2019
Zordy Rivero, Cronista