miércoles, 27 de noviembre de 2019

CRÓNICAS URBANAS


El viernes 22 de noviembre de 2019 viajé desde Valencia hacia Caracas en compañía de mis amigos Víctor Montemayor y César Ríos. Por la tarde nos encontramos en la estación del Teleférico con nuestros amigos de la capital: Mireya Peña, Orietta Palenzuela, Juan Dueñas; y de Alemania: Paul Probst, Vera María y Franz Ulrich.
Mireya, Víctor, Orietta, Juan, César, Vera, Paul y Franz

Mientras hacíamos la cola para comprar los tikets me encontré una bala oxidada, la tomé en mi mano y luego se la obsequié a Juan Dueñas, decidiendo en ese instante escribir una fábula, y que ahora comparto con mis lectores.


EL SABIO Y SU COMPAÑERO DE VIAJE
                                      A Vera María

Un viejo sabio encontró en el camino un aro muy hermoso cubierto de óxido; lo tomó en su mano y decidió regalárselo a su compañero de viaje. Al obsequiárselo le dijo:
“Si todos los días envuelves este aro con la llama rosada de tu corazón, antes de terminar el año, él habrá perdido la mugre que lo cubre, renaciendo con un brillo rosado que lo hará inigualable”.
El hombre tomó el regalo del sabio y ese mismo día emprendió el trabajo de sacarle brillo con la de luz de su corazón.
Después de un año los amigos se volvieron a encontrar. Se abrazaron llenos de alegría y entusiasmo.
—No he podido sacarle todavía luz ni brillo al aro; creo que es una tarea muy difícil.
—Sí, es difícil sacarle brillo a un anillo tan herrumbroso, pues, parece que esa cualidad ya forma parte de él. Aunque he notado algo extraordinario en ti, y es que te ves desbordante de entusiasmo.
—Bueno, eso es lo que me dice la gente: que brillo… como una luciérnaga.
—El aro no aceptó el amor que a través de tu irradiación le regalaste, de modo que te la devolvió, haciendo, a su vez, que te volvieras más amable y cariñoso.
—¡Ahora entiendo!
—Así es. Todo lo que sale de nosotros vuelve a su propio creador… nosotros mismos. Cada vez que tratamos de cambiar a alguien con nuestro amor, el primer cambio empieza con nosotros.                                                                                                                        

*
Ya en la cima de la montaña pudimos contemplar el paisaje reverdecido, las nubes paseándose por los caminos llenos de transeúntes, el hotel Humboldt y algunas aves coloreando el ambiente con sus cantos esporádicos. Nos tomamos fotografías, comimos y compartimos, y ya, a la caída de la tarde bajamos a la gran ciudad que nos esperaba con sus ruidos y ajetreos rutinarios. Finalmente puedo decir que fue un encuentro inolvidable. 
Miércoles, 27-11-2019
Zordy Rivero, Cronista

lunes, 18 de noviembre de 2019

HIJOS ILUSTRES DE ARISMENDI IX

Adhely Ramón Rivero nació en el caserío Gavilán —ahora conocido como Gavilán Viejo— el 04 de junio de 1954, jurisdicción de la parroquia Guadarrama (donde fue presentado y bautizado), perteneciente al municipio Arismendi del estado Barinas. Estudió en el Grupo Escolar “Unión” de Arismendi hasta el cuarto grado; perduran en su memoria el recuerdo de la maestra Adela Duarte quien después partiría hacia San Fernando de Apure; los maestros Pedro y Conchita de Escalona perduran en su memoria desde los lejanos días de la infancia, destacando que eran seres muy especiales dentro del conglomerado educacional Arismendeño. Recuerda a Francisco Montoya por su severidad extrema en los castigos a los alumnos indisciplinados.

Después concluye la primaria en la escuela “Marcelo Ramírez” de Guadarrama. Sus recuerdos se inclinan hacia el director del plantel: Guzmán, quien siempre lo esperaba los lunes a la hora de la entrada, armado de una cámara, para tomarle fotografías mientras el joven estudiante llegaba en su burro o caballo, en pelo, que lo llevaba desde la casa del padre, cerca de la escuela.

Viaja a Valencia e ingresa en el liceo “Pedro Gual”. Sorprendido por lo inmenso de la estructura física y la cantidad ilimitada de estudiantes, sólo se le ocurre preguntar por la biblioteca, y hacia allí dirige sus pasos, cada día y cada año, compartida con el aula de clases, hasta que le fue concedido el título de bachiller.

Empieza a estudiar Lengua y Literatura en la universidad de Carabobo. Pero a la vez incursiona en la escuela de Derecho, donde previamente había participado y ganado el Concurso de poesía “Miguel José Sanz”. No obstante deja inconclusa ésta carrera tras haber cursado tres años. También ganó premios de Poesía en el Concurso auspiciado por la escuela de Educación, donde finalmente obtiene el título de profesor en Lengua y Literatura.

Siendo estudiante, ocupó la Coordinación de Cultura de la Facultad de Derecho durante dos años y medio; posteriormente se incorporó al departamento de Literatura de la universidad de Carabobo, como asistente del poeta Reinaldo Pérez So —en la dirección de Cultura—, donde trabajó durante muchos años como redactor de la revista “Poesía”, impartiendo Talleres de poesía, editando libros y asesorando estudiantes. Tras la jubilación del poeta Pérez So, Adhely se encarga del departamento de Literatura, haciéndose cargo de la dirección de la revista “Poesía”, una de las revistas más importantes de Latinoamérica, especializada en poesía y teoría poética. También empieza a coordinar el encuentro Internacional de Poesía —durante doce años— que patrocinaba la universidad de Carabobo.

Lunes, 18-11-2019
Zordy Rivero, Cronista