Existe una vieja
leyenda sobre una pandemia ocurrida en la Edad Media, sólo que en aquella época
la llamaban peste. Hubo tantas muertes en una de las tantas ciudades europeas,
que los vivos no se daban abasto para enterrar a los muertos, por lo que el
Alcalde se presentó en la cárcel para proponerle a los presidiarios que si
ayudaban en la labor de entierro, al final de la peste, saldrían libres.
Los presos escucharon
en silencio la tentadora propuesta. Comprendían que mientras estuvieran
encerrados, su salud y sus vidas estarían resguardadas, pues la enfermedad no
había invadido el recinto carcelario. Extraña e inexplicablemente dos hombres
dieron varios pasos hacia adelante hasta quedar frente a Alcalde, ofreciéndose
para la labor solicitada. Sin pedir explicaciones, el hombre de gobierno se los
llevó para ubicarlos en un lugar seguro. Durante meses aquellos dos hombres
cumplieron la pesada y penosa labor de enterrar muertos, sin tregua ni
descanso, hasta que la peste desapareció. Sí, un día ya no hubo más muertos ni
más entierros, o al menos no con la magnitud con que venían ocurriendo.
Esperanzados se
dirigieron a la oficina del Alcalde para obtener su credencial de liberación.
Pero antes de estampar la firma y sello, el hombre de gobierno les preguntó que
cúal era el secreto —si lo había— que los hizo inmunes a la peste.
—Hace años —dijo el
más viejo— estuvimos trabajando en una ciudad de Arabia, y allí un yerbatero
del lugar nos regaló una formula prodigiosa que, por sus propiedades, nos
apartaría de las enfermedades y dolencias. La misma consistía en echarle una
cabeza de ajo machacada a un litro de vino, dejarlo macerar, y luego tomar una
copita cada mañana, diariamente; y es lo que hemos estado haciendo desde que se
presentó la peste.
—Pueden irse. Son
libres —dijo el Alcalde entregándoles un pergamino a cada uno—. Si yo hubiese
tenido esa fórmula a mano, quizás hoy todavía conservara mi familia… pero nunca
es tarde.
Se ha dicho en
reiteradas ocasiones que toda la medicina curativa se encuentra en la
naturaleza, y es cierto, sólo que el conocimiento de parte de la población
sigue siendo muy menguado, y lo seguirá siendo hasta tanto no nos avoquemos a
aprender esa sabiduría ancestral, que vive y espera en la Naturaleza, y que se
perdió por descuido y comodidad de muchos.
*
Casi a finales del
año 2020 el presidente de la República, Nicolás Maduro, presentó a los venezolanos
(en cadena de radio y televisión) un remedio elaborado con plantas medicinales
—que según él— era capaz de curar el Covid-19. Lo llamó Carvativir o “las gotas
milagrosas”, y cuyo ingrediente principal es el Tomillo.
Cito el libro de
Adolfo Pérez Agustí: Las 200 Plantas
Medicinales más Eficaces:
“TOMILLO:
Composición: Linalol,
terpineol, timol, geraniol, carvacrol, flavonoides y ácidos fenólicos.
Usos Medicinales:
Es el mejor
antibiótico natural disponible. Es estimulante, balsámico y carminativo. Eficaz
en infecciones de vías respiratorias, especialmente amigdalitis, enfisema,
bronquitis y tos irritativa. Insuficiencia biliar, digestiones lentas, gases
intestinales, parásitos y falta de apetito. Estimulante nervioso y cerebral,
cansancio. Externamente para curar infecciones de piel, vaginitis, estomatitis
y contra la caída del cabello.
Otros Usos:
Es el antibiótico de
elección en la homeopatía, reforzando incluso el sistema inmunitario e
impidiendo las recidivas.
Toxicidad:
No tiene toxicidad”.
El otro componente es
el Orégano, de cuyas múltiples
propiedades medicinales se destacan: buen expectorante, aconsejado en los
catarros crónicos de bronquios y en el asma. Es un excelente tónico.
Como se podrá
observar, estas potentísimas plantas reúnen todas las propiedades de un remedio
excelente, y quien tenga la facilidad de usarlo se librará de muchas enferemdades
que afectan a la población mundial, especialmente del COVID 19.
Cuando hacemos un
poco de historia, en especial la relacionada con la historia de la medicina,
nos damos cuenta que llegar a una edad avanzada, en aquella época primigenia,
era un privilegio casi reservado para los que poseian conocimientos de plantas
medicinales, o los que podían pagar dicho conocimiento. Era un saber casi
exclusivo de unos pocos hombres sabios o chamanes, como se les llamaba y
conocía entonces. Siempre en las comunidades hubo un sabio o experto en
medicina herbaria, que garantizaba la salud y bienestar de la población. Hacia
allá tendrermos que volver, al conocimiento de la medicina de nuestros
ancestros y su utilización para el bien común.
El hecho de que el
presidente de la República haya hablado de la Medicina Natural, ha contribuido
a que muchas personas empiecen a investigar y estudiar sobre la materia que
estamos tratando, y debemos destacar que esta sabiduría no es privilegio de
unos pocos, sino de todo el que esté dispuesto a aprenderla —hasta poseerla—,
más en momentos de necesidad, como son los actuales.
La mejor Medicina es
la Preventiva y eso significa ir a la raíz del problema. Desde el comienzo de
los tiempos hemos convividos con los virus, bacterias y demás microorganismos
que pueblan el Planeta Tierra, pero en el caso específico del virus del
COVID-19, fue el hombre quien causó su mutación genética —haciéndolo agresivo—
a través de la radiación electromagnética del G-5, última tecnología
relacionada con la telefonía celular. No es raro que la enfermedad mortal haya
aparecido en la ciudad de Wuhan, donde ya se habían instalado 10 mil antenas de
las 130 mil en todo el país, y desde allí se propagó a Corea del Sur, Italia y
el mundo entero. Desde el inicio de la pandemia el virus ha seguido mutando, y
lo seguirá haciendo hasta tanto se desista de imponer esta tecnología
diabólica, que no sólo afecta a los virus, sino también las abejas, los
animales, el ser humano y todo lo que tenga vida, pues ya sabemos que la
primera causa del cáncer de mama está relacionado con la radiacion
electomagnética emanada de los telefonos celulares.
Nada es casual, y
cuando comencemos a tomar conciencia de que nuestra realidad la hemos creado
nosotros mismos, entonces empezaremos a cambiar esa realidad, que en los
momentos actuales se presenta tan cruda y despiadada. Nosotros nos la impusimos
y sólo nosotros podremos hacer que desaparezca.
Para los lectores que
deseen saber y entender más sobre esta realidad del COVID-19 y otros tópicos de
salud, los remito a la página Web de “La Fundación Mundial para las Ciencias
Naturales”: www.naturalscience.org
Arismendi, 18-02-2021
Zordy Rivero, Cronista