Lo ideal en este asunto del estrés no sería liberarse del mismo, sino mantenerse sin su poderosa influencia, o al menos en un mínimo nivel, evitando que controle nuestras vidas. Surge la pregunta ¿cómo hago para que el estrés no me invada o afecte en grado extremo mi vida? Respuesta: No agotemos el cuerpo. Me explico. A nosotros se nos da cada día 100% de energía para nuestras actividades rutinarias, no obstante, consumimos a nivel mental, es decir, a través de los pensamientos, hasta un 80% de esa energía de vida, por lo que el cuerpo físico queda casi, completamente extenuado, que se traduce por cansancio y agotamiento y propensión a las enfermedades. Pero ¿qué tipo de pensamientos nos agotan? Casi siempre los pensamientos de preocupaciones, quejas, chismes, condena, odio, miedo, y pare usted de contar. También los pensamientos de creatividad, prosperidad, trabajo, bienestar nos pueden agotar si no los ponemos en reposo o les damos un descanso. Pongamos el ejemplo de un creador, llámese escritor, programador o empresario, que vive inmerso en su proyecto sin darle descanso al cuerpo, hasta que éste se agota y enferma. Hasta aquí hemos destacado el gasto o desgaste del cuerpo por pensamientos que vienen y se van, sean constructivos o destructivos. ¡El reposo es necesario!
De manera que cuando estemos enfrascado
en este tipo de pensamientos vacíos o productivos, hagamos algo para apartarnos
de ellos, como podría ser, escuchar música clásica, dormir, meditar, realizar una
práctica recreativa, ver una buena película, o sencillamente mantenernos en
silencio, sin ninguna resistencia a esos pensamientos que siempre están
acudiendo —en su mayoría— sin ser invitados.
También tenemos a las personas que son
unos eternos trabajadores, incansables hasta el agotamiento. Al final debilitan
el cuerpo por un exceso de trabajo, que es similar al agotamiento generado por
mantener un pensamiento constante. El equilibrio es necesario.
Todas estas conductas fallidas, al
final, se mantienen en la creencia de que si ellos no hacen el trabajo —sea
éste mental o físico—, el mundo se paralizaría, pero no es así, y esa es la
gran verdad. Somos necesarios, pero no indispensables. No olvidemos que una
persona vacía de sus energías está en el camino de fabricar su propia
enfermedad, que puede ser de gravedad, si no escuchamos al cuerpo, que en su
momento nos está gritando a través de los síntomas: ¡dame un reposo, dame un
reposo, dame un reposo, por favor!
Martes, 10-03-2020
Zordy Rivero, Cronista