La tarde del 27 de noviembre de 2013 hice acto de
presencia en la Escuela “Básica Unión” de Arismendi, con motivo del aniversario
número 70 de su fundación. Está ubicada en la calle 8 de diciembre y es una
Escuela emblemática del municipio capital. Fue un homenaje muy emotivo, pues
allí se dieron cita maestros y trabajadores de esa institución, jubilados
algunos y otros activos. Me acompañaron en la mesa de invitados el profesor Alí
Yajure, Geno Yajure y Eliezer Liscano, y el recuerdo de los primeros docentes que
laboraron en aquella lejana época estuvo en el ambiente, como una presencia
cercana y tangible.
Con el título de CRONICA: UN PUEBLO Y SU GENTE, apareció en el año de 1993 un
artículo en el primer número de El
Arismendeño, de nuestro colaborador
de Valencia don Julián Laya B., el cual reproduciré como un homenaje a tan
eminente personaje de la historia de nuestro pueblo, de una fructífera y
apasionada vida de poeta y coplero. Notarán que la escritura es muy sencilla,
como si Julián le contara a un interlocutor que tuviera al frente sus
remembranzas y vivencias, que fueron únicas en la historia de un país que a duras penas salía del feudalismo y del
atraso.
“Abarcar con un solo plumazo en una crónica
periodística el acontecer histórico de un pueblo, es imposible. Necesariamente
habrá que separar dos épocas distintas diametralmente opuestas: una que corresponde
a la Venezuela de ayer, extorsionada bajo la cruel y sombría dictadura del
Sátrapa de La Mulera, Juan Vicente Gómez, quien se entronizó en el poder por
veintisiete años consecutivos, y manejó el país a su caprichoso y antojo como
una hacienda de su pertenencia, olvidándose por completo de la provincia,
borrada del mapa, como si no fuera parte de la geografía venezolana.
La otra que comienza a raíz de la muerte del
dictador, con el gobierno del general Eleazar López Contreras, período en el
cual Venezuela recupera un nuevo perfil y clarifica su imagen.
Con esta observación razonada, trataremos de dar
luz verde a los recuerdos para referirnos a un pueblo sepultado en el olvido de
un rincón barinés; este pueblo separado de los estados centrales, sufrió con
estoicismo ejemplar los embates del despotismo, y esperó con resignación
franciscana la aurora de nuevos horizontes. Nos estamos refiriendo a un pueblo
noble, hospitalario, acogedor y fraternal: Arismendi, capital de un importante
distrito (municipio) del Estado Barinas, que lleva su mismo nombre, el cual se encuentra
ubicado en la margen izquierda del río Guanare.
Arismendi ha tenido en la distancia del tiempo
amaneceres y ocasos, en el sentido de abundancia y escasez. Fue próspero en una
época que no regresó jamás: la comercialización en la compra-venta de las
plumas de garzas que Francia pagó a precio de oro; y como en la región había numerosos dormitorios como hábitat de las garzas, el trabajo de
recolección de plumas era relativamente fácil, venciendo desde luego los
rigores del ambiente. Como ya hemos dicho, estando Arismendi a orillas del río
Guanare, arteria natural de libre navegación, permitía el enlace comercial con
los pueblos que tenían el privilegio de
tener la vía. El transporte consistía en bongos hechos de una sola pieza; eran
de madera seleccionada: jabillo, cedro amargo, caoba y samán. El comercio de
Guanarito vendía su abundante producción en Arismendi, y allí mismo compraba lo
necesario sin tener que bajar a San Fernando, plaza ésta que a su vez
intercambiaba su producción con Ciudad Bolívar.
Para las nuevas generaciones conviene que sepan
que para la época que narramos no existía una navegación motorizada, sólo
embarcaciones movidas por remos y palancas, actividades que desempeñó el hombre
de ayer con amor y sin protesta, pese a la recia tarea cotidiana bajo los rayos
de un sol inclemente y calcinante.
De las firmas comerciales del Arismendi de
entonces, cabe mencionar las que tenían mayor capacidad económica: Martí
& Avenante, Carmelo y Augusto Ribas, Cecilio Sosa & Co, Soto & Montenegro y Hermanos Laya, quienes
disponían de una numerosa flotilla de embarcaciones.
Nada es permanente. Los grandes imperios han
caído de su pedestal como un castillo de naipes. Arismendi no fue la excepción
y la terrible crisis de los años de 1930 al 35 oprimió tanto su economía, al
extremo de que el valor de una res adulta era de treinta o cuarenta
bolívares, un ciento de topochos, dos bolívares; una fanega de maíz (156 kgs.) 16
Bs, y pare de contar; las cosechas se perdían por dos factores: un obrero
ganaba dos bolívares diarios, pero tampoco había dinero para nada. A tal crisis
se agregó el flagelo de las enfermedades endémicas: tuberculosis, paludismo,
viruela y otras que diezmaron la población y enlutaron muchos hogares; sin
embargo, con todo lo adverso, Arismendi no claudicó con sus tradiciones. En lo
religioso siempre estuvo presente el culto de su Excelsa patrona, La Inmaculada
Concepción, y en lo folklórico cantos de aguinaldos por las calles amenizadas
con furruco, cuatro y maracas, cuyo promotor era Braulio Cuba; juegos de
gallos, carreras de cintas a caballos, y en fin, el deporte más entusiasta y
peligroso: los toros coleados en la calle “Banco Alto”. Para esa época no
existía manga de coleo, por lo cual había que arreglárselas bloqueando las
boca-calles con varas de bambú y palma.
No había la necesidad de alquilar los toros, pues los dueños los prestaban muy espontáneamente y toro que se
malograba, se le regalaba al pueblo. Hoy es distinto.
Muerto Gómez, asume el poder provisionalmente el
general Eleazar López Contreras por disposición del Consejo de Ministros y, más
tarde, a principios de año de 1936, es ratificado por el Congreso como
presidente Constitucional. Esta mención es necesaria para exponer que en este
período, Arismendi comienza a gozar de algunos beneficios que le habían sido
negados siempre, como población “cenicienta” del Estado Barinas. En 1937,
queda instalado el servicio telegráfico, siendo su primer operador Ramón
Naranjo y otros como Remigio Tortolero, Niger Pinto, Pablo Alayón y José L.
Gómez. En cuanto a la vía postal, mejoró relativamente porque Arismendi seguía
siendo un pueblo muy aislado. Sus administradores, en sus últimas décadas,
fueron: Petra de Torres, Josefina Menéndez, quien estuvo en el cargo desde 1942
hasta 1954 y Pedro Laya Oliveros, hasta su muerte.
LA
EDUCACION
En 1925, que recordemos, Arismendi contaba con
tres escuelas privadas: la de Doña Celsa, la de Carmen Aveledo y la de Manuel
Granadillo Padrón y, posteriormente, transcurrido un tiempo considerable,
funcionó la Escuela Estadal Nº 8, para niñas, y la Escuela Unitaria Nº 1.024,
que reabrió sus actividades el 26 de enero de 1943.
Para entonces ningún educador quería probar
suerte ofreciendo sus servicios en tan apartada región, sin embargo, un joven
maestro cargado de inquietudes y de sueños aceptó ir a Arismendi como educador.
Su nombre: Ramón Villegas Izquiel. El año de 1944 se fusionaron las Escuelas
Unitarias ya mencionadas bajos los auspicios de la que se llamó “ESCUELA
CONCENTRADA Nº 2” y Ramón Villegas fue su fundador. El 8 de septiembre de 1945,
la Escuela Concentrada tuvo tres maestros: Ramón Villegas, que daba 5º y
6º, Niger Pinto, 3ro. y 4to. grados y
Josefina de Villegas (esposa de Ramón), primero y segundo grados. Ramón
Villegas estuvo en la Dirección del Plantel hasta el año de 1947 y cabe
recordar una actividad muy valiosa: la creación de un periódico local, “CURARE”
que, aparte de divulgar el acontecer cotidiano de la población y de la cultura,
también tenía una parte humorística, muy
común del venezolano.
Otro director preocupado por la cultura fue
Samuel Eduardo Qüenza, quien editó un pequeño periódico con el nombre de
“ALGO”, de corta duración, por la
ausencia indefinida de su fundador.
El distrito Arismendi con sus respectivos
municipios (Parroquias): La Unión,
Guadarrama y San Antonio, fue y sigue siendo semillero fecundo de profesionales
universitarios que han dado al país una enorme cuota de progreso en todas las
ramas del saber humano y, sobre todo, porque cada profesional en su
especialidad ha honrado el gentilicio con el comportamiento que demandan las
buenas costumbres, conservando los principios de equidad y de justicia.
En esta crónica sólo abarcaremos el acontecer del
municipio capital Arismendi, y a continuación mencionaremos la nómina de
Directores y maestros que con mística supieron darse como apóstoles de la
educación regional. Ellos son:
DIRECTORES
Ramón Villegas
Izquiel –Fundador.
Rafael Eduardo
Rojas
Efraín
Contreras
Samuel Eduardo
Qüenza
Rafael Segundo
Suárez
Pedro Rafael Escalona, del 53 al 66, Director de
reconocidos méritos por su afán de hacer algo más benigno el camino de otros.
Francisco Montoya
Carlos Laya
Felipe Romero
María Torrealba de Ochoa, y
Alcides Villegas como Sub-Director.
Nómina de
Maestros
José
Calazán Díaz, Ramón Villegas, Rafael Eduardo Rojas, Josefina de Villegas,
Manuel Rojas Barco, Arnaldo Morales, Niger Pinto, Adelaida Pérez Bencomo,
Domingo Peña, Amanda Benitez de Contreras, Pedro R. Escalona, Manuel Tablante
Garrido, Rosa Carrizález, Concepción Cisneros de Escalona, Félix González,
Félix Moreno, Blas Morales, Josefina de Moreno, Margarita de Noguera, Isabel de
Venero, Adela de Duarte, Antonio Sequera, Lucila Romero, Coromoto Garrido,
Dilia Ochoa, Francisco Montoya, Antonio Dib, Ismenia de Gil, Alicia Gil,
Elpidia de Lozada, Ángela Montero, José Antonio Pérez, María Torrealba, Hilda
Venero, Irma de Figueroa, Carlos Cadenas, Margarita Cisneros, Carmen Blanco,
Idelcira Hurtado y Armida Hurtado.
Esta
nómina está comprendida hasta el año de 1966.
ALGUNOS PROFESIONALES UNIVERSITARIOS EGRESADOS DE
LA ESCUELA “UNION”:
Médicos:
Gil Laya, Roger Rojas Tarazona, William Amaya, Martín Serrano, Omar Bianco,
José Rafael Escalona M., Manuel Rojas B.,
Denni Rivero, Tibisay Vegas Camero, Zordy Rivero y Henry Venero.
Abogados:
Aldo Solano Rojas, Héctor Savery, Rafael Eduardo Rojas, Eufracio Reyes, Ángel
Rafael Morillo, Magally Cisneros D., Arminda Hurtado, Manuel Cruces Cisnero,
Julio Pedroza, Janio Sánchez, Gaudi Dominguez, Gloria Olavarrieta, Julio José
Lozada.
Ingenieros:
Nicolás Bianco H., Alida Escalona C., Gabriel Cisneros D., Vicente Escobar,
José Gabriel Hernández, Bacile José Valera, Danilo Laya, Edmundo Laya.
Licenciados:
Nicanor Ochoa, Eliezer Román A., Adhely Rivero, Migdalia Nieves, Fidias L.
Acosta, Nelson Garrido, Marina Bianco, Irma Venero, Amanda León Acosta, Genaro
Yajure hijo, Numa Pompilio Pinto, Miguel Ángel Valdez, Oscar David Yajure, Alí Yajure,
Sara Laya, Atilano Rojas C., Luis Rojas C., Pastora Cisneros.
Otros
Profesionales: Orlando Escalona C., Veterinario; Jesús Venero C.,
Veterinario; Napoleón Rojas C., Contador Público; Beatriz Bianco H., Lic. en
Química; Vestalia Herera, Lic. en Relaciones Industriales; Ángel Escalona, Lic.
en Relaciones Industriales; Poncio Figueredo, Lic. en Administración; Humberto
Bianco, Economista; Noris Escalona, Bioanalista, Jesús Venero C., Bioanalista;
Valdemar Soto, Narciso Pedroza, Manuel Peraza Rivero, Otilia Peraza Rivero,
Mayra Castillo, Rafael Sánchez, Enrique Nieves, William Yajure Moreno, María de
Jesús Linero, Miriam Pedroza.
EL
ARISMENDEÑO mantendrá vigente una crónica que reflejará en cada edición,
los hechos más resaltantes sobre la vida de Arismendi. En la que aquí
presentamos sólo abarca hasta el año de 1966. Mucho nos queda por informar en
nuestro periódico, pero la idea es empezar, y contamos con la
colaboración indispensable para sostener un órgano de comunicación social que
rescate del olvido a un pueblo que con entusiasmo ejemplar soportó el flagelo
de las dictaduras.
Queremos cerrar esta crónica al referirnos
nuevamente al deporte de mayor trascendencia de la región llanera, como son los
toros coleados, que han dado colorido al programa de “Las fiestas patronales”.
Julián Laya”.
Zordy Rivero, Cronista de Arismendi