martes, 4 de febrero de 2020

MIS EXPERIENCIAS EN LA MEDICINA XLIV

Durante mi ejercicio médico en zonas rurales adquirí mucha popularidad entre las familias campesinas por mis aciertos en el tratamiento de los niños. Aunque debo decir que mi conocimiento de las familias llaneras era bastante completo, dado que yo convivía con ellos en su mismo medio —me ayudó a conocer su idiosincrasia y las enfermedades más comunes.

Por ejemplo, siempre que me llegaba un pacientico anémico, desnutrido o con muy bajo peso para su edad, le indicaba un tratamiento de desparasitación durante tres o cinco días, que volvía a repetir dos semanas después, para terminar de eliminar las larvas recién eclosionadas. Cuando estos niños presentaban el cuadro antes mencionado era casi seguro que ya en el paciente existía una deficiencia de vitaminas y minerales; entonces venía la indicación de un polivitamínico que casi siempre obraba milagros, es decir, al concluir el primer mes el niño empezaba a acercarse al peso acorde con su edad.

De modo que este sistema nunca me falló, y aun en mi condición de jubilado lo sigo aplicando con resultados excelentes.

No obstante si el paciente no respondía satisfactoriamente a dicho tratamiento, investigaba otros elementos o posibles factores causante, fueran estos, excreción alterada de algún mineral o una deficiente absorción de nutrientes por el intestino.

También, cuando me lo permitía la confianza, podía incursionar en su ambiente y averiguar cómo era el comportamiento familiar, ya que un niño desmotivado o lleno de miedo por castigos físicos, termina por detener o enlentecer su propio crecimiento.

Finalmente instruía a los padres de la necesidad de darle al niño comidas balanceadas, y sobre todo, que incluyeran en la dieta proteínas animales y vegetales, al menos tres veces por semana; sin dejar de recordarles que el amor de la familia era un componente determinante y decisivo en la salud familiar.

Martes, 04-02-2020
Zordy Rivero, Cronista