Un paciente de unos 50 años de edad, de profesión
mecánico, empezó a padecer de un dolor del hombro izquierdo. Se le indicó
ampollas de complejo B que lo mejoraban parcialmente, pero que luego volvía a
surgir la molestia como de la nada. Así anduvo de médico en medico hasta llegar
a mano de los brujos y chamarreros. Después de dos meses se encontraba
desconsolado y sin muchas esperanzas de mejorar. Incluso, temía que algo más
grave se estuviera gestando en su organismo.
Cuando habló conmigo traté de alentarlo; con algunas
preguntas que le hice logré saber el origen de su problema. Hacía
aproximadamente dos meses había recibido accidentalmente un golpe moderado, en
el dedo pulgar izquierdo. El leve traumatismo había lesionado un nervio que
causó una irritación y dolor en el hombro izquierdo. Con la aplicación de una
dosis de Terapia Neural en el dedo y la aplicación de masajes suaves con
sábila, la recuperación fue asombrosa y rápida.
En la medicina se dan estos casos con mucha
frecuencia. Se conoce de pacientes que han perdido toda una fortuna tratando de
deshacerse de una patología que se encontraba solapada en el lugar lejano a la
afección. Ejemplo: Se presenta una amigdalitis aguda que no cede a ningún tipo
de tratamiento; hasta que el médico averigua que está relacionado con un uñero.
Trata el uñero y asunto arreglado. También se han dado casos de un dolor e
inflamación de una rodilla y después se averigua que estaba asociada a una
herida en el pie, que había padecido en la infancia, es decir, veinte años
atrás.
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Val, 23-06-16
Zordy Rivero