Cuando vivía en las serranías de Pedraza me
contaron de una familia numerosa que tenían una extensa plantación de café, y se
dio el caso que uno de sus miembros tuvo un encuentro infortunado con una
mapanare. Sabiendo que era imposible eliminarlas -pues ellas viven debajo de
las grandes piedras, donde se reproducen y multiplican-, optó la familia por
atraparlas, extraerles el veneno y aplicárselos en el brazo con una
jeringuilla, en pequeñas dosis, en intervalos de un mes. Esto creó inmunidad
contra el mortífero veneno.
Se conoce que el mejor antídoto contra el veneno
es ingerir la bilis de la culebra en su totalidad. Este hecho implica
sacrificarlas, lo cual no es recomendable ni apropiado, ya que al hacerlo toda la
población de reptiles conocerían al agresor humano, tomando venganza en cuanto
se les presente la oportunidad. También la Terapia Neural, aplicada en la zona
de la mordedura es efectiva; esta sustancia química (procaína o lidocaína),
destruye los enlaces moleculares de las proteínas del veneno, inutilizándolo.
Su efectividad es excelente si se aplica durante las primeras cuatro horas
posterior a la mordida.
Cuando tuve la ocasión de conocer a la familia y
me gané su confianza, les dije que hicieran un pacto de respeto mutuo con las
criaturas del bosque; de ese modo ellas reconocerían en ellos a sus amigos, y
en el momento de un encuentro cada uno seguiría su propio camino, respetando el
espacio del otro. “Lo haremos”, me dijeron. Entraron al bosque y hablaron a sus
habitantes, prometiendo que en lo sucesivo no volverían a matar a ninguna
culebra. En diez años han respetado el pacto y no ha vuelto a morir ninguna
persona o animal casero a causa de las culebras venenosas.
*
De mis observaciones realizadas en el Llano,
llegué a la conclusión de que los hormigueros
son de una utilidad extraordinaria en las casas y sus alrededores; también en
los cultivos. Sobre todo las hormigas
coloradas y las llamadas chucas -hormigas negras de aproximadamente un centímetros de largo-, que son muy agresivas y poseen en sus mandíbulas
un veneno que causa un dolor insoportable. Donde imperan estos especímenes no
es zona frecuentada por las culebras, pues las hormigas las perciben como una
potencial comida. A raíz de este descubrimiento,
me he dedicado a mantener en mi casa tres o cuatro hormigueros, con un cuidado
especial que las hace formar parte de mi familia Natural.
Arismendi, 16-09-2012
Zordy Rivero, Cronista