De Cómo me Volví Radical
Creo que eso, de volverse
uno radical tiene que ver con la edad: o muy joven o muy viejo. Ya cerca de mis
sesenta años tomo en consideración cosas que años atrás no tenían para mí mucha
importancia. Pondré algunos ejemplos: Cuando ando en la calle, ya sea de paseo
recreativo o en diligencia, no compro café a personas que a la vez vendan
cigarrillos. Le pregunto al vendedor, y después se lo hago saber: Preguntaba porque yo no compro nada a nadie
que venda cigarrillos. Si estoy de visita en una casa, o en una reunión comunitaria,
les digo a mis oyentes o interlocutores, que no le compren ningún tipo de
mercancía a los vendedores de cigarrillos. Cuando visito a mis amigos, o estoy
´prestando un servicio médico, les recuerdo una máxima de la vida: el chisme produce cáncer, y no es cuento.
También se los hago saber a los groseros o vulgares; a los que hablan
incansablemente y por lo general no dicen nada. Incluso, a las personas que
sólo viven para el dinero, ya que, a mi modo de ver, un ser que siempre fue una
máquina de hacer dinero, por lo común no deja de ser una persona que está
desperdiciando el tiempo, y la vida que Dios le regaló. Es cierto que existen
adinerados que son muy sabios, compasivos, caritativos y amorosos con sus
semejantes; pocos, pero sí los hay. A estos últimos los alientos a que sigan
por esa vía.
Los pesimistas son sumamente
contagiosos y dañinos. Ellos no entienden que lo que sale controla lo que
entra. Y si de ellos sale desaliento, descontento, pesadumbre, eso es lo que los
visitará y los enviará a lo más profundo de su alma: una vida triste, llena de
dificultades y problemas. Entendamos que estos problemas que estamos creando
con una actitud negativa se llama efluvia, que es como una bruma obscura y
pesada que sale de nosotros y envuelve a pueblos y ciudades. Esta efluvia entra
en la mayoría de los seres humanos, creando un estado de miseria y pobreza… pero
en abundancia.
¿Qué hacemos para eliminar
esta neblina pesada y paralizante? Se mejora invocando al Arcángel Zadquiel con
sus innumerables legiones de Ángeles, encargados de limpiar la mencionada
efluvia. Pero lo fundamental que debemos hacer es no crear nosotros mismos más
de esa suciedad con nuestra actitud recalcitrante y criticona.
Lo recomendable sería armonizar
con la gente, la naturaleza y todo lo que nos rodea. Si alguna situación no nos
gusta, entonces trabajemos con ella, pero imponiendo la armonía y el
equilibrio. Recordemos lo que San Francisco de Asís dijo: Lo mejor es el ejemplo. Seamos ese ejemplo viviente para los demás.
Pero la paz, armonía, amor y seguridad no se obtendrá viendo películas de
violencia, con alto contenido erótico, o telenovelas plagadas de chismes y
adulterio.
Las caminatas a campo
abierto son recomendables, los paseos por parques y arboledas nos muestran esa paz que muchos andamos buscando y que jamás vamos a
encontrar en una cervecería o lugar de juego. Aunque el secreto para llevar una
vida armoniosa y feliz es cumplir la ley básica de la vida: No hagas a otro lo que no te gustaría que te
hagan a ti. Sin olvidar prestar al prójimo un servicio desinteresado.
*
A mis lectores del mundo les recomiendo la página Web de “La Fundación Mundial para las Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org.es
Y como un regalo muy especial los remito a "Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida"; también en mi segundo Blog: sabiduriamaestra.blogspot.com
Val, 19-06-2017
Zordy Rivero