jueves, 29 de mayo de 2014

CRÓNICAS

Café con Letras en la Casa de la Cultura

El 23 de mayo de 2014 fui invitado por Anayeli López -directora de la Casa La Cultura de Arismendi-, para que les hablara de mi obra literaria. Las preguntas las realizó Annemarie Corrales, colaboradora Cubana de La Misión Barrio Adentro en el área de literatura. El acto, lleno de colorido se realizó en la Sala de Teatro con la participación de todos los que allí laboran. En una mesa se exhibió una muestra de mis libros. Previo a la sesión de preguntas me obsequiaron  café sin azúcar, como a mí me gusta.

Annemarie Corrales: Quizás es un atrevimiento venir de tan lejos para darles a conocer a un Arismendeño… sería como “bailar en la casa del trompo”; sólo intentamos mostrarles los aportes que nos ofrece Zordy Rivero, nuestro invitado en la tarde de hoy. En los resúmenes biográficos de sus libros sólo aparece Zordy Rivero. Quisiéramos saber cuál es su nombre completo.
Zordy Rivero: A tres días de mi nacimiento enfermé gravemente, creo que de gastroenteritis -como se le llamaba en esa época. Viendo el caso perdido mi madre Gregoria Rivero me entregó a la partera Manuela Abreu para que me llevara y atendiera en su casa; hicieron una promesa: si me salvaba mi segundo nombre sería Coromoto, en honor a la Virgen de la Coromoto, de quienes ellas eran muy devotas. Después Manuela Abreu fue mi madrina de bautismo. Mi nombre completo es: Zordy Coromoto Rivero. Mi padre, Antonio Carrasquel, se negó a darme su apellido. Él ya murió y a mí no me corresponde juzgarlo. Coromoto lo uso cuando viajo, lo digo una sola vez y listo.

Annemarie Corrales en Arismendi

A C: Zordy nació en Arismendi en 1959 (esta fecha tiene un gran significado para los cubanos). Sus primeros estudios los realizó en su pueblo natal y luego en Valencia; después ingresa a la universidad de Carabobo a estudiar medicina, haciendo sus pasantías en el hospital “General de San Carlos”, Estado Cojedes. Se gradúa y ejerce su profesión en Arismendi.
Z R: Mi primera maestra fue doña Ofelia de Román, que tenía una escuelita donde enseñaba a leer y escribir. Allí estuve un año. Luego ingresé a la escuela “María Torrealba de Ochoa” a la edad de siete años. Me aceptaron desde el segundo año, y la prueba de admisión me la realizó la misma María Torrealba, quien fue mi maestra de segundo grado. El primer año de bachillerato lo cursé en el Liceo “Hermano Juan” de Barquisimeto. El resto del Ciclo Básico en el Liceo “Alejo Zuloaga” y el Diversificado en el “Fermín Toro”; ambos de Valencia.
He ejercido la profesión de médico en varios pueblos y ciudades con idiosincrasias distintas, pero es en Arismendi donde he pasado la mayor parte del tiempo. Ejercí en Sanidad de San Carlos y el Ambulatorio de Apartadero; San Joaquín-Carabobo; Parroquia San Antonio de Las Flores, de Arismendi; Curbatí, El Algarrobo, Santa María de Canaguá, Maporal y Pedraza de Barinas. Ahora trabajo en Arismendi, y creo que de aquí ya no saldré, pues el cargo de cronista me lo impide.

A C: ¿Por qué decidió quedarse en Arismendi?, pueblo que según muchos “es uno de los distritos más apartados y desasistidos, material y culturalmente del estado Barinas” (se lee en la contraportada de El Muchacho del Chaleco Rojo). Otros la han denominado La Cenicienta del Llano.
Z R: Mi primer libro escrito fue publicado por la Unellez en el año de 1988 y llevaba por nombre: “Cuentos”; después apareció una segunda edición en 1991, editada por la Editorial Guadarí con el título de El Muchacho del Chaleco Rojo, con prólogo de Francisco Hernández, director del Grupo Artístico “Un Paso al Frente”. En 1991 recién graduado comencé a trabajar en Arismendi, y gobernaba el estado Barinas, el señor Rafael Rosales Peña, quien me hizo despedir porque me negué a fotografiarme con él en la plaza Bolívar, en una visita que le hizo al pueblo. De manera que no me quedó otra alternativa que dedicarme por un tiempo a la medicina privada. En ese tiempo yo militaba en el MAS (Movimiento al Socialismo) en compañía de Roso Silva, alias Menejo y Rafael Sánchez, conocido como Catire Sánchez. Al llega Hugo Chávez Frías a la presidencia de la República yo me encontraba desempleado. En 2001 empecé de nuevo a laborar en el Ambulatorio “Roger Rojas Tarazona”. Cuando Ramón Chiche Frías ganó la Alcaldía yo viajé a Pedraza donde viví durante seis años.  Necesitaba esa experiencia.
El Arismendi de aquellos días, gobernado por los Adecos y Copeyanos era un pueblo muy atrasado, y nunca hicieron nada que no fuera robarse los dineros del pueblo y sustentar un poder que no les pertenecía. El puente y la pasarela sobre el río Guanare, la electrificación de las zonas rurales, el CDI, CRI, la Planta Receptora y Procesadora de leche, la carretera Arismendi-Guanarito, más de 500 viviendas construidas para los más necesitados, la escuela de Enfermería, la escuela de medicina Comunitaria, créditos para los productores del campo… son logros de la revolución Bolivariana. De modo que lo que aparece en la contraportada del libro era válido para esa época.
Al concluirse el asfaltado de las calles, mejoras en las aguas servidas y aguas negras, les aseguro que tendremos una pequeña pero gran ciudad llamada Arismendi.
En mi juventud critiqué a muchos hijos del pueblo que se iban a hacer vida en otros lugares, donde se quedaban permanentemente. Usted sabe, buscando fortuna y comodidad. Lo fácil era abandonar el terruño y dejarle los problemas a la gente que aquí se quedaba. Mi consciencia me dijo: tú puedes hacer mucho por tu pueblo, ahora, y aquí estoy  en esta lucha de hacer de Arismendi un pueblo hermoso, próspero y lleno de esperanzas, sobre todo para las generaciones venideras. Si no asumimos el compromiso que nos corresponde, nadie lo va hacer por nosotros. A mí me ha tocado escribir la historia del pueblo, y creo que lo estoy haciendo bien, o al menos estoy intentándolo.

A C: ¿Le teme a la civilización o al desarrollo?
Z R: Estoy hermanado con los avances de la ciencia y la tecnología; somos parte de ello. Tenemos que ser prudentes para no caer en los malos hábitos y tentaciones que generan los avances de nuestra época. Por ejemplo, el internet es una herramienta inigualable, pero también hay en ella mucha basura que nos puede enlodar. Existen personas que se han hecho adictas a este avance tecnológico de la civilización actual, y van a terminar muy mal. Si tienes prudencia y buenos hábitos serás intocable. El secreto al entrar en el internet es, sacar lo útil y salir rápido. Realicé estudios de hipnosis Clínica y terapia Neural pero no me animé a sacar un post-grado porque no tiene sentido tener una especialidad y vivir en un pueblo pequeño, y definitivamente no me pude acostumbrar a vivir en la ciudad.

A C: Usted fue miembro del Grupo Artístico “Un Paso al Frente” de Valencia entre los años 76 y 79. ¿En qué consistía este grupo y qué le aportó?
Z R: Mi formación intelectual empieza a los 13 años, época en que leía todo lo que caía en mis manos, sin mucha discriminación; pero mi verdadera formación se inicia cuando ingreso al Grupo “Un Paso al Frente”, que era un grupo de teatro que hacía presentaciones en distintos lugares de Carabobo, incluso en el Ateneo de Valencia, pero sobre todo en liceos del estado. Recuerdo que participamos en la IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones, en Caracas. En este Grupo conocí la obra dramatúrgica de Bertolt Brecht, el gran autor alemán de principios del siglo pasado. También leí mucho de José Martí, uno de los libertadores de Cuba. Me inicié en el estudio de la filosofía y empecé a escribir narrativa. Recuerdo que siendo un estudiante de bachillerato, escribí un cuento para presentárselo al profesor de literatura como tarea. Después de leerlo, el profesor me preguntó que quién me lo había escrito. Le dije que yo mismo. No me creyó y por eso me puso la nota de trece puntos.

A C: En la contracubierta de su más reciente libro, La Réplica, se anuncia: “… y perteneció a la Asociación de Escritores de Barinas”. ¿Ya no pertenece a esa Asociación o acaso desapareció?
Z R: No sé si todavía existe, yo perdí el contacto con la Asociación de Escritores hace unos ocho años. Supongo que todavía funciona, o quizás la absorbió alguna de las organizaciones similares que nacieron en la revolución. 

A C: Zordy Rivero, Ser Humano: ¿Escritor-Médico o Médico-Escritor?
Z R: Me identifico con la primera condición: Escritor-Médico. Soy un creador que siempre está escribiendo, inventando, recreando la realidad. Yo mismo vivo un mundo lleno de magia, que es ficticio pero que trato de hacerlo real. Hace pocos días me encontraba comiendo en mi casa, debajo de unos mamones que estaban muy cargados. Me imaginé que un hombre que nos visitaba comía bajo las sombras de los grandes árboles, distraídamente, entretenido con la algarabía de los pajaritos. Cuando terminó de comer agradeció a la señora de la casa la sabrosa comida, pero la felicitó en especial por la salsa verde que le había colocado al arroz blanco y que tenía un sabor ácido muy peculiar. La señora pensó: pero si yo no le puse a la comida ninguna salsa verde, o acaso ¿sería que uno de los loros dejó caer una chispa en el plato del invitado?
Así nacen mis cuentos, de la realidad que nos envuelve.
Leo mucho de medicina y siempre he tratado de ser un buen médico, pero es la escritura la que me apasiona. Es la gran verdad.

A C: ¿Por qué asumió el compromiso social? Por un lado prevenir enfermedades, salvar vidas, etc.; y también, por otro lado, emitir juicios que pueden influir en el pensamiento colectivo, recrear la realidad por muy cruda que sea.
Z R: A mí al igual que los de mi generación nos tocó vivir una época difícil de la rancia democracia burguesa adeco-copeyana, plagada de injusticias y discriminaciones. Recuerdo que siendo estudiante de bachillerato, me encontré un mediodía soleado con cuatro dirigentes de Acción Democrática en la bomba de gasolina de El Baúl. Les pedí pasaje para Arismendi y no me lo dieron porque yo no pertenecía a su partido, además de hacerles oposición en el MAS. A las 11 de la noche llegué a la casa de mi mamá después de viajar durante cuatro horas en un camión de víveres. Esos desaires y esas injusticias me motivaron a seguir estudiando para algún día servirle a mi pueblo sin discriminación, pero sobre todo, para no parecerme a ellos y a su minúsculo mundo retorcido. Ahora muchos de ellos son mis pacientes, incluso sus hijos y nietos, aunque jamás les recordé aquel incidente. Si he tenido algún problema en sociedad, es debido a mi rectitud, pues soy insobornable, difícilmente se me puede manipular o comprar con dinero, el cual me tiene sin cuidado. Entonces de todas aquellas injusticias vividas por mí y observadas en otras personas, fui adquiriendo esa consciencia de justicia social. Actualmente puedo decir que mi propiedad más significativa son mis libros, mis conocimientos y mi consciencia.

A C: ¿Acaso tuvo que ver la familia con el resultado del hombre que tenemos hoy frente a nosotros: el señor Zordy Rivero? Sabemos que tiene un hermano poeta.
Z R: La familia siempre influye en nuestras vidas, pero también el pueblo, los libros y la vida en general. Pero yendo un poco más allá de nuestra época, quizás ya traemos ese potencial de nuestros ancestros, y que con cierta facilidad desarrollamos. Sabiendo que hemos vivido varias vidas a lo largo de estos siete millones y medios de años desde la aparición del primer ser humano sobre la tierra, es probable que hayamos realizado maestrías  en algunas áreas que dominamos casi a la perfección. Tengo un hermano mayor, Reinaldo Rivero, que compone corridos, un poeta, Adhely Rivero, un cuentacuentos oral, Rafael Rodríguez y un hijo compositor y contrapunteador. De modo que llevamos en el alma y en el corazón la creatividad a flor de piel.
A C: ¿En qué tiempo escribe Zordy? No me refiero al tiempo narrativo, sino el que vive día a día y nos involucra.
Z R: Casi siempre escribo durante la noche, pero cuando tengo suficiente tiempo lo hago de día, aunque los cuentos y narraciones me están llegando a la mente de manera constante. Antes cargaba mi libreta y hacía anotaciones. Hubo una época en que llegué a escribir hasta siete cuentos breves en un día. Ahora, cuando me surge un cuento voy a mi casa y hago un esbozo de lo que será la narración. Es la ventaja de vivir en un pueblo pequeño, donde no hay que sortear grandes distancias.

A C: ¿Por qué el cuento, los relatos y las fabulas como formas genéricas?
Z R: Quizás porque es la manera más fácil y rápida de llegar a la gente. Soy un amante del cuento o relato corto y creo que lo hago bien. Deseo desde hace tiempo escribir una novela; es cuestión de robarle tiempo al tiempo. La mayoría de mis personajes pertenecen al pasado, un pasado no muy remoto, digamos que el siglo XX; pero también existen cuentos que se ubican en la edad media Española. En mi narrativa aparece con relativa frecuencia un personaje llamado Lucidio Valero, un científico y a la vez un futurista, un soñador. Es un científico clandestino (trabaja en la soledad de su laboratorio) y ha creado formulas científicas que hacen a las personas invisibles o construye pedestales que son indestructibles. Mis personajes pertenecen a todas las épocas de la historia de la humanidad y siempre llevan implícita una enseñanza, un mensaje. El siguiente cuento es una muestra de lo que he dicho:
UN ENCARGO
La historia sucede en el siglo XVII en una ciudad de España. Soy ejecutor de encargos a la orden de personas de la nobleza. Soy experto con la espada y el puñal. Mi cuerpo está salpicado de cicatrices, pero nadie me ha vencido aún. Sé que algún día moriré de manos de mis superiores. Eso y más cosas sé, pero yo vivo el momento.

Mi próximo encargo es un amigo mío, o mejor, un pariente cercano y muy querido, pero ellos no lo saben. Busco a mi pariente y le informo que va a morir, que otros han determinado el fin de sus días, y que dé gracias a Dios por ser su ejecutor. Él acepta ser entrenado como se lo he propuesto. Cuando ya estoy listo con los pormenores del encuentro cito a mis superiores para que presencien la muerte del condenado. En la semioscuridad de un parque abandonado nos enfrentamos a un duelo a muerte. Sólo se escucha el sonido rápido y metálico de las espadas; después de un corto tiempo mi espada lo atraviesa de un lado a otro, acompañado de un quejido de muerte. Bañado en sangre el condenado cae a mis pies.

Los presentes han dado el visto bueno con un movimiento de cabeza y una sonrisa de satisfacción. Me acerco a recibir mi paga y a despedirlos… hasta un próximo contrato. Mi primo vive porque la espada ha pasado por un lado del tórax, justo lo necesario para romper la bolsa de onoto líquido. Esa misma noche él ha adquirido una nueva identidad y ha salido en silencio de la ciudad, para siempre. Es la primera vez que negocio con la muerte.

A C: La poesía está en todo lo que nos transmite belleza, sensaciones de bienestar, armonía; es una inquietud inexplicable, decía Martí que “en el fondo del mar hay poesía”. Refiriéndonos a la poesía como un medio de expresión literario, ¿por qué Zordy no ha escogido la poesía?

Z R: Mi hermano Adhely Rivero es un poeta muy bueno, uno de los mejores del país. Aunque a veces pienso que es posible que mi narrativa sea una forma de poesía para pensar. Mis primeros libros estuvieron muy influenciados por la poesía, por ese lenguaje tan especial que atrapa la vida y la mantiene en el recuerdo, en la memoria que no se agota. Poetas buenos hay muchos, y yo me quedo con mi narrativa corta y fábulas que me apasionan sobremanera.
Arismendi, 28-05-2014
Cronista  de  Arismendi

viernes, 23 de mayo de 2014

X FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO EN BARINAS

El jueves 15 de mayo de 2014 se inauguró la X Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), capítulo Barinas, en el museo de Los Llanos, a cargo del gobernador Prof. Adán Chávez. La ciudad se llenó de alegría y entusiasmo ante la presencia de muchos intelectuales y creadores venidos de distintas partes del país. El gobernador realizó un programa que se transmitió en vivo a través de radio y televisión, donde habló de los avances que ha tenido la cultura durante el proceso de la revolución Bolivariana,  y especialmente en los estados llaneros, donde los avances se perciben día a día. Cabe destacar que uno de los homenajeados en esta Feria fue el escritor y periodista César Chirino, hombre polifacético y muy querido en Maracaibo, donde vive y labora.

El poeta Adhely Rivero y mi persona fuimos invitados por Ana María Oviedo, directora del museo de Los Llanos. Adhely Rivero participó en un recital de poesía el viernes por la tarde, en compañía de los poetas Leonardo Ruiz Tirado y Pedro Ruiz. Uno de los invitados especiales era el poeta Ramón Palomares, pero debido a que hubo obstrucción de la vía  en la carretera Mérida-Barinas, por fuertes aguaceros caídos días antes, no pudo estar presente. Al menos durante una hora, estos destacados poetas estuvieron deleitando con sus creaciones, al público presente. Un poema del poeta Adhely que generó aplausos:

AMIGO DEL HOMBRE
Si un perro está en el patio
cuidando la casa
y se va a la calle
no es amigo del hombre.
Se expone la propiedad.
Si regresa algún día desorientado,
abre la puerta, mueve la cola
y saca la lengua roja
probando su inocencia,
es pensable el perdón.
Si el hombre abandona el hogar,
se embriaga, duerme en la calle
y retorna con la excusa apropiada,
lo huelen, le revisan la ropa,
lo interrogan, lo ignoran.
Es impensable el perdón.


*
 En la mañana del sábado nos entrevistamos con el antropólogo Nelson Montiel, la profesora Yarisma Unda (profesores de la Unellez), y el escritor Leonardo Ruiz Tirado. Les hablamos de la posibilidad de realizar el año venidero un encuentro internacional -Argentina, Colombia y Venezuela- sobre la llaneridad o el acontecer llanero. Lo interesante es que ese primer encuentro se realizaría en la población de Arismendi.

Esa misma mañana a las 11, se llevó a cabo la presentación de mi libro La Réplica, editado por el gobierno bolivariano de Venezuela y el cual consta, en su mayoría, de 14 cuentos cortos. La presentación la hizo el poeta Adhely. Expresó lo siguiente:

“Zordy Rivero nació en Arismendi en 1959. Ha publicado cinco libros de cuentos, entre ellos Relatos y Fábulas. En la editorial El Perro y la Rana está por salir otro libro de relatos: Hombre de Luz. También aparecerán algunos cuentos en el próximo número de la revista Nacional de la Cultura. Zordy Rivero se desempeña como cronista de Arismendi, labor que acompaña con el ejercicio de su profesión de médico cirujano, y ha prestado servicio a varias comunidades de la amplia geografía barinesa durante veinte años: Arismendi, San Antonio, Curbatí, Pedraza y Maporal. También tuvo su deslinde en el teatro, en su época de estudiante en Carabobo, con el grupo de teatro Un paso al frente.

La Réplica, su más reciente publicación en la editorial del Estado es un libro conformado por un conjunto de relatos que circulan entre lo real maravilloso (amén de la memoria de Carpentier y su mundo mágico) y lo dramático, universo tragicómico, que por suerte el lector sale ileso pero alterado del ánimo por los altercados de los personajes, dándole gracias a Dios que estos sean ficticios, imaginarios, sin dejar de aflorar un sustrato de nobles sentimientos.

La Réplica, relato que da título al libro nos mete en la trama con un lenguaje sencillo, coloquial, de un entorno llanero, de un pueblo fundado a las orillas de un río, donde se desarrollan las historias que Zordy -veterano cronista-, recoge y trabaja con maestría. El cuento La Réplica es la historia de desamor de un hombre, contada en la mesa de un bar, con la atmosfera y hondura espiritual de un hombre enamorado. Son 14 relatos breves, contundentes, sorpresivos como un zarpazo de tigre, a propósito del último cuento del libro, El Tigre Cazado, que nos deja con el deseo de seguir leyendo a Zordy Rivero, quien aprendió a crear, a tomar de la conversa popular, tradición oral, en el seno de su familia, en el entorno campesino, de ese hombre y esa mujer que expresa su vida entre animales, ríos y llanuras. Zordy es un hombre culto, bastante sabio, de muchas lecturas y experiencias vitales. Lo quiere mucho la gente que lo conoce”.

*
A mí me correspondió leer el último cuento del libro: Un Tigre Cazado, pero antes agradecí a Ana María Oviedo, Leonardo Ruiz Tirado, Hugo Rojas, Luis Montilla, Ronald Linares, Yarisma Unda y Daniel Camacho por haber hecho posible la publicación de mi libro a través del Sistema Nacional de Imprentas (Barinas).

UN TIGRE CAZADO
De dos a tres reses se comía el tigre todos los meses en la comunidad de Guadarí. La gente alarmada organizó campañas de cacería pero sin resultados satisfactorios. Les seguían las huellas por cortos trayectos, para luego esfumarse misteriosamente. Días después se encontraban huellas, muy similares a las anteriores, al otro lado del valle o del río, a varios kilómetros de distancia. Confundidos y desalentados, los aldeanos desistieron en su empeño de enfrentar el tigre. No podían entender cómo un mismo animal podía estar en dos lugares diferentes en tan corto tiempo. Sólo un hombre, Ramón Sotero, cazador afamado, intrépido y conocedor de las costumbres de los animales selváticos, no se dio por vencido. Según el baquiano Sotero, el tigre cebado era un animal de costumbres poco comunes, siendo lo más insólito la aparición y desaparición de las huellas inexplicablemente.

Ya al final del tercer mes de seguimiento, Ramón descubrió el sitio más frecuentado por el animal. Armó un chopo y esperó encaramado en un árbol. Cerca de la medianoche del tercer día escuchó un disparo y un quejido de muerte. Bajó con cautela, prendió la linterna y corrió al lugar del chopo. Bocabajo, bañado en sangre yacía un hombre. Le dio vuelta y reconoció a Alberto Paredes en su último adiós, marchito de vida. En la mano derecha reposaba una mano de tigre hecha de madera. El cazador tomó el chopo, todavía despidiendo humo, lo metió en un morral y se marchó a su casa a dormir. Por la mañana volvió al sitio con pala y barretón. En menos de dos horas el difunto Paredes ya estaba bajo tierra. Desde aquel día no se volvió a perder ganado en la pequeña y pacífica comunidad.

Un mes después y durante dos días el caserío celebró con fiestas y competencias deportivas la desaparición del tigre. El gran ausente en las celebraciones fue Alberto Paredes. Todos bailaron y bebieron a excepción de Ramón Sotero, quien estuvo sombrío y lejano, envuelto en el silencio de la noche.

*
Ya saliendo del museo nos encontramos con el escritor Arnaldo Erazzo, quien actualmente se desempeña como coordinador de la Galería Mateo Manaure de la Casa de la Cultura "Napoleón Sebastián Arteaga", además es miembro de la Red Nacional de Escritores, capítulo Barinas. Nos obsequió su más reciente libro: El Llano: Voces y Testimonios de sus Cultores, donde aparece una entrevista con don Eladio Tarife.

Arismendi, 23-05-2014
Zordy Rivero,  Cronista

lunes, 19 de mayo de 2014

HUMOR Y VIDA I

Reirse de Uno Mismo es Saludable

En Arismendi viven muchos cuentacuentos famosos: Erasmo Galantón, Rafael Rodríguez, Rafael Salas… Pero hablaré en esta ocasión de los dos últimos: Estos personajes pasan gran parte del año inventando cuentos y atribuyéndoselos a otros para que la gente se ría de ellos. Yo de vez en cuando inventaba un cuento y se lo achacaba a alguno de los antes mencionados, tratando de pasar desapercibido. Un día me interpelaron y me dijeron que me saliera del grupo, ya que no era justo que los demás se rieran de ellos a costa mía, y yo quedara excluido.

Para no salir del equipo les conté un cuento que me lo dedicaban a mí; dije: Un día que me encontraba de visita en Caracas, en el terminal La Bandera, dispuesto a dirigirme al centro de la ciudad, abordé a un policía y le pregunté que cuánto me faltaba para llegar al metro; el agente, mirándome de arriba abajo, me respondió: “Caray amigo, usted tendrá volver a nacer para que pueda llegar al metro”. Este breve cuento gustó mucho a los cuentacuentos, quienes se rieron a su gusto, entendiendo que mi estatura apenas llega a un metro y cincuenta y cinco centímetros.

Me permitieron seguir participando, pero de mí se rieron conocidos y extraños al menos durante unos tres meses, en cualquier parte del poblado, y aún más allá. No era raro sentir una carcajada a mis espaldas, en la plaza Bolívar o en cualquier lugar público. Pero de eso se trata, de aprender a reírse de uno mismo y en esa medida uno permitirás que los demás se rían de uno.

El hábito de la risa aleja las enfermedades y el estrés. Se han realizado investigaciones donde se asocia la risa con la ausencia de cualquier tipo de cáncer. El caso es que para permitir que las personas se rían de uno y de nuestra seriedad, se requiere de mucha humildad, pues, una persona que se cree muy importante así misma, jamás aceptará que se rían de él. No obstante la risa funciona y es una manifestación real de que Dios existe. Por eso se dice que Dios tiene sentido del humor.

Arismendi, 19-05.2014
Zordy Rivero, Cronista

sábado, 10 de mayo de 2014

LAS FERIAS DE LOS LUNES EN ARISMENDI


“Arismendi es el único pueblo llanero en la geografía venezolana que celebra fiestas todos los lunes”, he oído decir. Esta aseveración no es cierta del todo, lo que es o representa una verdad a medias. Es cierto que en La Feria de los Lunes existen personas, la mayoría jóvenes, que se dedican a libar licor de manera desenfrenada, pero es sólo una minoría. El Arismendeño común es trabajador, laborioso, responsable y de una alta moralidad, que no desperdicia su tiempo entre bares, juergas y borracheras. Por alguna razón somos el primer municipio llanero en la producción de quesos y ganado vacuno.

El sábado empiezan a llegar los vendedores procedentes del Tinaco, San Carlos, Acarigua, Valencia y Mariara, por mencionar algunos nombres, pues también comercian con nosotros la gente de El Baúl, Camaguán y Guanarito. La mayoría de los comerciantes vive en el pueblo, y conforman unos cien puestos de ventas, donde se puede comprar desde un par de botas de la mejor calidad, ropas, comida, hasta un tornillo. Todo lo que se necesita para el hogar o la finca, incluyendo repuestos de tractores y máquinas pesadas -en el Mercado o La Feria de los Lunes-, lo encuentra. Si no lo tienen en el momento, una semana después lo tendrán con toda seguridad.

Me dijo un señor de Mariara que desde hace veinte años vende ropa en Arismendi, sólo que él visita a los clientes en sus casas. Su familia vive bien y todos sus hijos han estudiado gracias a la prosperidad de este pueblo llanero, que está muy poco acostumbrado al regateo; al comprador sólo le interesa la calidad del producto. En la década de los 90 le hice una consulta a un joven de 15 años, aquejado de una gran debilidad. Le dije que posiblemente se trataba de una anemia, por la palidez acentuada de su piel, anemia causada con mucha frecuencia por la parasitosis intestinal. Le referí que el tratamiento iba a ser caro y le pregunté si tenía suficiente dinero para adquirirlo. Se levantó de la silla metiéndose la mano en uno de los bolsillos y, sacando un fajo de billetes, dijo: “¿Bastará con un millón de bolívares?”. Es suficiente, respondí asombrado. En la época de que hablamos era toda una fortuna. Luego le pregunté que dónde trabajaba y me respondió que era becerrero en una finca, y que tenía tres meses que no venía al pueblo. El tratamiento no llegaba a ochenta bolívares. Un becerrero es el encargado de apostarse en la puerta del corral y soltar el becerro a la vaca que va a ser ordeñada; después, al terminar la faena se encarga de trasladar la manada a un potrero aislado de las madres.

La Feria de los Lunes ha sido motivo de inspiración para artistas y creadores. El poeta Adhely Rivero, nativo de Arismendi y traducido a varios idiomas, entre ellos el inglés y el árabe, escribió un poema muy lindo relacionado con La Feria, en su libro Los Poemas de Arismendi. Con su autorización, he aquí el poema:  

Remonta un bomgo
hasta Arismendi
con los quesos de un mes
de ordeño
Los que duermen la noche
en la barranca
llaman
con pesadez
Solicitan viajes o encomiendas
Abordan verduras o animales
Un hombre mordido de culebra
Todos van los lunes al puerto
antes del amanecer
Compran  venden   hacen trueque
sus jornales
Hay un fulgor
en el gastado retrato
que la gente va dejando.


En El Nacional del sábado 15 de abril del año 2000 apareció un artículo Los Lunes de Arismendi, escrito por el poeta Luis Alberto Crespo y comentado por José Antonio Agudelo, cronista de Calabozo. Quien desee tenerlo puede acudir a la Cámara municipal de Arismendi, y solicitarlo en la Oficina del Cronista.

A pesar del aporte que Arismendi le ha hecho a la Nación en cuanto a producción de queso, ganado y productos agrícolas, todavía sus calles no han sido asfaltadas. Sólo tres -incompletas-, cuentan con asfalto. Las demás esperan por la sensibilidad de un político con arraigo, uno de sus hijos nativos, que le duela este querido y sentido terruño, ubicado en el centro de los llanos Venezolanos.

Los usureros que nunca faltan en cualquier zona comercial también tienen su nombramiento y peculiaridades. En una ocasión escuche esta conversación:
-Vaya hijo a comprarme un repuesto de moto, pero lleve suficiente dinero por si tiene que ir a una de las “Guerra Méndez” (haciendo alusión a una clínica privada de la ciudad de Valencia), cuyos servicios médicos son muy onerosos. Varias casas comerciales trabajan con sobreprecios. El dependiente sabe que cuando llega un cliente es porque no ha conseguido lo que buscaba en ninguna otra parte, y descaradamente se aprovechan de esa situación, sin pensar que existe una justicia Divina que al final se impone.

Siempre me había preguntado en qué momento surge la Feria de los Lunes. La respuesta más aproximada es ésta: a partir de la conclusión de la carretera Arismendi-El Baúl, a mediados de los años 70 del pasado siglo. Vía que nos comunica de manera directa con San Carlos y Valencia. Antes de existir esta carretera, los productores sacaban su mercancía hacia Camaguán, Calabozo y Guanarito, casi siempre en fuera de bordas.

El movimiento comercial ha sido tan próspero que hubo que crear una sede del Banco Bicentenario, y de ese modo evitar que la gente fuera objeto de robos y abusos en San Carlos, donde iba a cambiar sus cheques y cobrar sus sueldos y pensiones. La construcción de hoteles también ha aumentado en los últimos años. Se cuenta con un aproximado de 20, y todos se mantienen activos.

Recuerdo que al comienzo, hace años, tuvimos que trabajar con la prudencia. Decir en una ciudad que uno vivía en Arismendi, era exponerse a ser asaltado. Se tenía la falsa creencia de que el hecho de pertenecer a este próspero municipio, ya se era rico, y no es así. Igual sucedía con eso de tener fincas. Este nombre lo asociaban a uno con mucho ganado, aunque a veces los campesinos sólo poseen una rastrojera con un patio lleno de gallinas, un topochalito, una mujer, y un rancho lleno de niños.

Arismendi, 10-05-2014
Zordy Rivero, Cronista