Café con Letras en la Casa de la Cultura
El 23 de mayo de 2014 fui invitado por Anayeli López -directora de la Casa La Cultura de Arismendi-, para que les hablara de mi obra literaria. Las preguntas las realizó Annemarie Corrales, colaboradora Cubana de La Misión Barrio Adentro en el área de literatura. El acto, lleno de colorido se realizó en la Sala de Teatro con la participación de todos los que allí laboran. En una mesa se exhibió una muestra de mis libros. Previo a la sesión de preguntas me obsequiaron café sin azúcar, como a mí me gusta.
El 23 de mayo de 2014 fui invitado por Anayeli López -directora de la Casa La Cultura de Arismendi-, para que les hablara de mi obra literaria. Las preguntas las realizó Annemarie Corrales, colaboradora Cubana de La Misión Barrio Adentro en el área de literatura. El acto, lleno de colorido se realizó en la Sala de Teatro con la participación de todos los que allí laboran. En una mesa se exhibió una muestra de mis libros. Previo a la sesión de preguntas me obsequiaron café sin azúcar, como a mí me gusta.
Annemarie Corrales:
Quizás es un atrevimiento venir de tan lejos para darles a conocer a un
Arismendeño… sería como “bailar en la casa del trompo”; sólo intentamos
mostrarles los aportes que nos ofrece Zordy Rivero, nuestro invitado en la
tarde de hoy. En los resúmenes biográficos de sus libros sólo aparece Zordy
Rivero. Quisiéramos saber cuál es su nombre completo.
Zordy Rivero:
A tres días de mi nacimiento enfermé gravemente, creo que de gastroenteritis -como
se le llamaba en esa época. Viendo el caso perdido mi madre Gregoria Rivero me
entregó a la partera Manuela Abreu para que me llevara y atendiera en su casa; hicieron
una promesa: si me salvaba mi segundo nombre sería Coromoto, en honor a la
Virgen de la Coromoto, de quienes ellas eran muy devotas. Después Manuela Abreu
fue mi madrina de bautismo. Mi nombre completo es: Zordy Coromoto Rivero. Mi
padre, Antonio Carrasquel, se negó a darme su apellido. Él ya murió y a mí no
me corresponde juzgarlo. Coromoto lo uso cuando viajo, lo digo una sola vez y
listo.
Annemarie Corrales en Arismendi
A C:
Zordy nació en Arismendi en 1959 (esta fecha tiene un gran significado para los
cubanos). Sus primeros estudios los realizó en su pueblo natal y luego en
Valencia; después ingresa a la universidad de Carabobo a estudiar medicina,
haciendo sus pasantías en el hospital “General de San Carlos”, Estado Cojedes.
Se gradúa y ejerce su profesión en Arismendi.
Z R:
Mi primera maestra fue doña Ofelia de Román, que tenía una escuelita donde
enseñaba a leer y escribir. Allí estuve un año. Luego ingresé a la escuela
“María Torrealba de Ochoa” a la edad de siete años. Me aceptaron desde el
segundo año, y la prueba de admisión me la realizó la misma María Torrealba,
quien fue mi maestra de segundo grado. El primer año de bachillerato lo cursé
en el Liceo “Hermano Juan” de Barquisimeto. El resto del Ciclo Básico en el Liceo
“Alejo Zuloaga” y el Diversificado en el “Fermín Toro”; ambos de Valencia.
He
ejercido la profesión de médico en varios pueblos y ciudades con idiosincrasias
distintas, pero es en Arismendi donde he pasado la mayor parte del tiempo.
Ejercí en Sanidad de San Carlos y el Ambulatorio de Apartadero; San
Joaquín-Carabobo; Parroquia San Antonio de Las Flores, de Arismendi; Curbatí,
El Algarrobo, Santa María de Canaguá, Maporal y Pedraza de Barinas. Ahora
trabajo en Arismendi, y creo que de aquí ya no saldré, pues el cargo de cronista
me lo impide.
A C:
¿Por qué decidió quedarse en Arismendi?, pueblo que según muchos “es uno de los
distritos más apartados y desasistidos, material y culturalmente del estado
Barinas” (se lee en la contraportada de
El Muchacho del Chaleco Rojo).
Otros la han denominado La Cenicienta del Llano.
Z R:
Mi primer libro escrito fue publicado por la Unellez en el año de 1988 y
llevaba por nombre: “Cuentos”; después apareció una segunda edición en 1991,
editada por la Editorial Guadarí con el título de El Muchacho del Chaleco Rojo,
con prólogo de Francisco Hernández, director del Grupo Artístico “Un Paso
al Frente”. En 1991 recién graduado
comencé a trabajar en Arismendi, y gobernaba el estado Barinas, el señor Rafael
Rosales Peña, quien me hizo despedir porque me negué a fotografiarme con él en
la plaza Bolívar, en una visita que le hizo al pueblo. De manera que no me quedó
otra alternativa que dedicarme por un tiempo a la medicina privada. En ese
tiempo yo militaba en el MAS (Movimiento al Socialismo) en compañía de Roso
Silva, alias Menejo y Rafael Sánchez,
conocido como Catire Sánchez. Al llega
Hugo Chávez Frías a la presidencia de la República yo me encontraba
desempleado. En 2001 empecé de nuevo a laborar en el Ambulatorio “Roger Rojas
Tarazona”. Cuando Ramón Chiche Frías
ganó la Alcaldía yo viajé a Pedraza donde viví durante seis años. Necesitaba
esa experiencia.
El
Arismendi de aquellos días, gobernado por los Adecos y Copeyanos era un pueblo
muy atrasado, y nunca hicieron nada que no fuera robarse los dineros del pueblo
y sustentar un poder que no les pertenecía. El puente y la pasarela sobre el
río Guanare, la electrificación de las zonas rurales, el CDI, CRI, la Planta Receptora
y Procesadora de leche, la carretera Arismendi-Guanarito, más de 500 viviendas
construidas para los más necesitados, la escuela de Enfermería, la escuela de
medicina Comunitaria, créditos para los productores del campo… son logros de la
revolución Bolivariana. De modo que lo que aparece en la contraportada del
libro era válido para esa época.
Al
concluirse el asfaltado de las calles, mejoras en las aguas servidas y aguas
negras, les aseguro que tendremos una pequeña pero gran ciudad llamada
Arismendi.
En
mi juventud critiqué a muchos hijos del pueblo que se iban a hacer vida en
otros lugares, donde se quedaban permanentemente. Usted sabe, buscando fortuna
y comodidad. Lo fácil era abandonar el terruño y dejarle los problemas a la
gente que aquí se quedaba. Mi consciencia me dijo: tú puedes hacer mucho por tu pueblo, ahora, y aquí estoy en esta
lucha de hacer de Arismendi un pueblo hermoso, próspero y lleno de esperanzas,
sobre todo para las generaciones venideras. Si no asumimos el compromiso que
nos corresponde, nadie lo va hacer por nosotros. A mí me ha tocado escribir la
historia del pueblo, y creo que lo estoy haciendo bien, o al menos estoy
intentándolo.
A C:
¿Le teme a la civilización o al desarrollo?
Z R:
Estoy hermanado con los avances de la ciencia y la tecnología; somos parte de
ello. Tenemos que ser prudentes para no caer en los malos hábitos y tentaciones
que generan los avances de nuestra época. Por ejemplo, el internet es una
herramienta inigualable, pero también hay en ella mucha basura que nos puede
enlodar. Existen personas que se han hecho adictas a este avance tecnológico de
la civilización actual, y van a terminar muy mal. Si tienes prudencia y buenos
hábitos serás intocable. El secreto al entrar en el internet es, sacar lo útil
y salir rápido. Realicé estudios de hipnosis Clínica y terapia Neural pero no
me animé a sacar un post-grado porque no tiene sentido tener una especialidad y
vivir en un pueblo pequeño, y definitivamente no me pude acostumbrar a vivir en
la ciudad.
A C:
Usted fue miembro del Grupo Artístico “Un Paso al Frente” de Valencia entre los
años 76 y 79. ¿En qué consistía este grupo y qué le aportó?
Z R:
Mi formación intelectual empieza a los 13 años, época en que leía todo lo que
caía en mis manos, sin mucha discriminación; pero mi verdadera formación se
inicia cuando ingreso al Grupo “Un Paso al Frente”, que era un grupo de teatro
que hacía presentaciones en distintos lugares de Carabobo, incluso en el Ateneo
de Valencia, pero sobre todo en liceos del estado. Recuerdo que participamos en
la IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones, en Caracas. En este Grupo
conocí la obra dramatúrgica de Bertolt Brecht, el gran autor alemán de
principios del siglo pasado. También leí mucho de José Martí, uno de los
libertadores de Cuba. Me inicié en el estudio de la filosofía y empecé a
escribir narrativa. Recuerdo que siendo un estudiante de bachillerato, escribí
un cuento para presentárselo al profesor de literatura como tarea. Después de
leerlo, el profesor me preguntó que quién me lo había escrito. Le dije que yo
mismo. No me creyó y por eso me puso la nota de trece puntos.
A C:
En la contracubierta de su más reciente libro, La Réplica, se anuncia: “… y perteneció a la Asociación de
Escritores de Barinas”. ¿Ya no pertenece a esa Asociación o acaso desapareció?
Z R:
No sé si todavía existe, yo perdí el contacto con la Asociación de Escritores
hace unos ocho años. Supongo que todavía funciona, o quizás la absorbió alguna
de las organizaciones similares que nacieron en la revolución.
A C:
Zordy Rivero, Ser Humano: ¿Escritor-Médico o Médico-Escritor?
Z R:
Me identifico con la primera condición: Escritor-Médico. Soy un creador que
siempre está escribiendo, inventando, recreando la realidad. Yo mismo vivo un
mundo lleno de magia, que es ficticio pero que trato de hacerlo real. Hace
pocos días me encontraba comiendo en mi casa, debajo de unos mamones que estaban
muy cargados. Me imaginé que un hombre
que nos visitaba comía bajo las sombras de los grandes árboles, distraídamente,
entretenido con la algarabía de los pajaritos. Cuando terminó de comer
agradeció a la señora de la casa la sabrosa comida, pero la felicitó en
especial por la salsa verde que le había colocado al arroz blanco y que tenía
un sabor ácido muy peculiar. La señora pensó: pero si yo no le puse a la comida
ninguna salsa verde, o acaso ¿sería que uno de los loros dejó caer una chispa
en el plato del invitado?
Así
nacen mis cuentos, de la realidad que nos envuelve.
Leo
mucho de medicina y siempre he tratado de ser un buen médico, pero es la
escritura la que me apasiona. Es la gran verdad.
A C:
¿Por qué asumió el compromiso social? Por un lado prevenir enfermedades, salvar
vidas, etc.; y también, por otro lado, emitir juicios que pueden influir en el
pensamiento colectivo, recrear la realidad por muy cruda que sea.
Z R:
A mí al igual que los de mi generación nos tocó vivir una época difícil de la
rancia democracia burguesa adeco-copeyana, plagada de injusticias y discriminaciones.
Recuerdo que siendo estudiante de bachillerato, me encontré un mediodía soleado
con cuatro dirigentes de Acción Democrática en la bomba de gasolina de El Baúl.
Les pedí pasaje para Arismendi y no me lo dieron porque yo no pertenecía a su
partido, además de hacerles oposición en el MAS. A las 11 de la noche llegué a
la casa de mi mamá después de viajar durante cuatro horas en un camión de
víveres. Esos desaires y esas injusticias me motivaron a seguir estudiando para
algún día servirle a mi pueblo sin discriminación, pero sobre todo, para no
parecerme a ellos y a su minúsculo mundo retorcido. Ahora muchos de ellos son
mis pacientes, incluso sus hijos y nietos, aunque jamás les recordé aquel
incidente. Si he tenido algún problema en sociedad, es debido a mi rectitud,
pues soy insobornable, difícilmente se me puede manipular o comprar con dinero,
el cual me tiene sin cuidado. Entonces de todas aquellas injusticias vividas
por mí y observadas en otras personas, fui adquiriendo esa consciencia de
justicia social. Actualmente puedo decir que mi propiedad más significativa son
mis libros, mis conocimientos y mi consciencia.
A C:
¿Acaso tuvo que ver la familia con el resultado del hombre que tenemos hoy
frente a nosotros: el señor Zordy Rivero? Sabemos que tiene un hermano poeta.
Z R:
La familia siempre influye en nuestras vidas, pero también el pueblo, los
libros y la vida en general. Pero yendo un poco más allá de nuestra época, quizás
ya traemos ese potencial de nuestros ancestros, y que con cierta facilidad
desarrollamos. Sabiendo que hemos vivido varias vidas a lo largo de estos siete
millones y medios de años desde la aparición del primer ser humano sobre la
tierra, es probable que hayamos realizado maestrías en algunas áreas que dominamos casi a la
perfección. Tengo un hermano mayor, Reinaldo Rivero, que compone corridos, un
poeta, Adhely Rivero, un cuentacuentos oral, Rafael Rodríguez y un hijo
compositor y contrapunteador. De modo que llevamos en el alma y en el corazón
la creatividad a flor de piel.
A C:
¿En qué tiempo escribe Zordy? No me refiero al tiempo narrativo, sino el que
vive día a día y nos involucra.
Z R:
Casi siempre escribo durante la noche, pero cuando tengo suficiente tiempo lo
hago de día, aunque los cuentos y narraciones me están llegando a la mente de
manera constante. Antes cargaba mi libreta y hacía anotaciones. Hubo una época
en que llegué a escribir hasta siete cuentos breves en un día. Ahora, cuando me
surge un cuento voy a mi casa y hago un esbozo de lo que será la narración. Es
la ventaja de vivir en un pueblo pequeño, donde no hay que sortear grandes
distancias.
A C:
¿Por qué el cuento, los relatos y las fabulas como formas genéricas?
Z R:
Quizás porque es la manera más fácil y rápida de llegar a la gente. Soy un
amante del cuento o relato corto y creo que lo hago bien. Deseo desde hace
tiempo escribir una novela; es cuestión de robarle tiempo al tiempo. La mayoría
de mis personajes pertenecen al pasado, un pasado no muy remoto, digamos que el
siglo XX; pero también existen cuentos que se ubican en la edad media Española.
En mi narrativa aparece con relativa frecuencia un personaje llamado Lucidio Valero,
un científico y a la vez un futurista, un soñador. Es un científico clandestino
(trabaja en la soledad de su laboratorio) y ha creado formulas científicas que
hacen a las personas invisibles o construye pedestales que son indestructibles.
Mis personajes pertenecen a todas las épocas de la historia de la humanidad y
siempre llevan implícita una enseñanza, un mensaje. El siguiente cuento es una
muestra de lo que he dicho:
UN ENCARGO
La historia sucede en el siglo XVII
en una ciudad de España. Soy ejecutor de encargos a la orden de personas de la
nobleza. Soy experto con la espada y el puñal. Mi cuerpo está salpicado de
cicatrices, pero nadie me ha vencido aún. Sé que algún día moriré de manos de
mis superiores. Eso y más cosas sé, pero yo vivo el momento.
Mi próximo encargo es un amigo mío,
o mejor, un pariente cercano y muy querido, pero ellos no lo saben. Busco a mi
pariente y le informo que va a morir, que otros han determinado el fin de sus
días, y que dé gracias a Dios por ser su ejecutor. Él acepta ser entrenado como
se lo he propuesto. Cuando ya estoy listo con los pormenores del encuentro cito
a mis superiores para que presencien la muerte del condenado. En la
semioscuridad de un parque abandonado nos enfrentamos a un duelo a muerte. Sólo
se escucha el sonido rápido y metálico de las espadas; después de un corto
tiempo mi espada lo atraviesa de un lado a otro, acompañado de un quejido de
muerte. Bañado en sangre el condenado cae a mis pies.
Los presentes han dado el visto
bueno con un movimiento de cabeza y una sonrisa de satisfacción. Me acerco a
recibir mi paga y a despedirlos… hasta un próximo contrato. Mi primo vive
porque la espada ha pasado por un lado del tórax, justo lo necesario para
romper la bolsa de onoto líquido. Esa misma noche él ha adquirido una nueva
identidad y ha salido en silencio de la ciudad, para siempre. Es la primera vez
que negocio con la muerte.
A C:
La poesía está en todo lo que nos transmite belleza, sensaciones de bienestar,
armonía; es una inquietud inexplicable, decía Martí que “en el fondo del mar hay
poesía”. Refiriéndonos a la poesía como un medio de expresión literario, ¿por
qué Zordy no ha escogido la poesía?
Z R:
Mi hermano Adhely Rivero es un poeta muy bueno, uno de los mejores del país. Aunque
a veces pienso que es posible que mi narrativa sea una forma de poesía para
pensar. Mis primeros libros estuvieron muy influenciados por la poesía, por ese
lenguaje tan especial que atrapa la vida y la mantiene en el recuerdo, en la
memoria que no se agota. Poetas buenos hay muchos, y yo me quedo con mi
narrativa corta y fábulas que me apasionan sobremanera.
Arismendi, 28-05-2014
Cronista de Arismendi