Hablar con Don Eladio Tarife,
establecer un dialogo con este legendario trovador del llano, compositor nacido
en Arismendi, Estado Barinas, es por demás, fructuoso y agradable. Él, sin
timidez alguna, va dibujando con lenguaje sencillo y propiedad, todo lo que
tiene que ver con esa llaneridad que carece de fronteras y limites dentro del
paisaje humano, convencido de que la música, el baile, los cantos de arreo, el
trabajo de llano, la alegría y la tristeza de su gente sigue siendo la misma
que nos identifica tanto aquí como allá, del otro lado de la frontera. Basado
en esto, Son Eladio nos dice que “el llano es uno solo”. Conversemos con él.
—Aurora Díaz de Sánchez que es una persona muy ligada a la cultura de
los llanos colombianos (Arauca) nos decía que hay in movimiento sumamente
interesante que se está desarrollando allá. ¿Qué opinión tiene usted acerca de
eso? ¿Qué diferencia hay entre el llano colombiano y el nuestro? Indagó Héctor
Valero acomodándose en la silla, mientras el equipo técnico, revisaba la
pizarra de actividades para asegurarse si en el transcurso de la mañana tenía
pautada alguna función.
—Como te acabo de decir, el llano es uno solo. Aquí se ha perdido la
mayoría de las costumbres tradicionales: hablando de su música, su forma de
trabajo, la manera de vivir. Yo estuve viendo un documental en Colombia, y allí
tu no ves a un hombre montado a caballo sin sombrero. El elemento llanero,
llanero, llanero, trabajador de hato, pata pelá, tú no lo ves acá. Lo ves allá.
Se remangan el pantalón a la rodilla, trabajan como trabajaban aquí antes: sin
camisa, con un sombrero, a sabana abierta. Fíjate una cosa, hay un documental
que hicieron en Colombia, y lo debe traer Elda Flores, que debe llegar hoy o
mañana, del trabajo del llano, de cómo se toca la bandola, como parrandean
ellos. Estos, al terminar la faena llanera, en la noche, asan una ternera. Hay
arpa, bandola, canto, zapateo y baile parejo… Eso es los fines de semana,
porque los trabajos son largos en esos hatos, a veces duran un mes, mes y
medio. Generalmente se hace en la época de invierno. Y cuando termina todo el
trabajo, se reúnen los llaneros de esos hatos cercanos para hacer tremendas
fiestas, con coleaderas y demás. Allá, por ejemplo, no hay esa costumbre
equivocada que tenemos nosotros aquí de utilizar como vestuario, vestimenta o
atuendo criollo, la fulana camisa a cuadros y pantalón bluyin, Allá,
puede ser cualquier franela, cualquier camisa, cualquier pantalón, pero no una
camisa a cuadros, como los tejanos, con un águila volando o un tropel de
caballos pintados en el pecho y pare usted de contar. No…, nada de eso se
acostumbra allá.
—Y en lo musical ¿En su criterio a qué
se debe que la bandola se haya popularizado tan rápidamente en los llanos?
—Tanto en Venezuela como en Colombia la
bandola llegó primero que el arpa. Entró por el Delta del Orinoco y, a través
de la vía fluvial, llega a nuestros llanos. La bandola trascendió más rápido,
decimos nosotros, por la facilidad de trasladarla. El llanero agarra una
bandola, la mete en una capotera, se la echa a la espalda, se monta en el
caballo, y les quedan las manos libres para hacer cualquier cosa. Mientras, que
con un arpa uno no puede hacer eso. Y lo que se tocaba, en ese entonces, era
puro joropo tramao. Después vino la quirpa, el pajarillo y otros ritmos
musicales. Para que tú veas, aquí se empezó a tocar el pasaje desde que llegó
el arpa. Porque el arpa se presta más para ejecutar ese ritmo, que incita al
enamoramiento, al despecho, al canto a la naturaleza. Claro, aquí se ha
tergiversado mucho, y ya no se sabe realmente lo que están tocando. Allá, el
arpa no la han cariado. Por lo menos, en lo que se refiere a la música
tradicional. El joropo en sí, y el pasaje, se mantienen intactos, con su
calidad, como llegó. Yo acabo de ir a un festival en Maturín, acompañado de
Guillermo Jiménez Leal, en calidad de jurado, y chico, yo me quedé loco. Hay un
muchacho que le está tocando a un niño, que canta muy bueno, pie cierto, y tú
te das cuenta que es una quirpa cuando el niño empieza a cantar. Entonces,
cuando el muchacho empieza el canto, el ejecutante cambia para dos o tres temas
diferentes en el puente de la canción. Eso para un niño es muy difícil, porque
no puede entender lo que estás haciendo. Ya que tú eres la guía, tú eres el que
llevas el instrumento. Por eso es conveniente aclarar en los festivales, qué entendemos
por música llanera, para diferenciar una cosa de la otra. Antes, había aquí, una
comisión de la asociación de autores y compositores. Y si alguien iba a grabar
una letra, esa letra tenía que ir avalada con el permiso con el permiso de esta
institución, para garantizar, la calidad del disco.
La otra parte que nosotros hemos
criticado mucho. Es que ahora han cogido, chico, en que hay un tipo que es el
gran macho, que habla de todas las mujeres, que si le hizo esto, que si le hizo
lo otro. Es un irrespeto a la mujer nuestra, que se ha ganado ese puesto desde
la independencia. Y es un irrespeto a la música muestra, porque ahora salen,
que si el burrero, que si el ñemero, que el que no puede tal cosa…
¿Cómo vas a sacar tú eso a la calle? ¿Cómo vas a competir tú con un tema que
nos venga de Europa, o de cualquier parte de Latinoamérica? Algunos dicen que
las rancheras son chabacanas. Pero, vamos a estar claros, nos hablan todos los
días de lo suyo, de su pueblo, y las difunden en todas partes. En donde hay un
acto, está la música mejicana. En las películas, en las novelas, en lo que sea.
La música nuestra no se merece ese
tratamiento que le han dado. Es sumamente bonita, bella. Además, está llena de
alegría y es parte de nuestra vida y es nuestro gran patrimonio. Y así como los
mejicanos, todos los países. Los únicos somos nosotros. Aquí, por lo menos,
tenemos un programa de música foránea, sin tomar en cuenta a la nuestra, sin
pagar compensación a nadie y, de una vez, están cobrando los derechos de autor.
Entonces, ahí nosotros estamos en el aire. La música nuestra para entrar en
cualquier país latinoamericano, tiene que pagar una compensación si se quiere
ejecutar. Anteriormente, aquí los cines, en el año 1954, antes de empezar una película,
tenían que presentar un conjunto de música venezolana, porque era obligatorio.
Todo eso se ha perdido. Nos los estamos dejando quitar de las manos.
Lo otro que es muy importante señalar,
es la falta de reglamentación para estos señores clonadores de CD. Porque no es
justo, que después que tú haces un esfuerzo grandísimo por sacar un disquito,
llegan estos señores, y te lo queman para venderlo a mil y dos mil bolívares. ¡No
chico, eso no puede ser!
—Para finalizar Don Eladio ¿Usted cree
que es necesario volver a las raíces para intentar y corregir, de algún modo,
esa autenticidad que se ha perdido de la cultura llanera en nuestro país?
—Por supuesto. No sólo es necesario. Estamos obligados a hacerlo si queremos mantener la identidad. Aunque uno tiene que adaptarse a los nuevos tiempos. Ahorita por ejemplo hay un montón de muchachos, de nuevos talentos que tienen muchísimas condiciones, tienen muy buenas letras, muy buenas voces, y han logrado cierto éxito interpretando música nacional, pero ojo, tengo que aclararte algo, ellos deberían ir buscándole un nombre a ese estilo, porque nadie puede negar que sea música venezolana, pero música llanera, genuina, tampoco es.
*
Una entrevista a Eladio Tarife, extraída del libro de mi amigo Arnaldo
Erazzo: “El llano: Voces y testimonios de sus cultores”, publicado en
Barinas el año 2013.