El hecho sucedió en un Ambulatorio de la amplia
geografía llanera con una doctora venida de la ciudad. Traía órdenes de sus
superiores de poner mano dura al personal, que estaba catalogado de
indisciplinado y desobediente. Su rigidez, para no hablar de despotismo la
llevó a granjearse la enemistad y poca colaboración del personal que allí
laboraba. Al concluir el primer mes la doctora viajó a la ciudad y no volvió
nunca más. No se sabía que en su partida se había llevado todos sus enseres con
la intención de no regresar.
Cuando se preguntó por el motivo de aquella partida
repentina, sin despedirse, una de las enfermeras dijo a un confidente, que ella
le había estado colgando un compuesto de tigre a la silla de su consultorio y
que por eso se había ido. “Lo aprendí de mi abuela, dijo, que corría a la gente
poca amistosa con ese compuesto”.
*
El segundo caso acaeció en una fiesta particular de
un pueblo llanero, y quien lo ejecutó lo hizo solamente con la intención de
reírse y hacer reír a los demás. Colocaron en la sala una silla de cuero pulido
de ganado, menos ordinaria que las otras. Todo el que se sentaba en ella
comenzaba a lanzarse sonoros pedos, que la persona no podía evitar y que solo
paraban cuando el visitante se levantaba apenado. Al rato aparecía otro y se
sentaba, y continuaba la pedorrera estruendosa y sin control. La sala se llenaba
de risas y era toda una diversión. Cuando pregunté por la explicación de ese
fenómeno asombroso, un señor de la casa me dijo que había colocado en la silla un
componente de un tipo de zorro, que despertaba los deseos de lanzarse pedos sin
poder controlarlos.
Mi condición de conservacionista me impide mencionar
los componentes y el ritual asociado a cada caso en particular. Para poseer los
ingredientes hay que sacrificar a estos animales, con lo cual yo estoy en
desacuerdo, más aún cuando están en peligro de extinción.
Val, 28-07-2016
Zordy Rivero