El mes de septiembre del
año 12 empezó un proyecto de asfaltado del pueblo de Arismendi; la iniciativa
salió de Caracas impulsada por el entonces presidente de la república
Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Fría. En septiembre del año 13 se
logró asfaltar la calle Andrés Bello o calle Banco Alto (su primer nombre). No
obstante hay que destacar que el trabajo ha quedado bien hecho con una base de
piedras compactadas y dos capas de asfalto, que garantizará su perdurabilidad
en el tiempo. La calle plaza será la siguiente en recibir tan esperado
beneficio.
Desde los días de la
fundación, Banco Alto fue una de las calles principales del poblado. Pero ¿a
qué se debía su importancia? A través de ella pasaba la Avenida Bolívar que era
una de las salidas o entradas del pueblo, según el caso, hasta encontrarnos con
el cementerio que se destacaba entre unos samanes centenarios, en una zona alta,
lo que no permitía que se inundara en la temporada de invierno. Esa misma vía
nos comunicaba con El Baúl.
La segunda salida era la
Avenida José Antonio Páez la cual servía de puerto a las canoas que traían
cosechas de los campos aledaños. A principios del siglo pasado, en invierno,
las aguas de las crecidas llegaban hasta la calle Banco Alto. En esa esquina
existían cuatro casas. La de Juan Aparicio y su mujer Luperta con sus tres
hijos, Francisco (Paco), Mireya y Sandra; en la segunda, Serano Tacoa, uno de
los fundadores del caserío La Madrina. La tercera pertenecía a Clara de Bolívar
y la cuarta a Manuel Chirinos, siendo esta última la única que se podía
observar hasta hace poco, pues su nuevo dueño le está haciendo una remodelación
que la dejará muy distinta a la primigenia. Esta vía era usada en verano por
llaneros de a caballo y de a pie, pues a unos trescientos metros de la esquina,
vía el cementerio, existía un caño muy caudaloso, que le pusieron el nombre de El Caño de Aparicio, debido a un potrero que el mencionado señor poseía en sus
alrededores. La tercera salida era por La
Ramireña. Su nombre procedía del señor Rafael Ramírez, comandante de la
policía que vivía en el lugar. Pero los primeros habitantes de La Ramireña fueron Miguel Bolívar y su
mujer Sergia Silva, quienes le vendieron a Ramírez, y este le vendió nuevamente
a Miguel Bolívar para irse a vivir a San Fernando de Apure. Miguel Bolívar le
vendió a Gonzalo Daza. En la Ramireña terminaba el pueblo y el límite lo
definía una puerta (la puerta de golpe) que
se cerraba todas las tardes para que los burros, caballos y ganado no entraran
al pueblo.
Los Toros Coleados en
las fiestas Patronales en honor a La Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre,
se realizaban en la calle Banco Alto. Las bocacalles se tapaban con palmas
amarradas con mecate. El coso principal (salida) estaba ubicado en El Chupulún
y la llegada a un lado de la casa de Antonio Carrasquel, en cuyo patio había un
viejo tamarindo que servía de sombra a los caballos, jinetes y jugadores de
gallos. Al frente se encontraba la casa de Juana Sevilla. Los coleadores de
aquella época eran muchos, siendo los
más destacados y conocidos, Julián Laya, Cleto Valdez, Pedro Vicente Venero, Pedro
Jesús Venero, Ramón Linero, Narciso Montoya y Abelardo Villegas.
Un bar conocido como La Cueva del Sapo se encontraba en lo
que hoy corresponde a la dirección de La Escuela Técnica Agropecuaria (ETA),
donde iban a tomar cervezas y escuchar música en la Rockola las personas
mayores. Las costumbres de aquella época no permitían que los jóvenes o menores
de edad se acercaran a los bares, a riesgo de que el dueño perdiera su
licencia. Era difícil que en esos días un menor de edad cargara cédula de
identidad, sin embargo el hecho de usar pantalón corto por lo general sugería
que no había alcanzado la mayoría de edad, es decir, 18 años.
Arismendi, 18 de septiembre de 2013
Zordy Rivero, Cronista de Arismendi