Conocí en mi
época de médico Rural en la parroquia Maporal, una finca en la que había al
menos un centenar de morrocoyes. Un día -por una razón que yo en ese momento
desconocía-, el dueño les abrió la puerta del corral y los encaminó hacia el
monte para que hicieran vida salvaje. El caso es que al otro día todos los
morrocoyes regresaron a su refugio, donde habían nacido y vivido. Este hecho
sorprendió a muchos, porque se tenía la creencia generalizada de que estos
animales jamás se amansaban. Después supe que el dueño había quedado sólo y no
tenía tiempo para atenderlos. Pero fue en Arismendi donde me contaron que, si
una persona casada posee muchos morrocoyes encerrados, en los primeros dos años
o tres años, y no más, la mujer abandonará al marido para siempre.
Ahora, tras varios años de estudio de la Ley de Dios,
he logrado entender muchos de los misterios de la vida; sé que todos los
animales poseen protectores en el reino de la Naturaleza, que son muy celosos
con estas criaturas inofensivas. De modo que no es de extrañar que uno le quite
la libertad a uno de estos seres, y a cambio, uno pierda su mujer u otro ser
querido. También casos similares los he visto en las personas que tienen
encerrados o enjaulados pajaritos inocentes, imperando en esas familias
enfermedades, desarmonía y problemas en abundancia.
Tengan cuidado los poseedores de
mascotas, y más cuando éstas no tienen su pareja. Es decir, si tienes una
iguana, comienza a preocuparte porque tenga su consorte y que pueda vivir en un
ambiente natural, salvaje. De otra manera, al final pagarán por tu descuido.
Val, 24-12-2016
Zordy Rivero
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