martes, 14 de agosto de 2018

UN TROZO DE MI VIDA III

Durante los últimos años de mi ejercicio médico aprendí algo que hasta cierto punto, salvó mi vida. Aprendí a vivir sin el miedo, que es un elemento, o más precisamente, una entidad maligna aterradora y contante, que nos hace muy infelices y vulnerables. Miedo a ser asaltados, a quedarse sin trabajo, sin comida, salud, dinero, propiedades… miedo, miedo, miedo. El gran antídoto contra el miedo es el amor, la seguridad y la fe que proviene de nuestro Creador; pero que al final, es una cuestión de elección propia. El común de la gente en nuestra sociedad ha elegido el miedo, y esta entidad es sostenida por nuestra energía mental, es decir el pensamiento; pero también un sentimiento muy arraigado de inferioridad e indolencia ante las situaciones de la vida que, aparentemente no podemos controlar.

Cuando murió mi madre en Arismendi el año 13, yo tenía más de cinco años viviendo con ella, en su casa. Ya mi familia se había mudado a Valencia. Comencé a perder peso de manera progresiva. El año 2014 presenté mi renuncia ante la Comisionaduría de Salud del Estado Barinas. La aceptaron aunque no estuvieron de acuerdo que los dejara así tan de repente, cuando sólo me faltaban pocos años para la jubilación. Yo expuse mis motivos y ellos al final comprendieron. Ese mismo año 14 fui incorporado a la nómina de la Cámara Municipal de Arismendi como cronista. Ya desde el año 12 venía trabajando de cronista pero sólo recibía una ayuda económica sin otros beneficios. Fue el concejal Eduardo Garrido —siendo presidente de la Cámara— quien me incorporó a la plantilla. No obstante mi vida solitaria en el pueblo no me favorecía y seguía el deterioro de mi salud. Finalmente en diciembre del 2015 introduje mi renuncia al cargo de Cronista y partí para Valencia a reunirme con mi familia.

Mi servicio al Ministerio de Salud fue de 19 años. A los que trabajábamos en las zonas rurales nos reconocían cinco años adicionales. Me sorprendió cuando supe que el Ministerio había decidido asignarme una pensión por jubilación, la cual cobro actualmente sin ningún inconveniente.

La primera semana de marzo del 2018 recibí una llamada telefónica de la presidenta de la Cámara Municipal de Arismendi, Lic. Yudit Blanco, donde me decía que me habían incorporado a la nómina del Concejo municipal, nuevamente como cronista, pues necesitaban con urgencia que me ocupara de investigar y seguir escribiendo la historia que había dejado inconclusa. Le dije que agradecía la oferta pero que yo no podía vivir en Arismendi, porque sería como volver a los problemas del pasado. Me respondió que a ellos —los Concejales— solamente les interesaba que escribiera la historia del pueblo.

Acepté y no me quedó más que agradecerle a Dios por haberme brindados esa oportunidad de servir a mi pueblo desde la distancia. Pero todo sucedió de una manera casi milagrosa. Y sucedió cuando me negué a seguir viviendo con el miedo generado por la incertidumbre; incertidumbre y circunstancias que nos controlan y manipulan, si nosotros lo permitimos. Muchos familiares y amigos me auguraron un final triste y obscuro, quizás emparentado con la mendicidad, pero aquí estoy, ayudando a la gente con mis conocimientos y experiencias y tratando de hacer de Venezuela un mejor país.

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A mis lectores del mundo les recomiendo visitar la página Web de “La Fundación Mundial para las
Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Mi segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y como un regalo especial los remito al artículo: “Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida”.

Martes, 14-08-2018
Zordy Rivero, Cronista

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