Durante
los últimos años de mi ejercicio médico aprendí algo que hasta cierto punto,
salvó mi vida. Aprendí a vivir sin el miedo, que es un elemento, o más
precisamente, una entidad maligna aterradora y contante, que nos hace muy
infelices y vulnerables. Miedo a ser asaltados, a quedarse sin trabajo, sin
comida, salud, dinero, propiedades… miedo, miedo, miedo. El gran antídoto
contra el miedo es el amor, la seguridad y la fe que proviene de nuestro
Creador; pero que al final, es una cuestión de elección propia. El común de la
gente en nuestra sociedad ha elegido el miedo, y esta entidad es sostenida por
nuestra energía mental, es decir el pensamiento; pero también un sentimiento
muy arraigado de inferioridad e indolencia ante las situaciones de la vida que,
aparentemente no podemos controlar.
Cuando
murió mi madre en Arismendi el año 13, yo tenía más de cinco años viviendo con
ella, en su casa. Ya mi familia se había mudado a Valencia. Comencé a perder
peso de manera progresiva. El año 2014 presenté mi renuncia ante la
Comisionaduría de Salud del Estado Barinas. La aceptaron aunque no estuvieron
de acuerdo que los dejara así tan de repente, cuando sólo me faltaban pocos
años para la jubilación. Yo expuse mis motivos y ellos al final comprendieron.
Ese mismo año 14 fui incorporado a la nómina de la Cámara Municipal de
Arismendi como cronista. Ya desde el año 12 venía trabajando de cronista pero sólo
recibía una ayuda económica sin otros beneficios. Fue el concejal Eduardo
Garrido —siendo presidente de la Cámara— quien me incorporó a la plantilla. No
obstante mi vida solitaria en el pueblo no me favorecía y seguía el deterioro
de mi salud. Finalmente en diciembre del 2015 introduje mi renuncia al cargo de
Cronista y partí para Valencia a reunirme con mi familia.
La
primera semana de marzo del 2018 recibí una llamada telefónica de la presidenta
de la Cámara Municipal de Arismendi, Lic. Yudit Blanco, donde me decía que me
habían incorporado a la nómina del Concejo municipal, nuevamente como cronista,
pues necesitaban con urgencia que me ocupara de investigar y seguir escribiendo
la historia que había dejado inconclusa. Le dije que agradecía la oferta pero
que yo no podía vivir en Arismendi, porque sería como volver a los problemas
del pasado. Me respondió que a ellos —los Concejales— solamente les interesaba
que escribiera la historia del pueblo.
Acepté
y no me quedó más que agradecerle a Dios por haberme brindados esa oportunidad
de servir a mi pueblo desde la distancia. Pero todo sucedió de una manera casi
milagrosa. Y sucedió cuando me negué a seguir viviendo con el miedo generado
por la incertidumbre; incertidumbre y circunstancias que nos controlan y
manipulan, si nosotros lo permitimos. Muchos familiares y amigos me auguraron
un final triste y obscuro, quizás emparentado con la mendicidad, pero aquí
estoy, ayudando a la gente con mis conocimientos y experiencias y tratando de
hacer de Venezuela un mejor país.
*
A mis lectores del mundo les recomiendo visitar la
página Web de “La Fundación Mundial para las
Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Mi segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y como un regalo especial los remito al artículo:
“Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida”.
Martes, 14-08-2018
Zordy Rivero, Cronista
No hay comentarios:
Publicar un comentario