El Cristo Interno, Nuestro Maestro
La mayoría de los médicos del planeta sabe que cuando un paciente presenta fiebre es porque ya empezó a curarse. Aunque a muchos parezca extraño que tengamos en nuestro cuerpo un sanador muy poderoso —que nos devuelve la salud cuando nosotros mismos hemos propiciamos la enfermedad, con nuestras maneras descuidadas de actuar y vivir—, es cierto, tenemos un sanador dentro de nosotros.
La mayoría de los médicos del planeta sabe que cuando un paciente presenta fiebre es porque ya empezó a curarse. Aunque a muchos parezca extraño que tengamos en nuestro cuerpo un sanador muy poderoso —que nos devuelve la salud cuando nosotros mismos hemos propiciamos la enfermedad, con nuestras maneras descuidadas de actuar y vivir—, es cierto, tenemos un sanador dentro de nosotros.
¿Quién genera el
calor normal y la temperatura elevada (superior a 37.5 °C) en un cuerpo enfermo?
¡Un poderoso Señor! A lo largo del tiempo se le ha dado muchos nombres, pero comúnmente
se le llama el Cristo Interno (así aparece en la Nueva Versión
Internacional de la Biblia): —Hijo del Hombre; Alma; El Maestro; El Espíritu
Santo; El Consolador; La Llama Triple. En el Nuevo Testamento, especialmente en
los cuatros Evangelios se le menciona con frecuencia.
El Cristo
Interno es una Llama Triple que se encuentra ubicada en la aurícula izquierda del
corazón, y mide aproximadamente dos milímetros de diámetros. Está constituida
por una Llama Azul, que es la Voluntad de Dios; una Llama Dorada que representa
la Sabiduría de Nuestro Creador y una Llama Rosada que es El Amor de Dios.
En una ocasión Jesús
les preguntó a sus apóstoles que qué decía la gente quién era Él, y la
respuesta acertada fue la de Pedro: “Tu eres el Cristo Manifestado, Maestro”. También
Jesús refiere en otra ocasión: “No le digan a nadie maestro, porque ustedes
tienen su propio Maestro que es el Hijo del Hombre”.
De modo que esta
Llama Triple, que posee inteligencia propia, irradia su Luz y Calor hacia la
sangre que viene de los pulmones, previamente oxigenada, pero invadida por agentes
extraños, llámense virus, bacterias, parásitos o células malignas. Si la invasión
(infección) es muy avasallante, eso le indica al Cristo Interno que debe
aumentar más su radiación (calor), y, por ende, la temperatura, hasta destruir
todos los patógenos o agentes extraños. En la mayoría de los niños es suficiente
darle baños con agua a temperatura normal, durante 15 a 30 minutos, acompañado
de abundante líquido. En el adulto con fiebre, el baño y el tomar un vaso de agua
cada hora lo ayudará.
Pero lo asombroso
del Cristo Interno ocurre cuando empezamos a hablar con Él, pidiéndole que
dirija y guíe nuestra vida, como un Maestro que Es. Él, a través de una 'vocecita' nos hablará, siempre y cuando mantengamos un momento de silencio
durante el día. Con la práctica y el tiempo se convertirá en un aliado muy
inteligente, que es como nuestra consciencia: No hagas esa tontería… cumple con
lo que prometiste… sólo dame las gracias por los favores recibidos…”.
Finalmente quiero alertarlos: el Cristo Interno, como un regalo de Dios a sus
hijos (nosotros), no comulga con el mal, ni el egoísmo, envidia, critica,
chisme, condena, juicio, arrogancia etc. Si lo desean desarrollar para el bien
de la humanidad tendrán que tomar el camino angosto.
*
Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Mi segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y como un regalo especial los remito al artículo:
“Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida”.
Jueves, 09-08-2018
Zordy Rivero, Cronista
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