viernes, 14 de abril de 2017

Cómo Ayudar a la Madre Tierra II

Siempre recuerdo a aquella señora que poseía un jardín en el patio de su casa y que era un portento para toda la comunidad. Que ¿cómo lograba mantener el jardín tan hermoso y lozano durante todo el año?, era un secreto que sólo ella conocía. Un día le pedí que me dejara tomar unas fotografías a su rosal. Después de tomarlas, ella se me acerco y me habló de su secreto:
—Yo poseo una sociedad con las palomas caseras. Ellas me visitan todos los días, buscan en mi jardín y encuentran un kilo de maíz regado entre las matas. Comen y se van, pero durante el día van y vienen escudriñando, buscando algunos granos escondidos; luego, por la tarde van a sus dormitorios, pero antes me han dejado su abono como un regalo inapreciable. Además —continuó—, conozco de buena fuente que el protector de las torcazas es San José, el padre del Amado Jesús, de modo que existe entre nosotros un convenio tácito: Él me cuida mi jardín y yo sus aves.

Muchos viejos del llano adentro (tierras bajas) saben que, donde habita la culebra de agua, siempre se mantienen vivos los manantiales. En el pasado muchos criadores mataban estas culebras y al poco tiempo se secaban sus lagunas, hasta desaparecer, invadidas por las malas hierbas. Sufría el ganado y muchas criaturas que viven en estado salvaje. Ahora, después de un duro aprendizaje, las protegen y prohíben la pesca en estos reservorios de agua, para que no les falte su alimento. Conozco un campesino que posee un préstamo pequeño dentro de su heredad, donde vive una familia de culebras de agua. Él cercó con alambre de alfajor el pequeño estuario como una medida de protección. Extrae el agua para su ganado con la ayuda de un motor de gasolina y una manguera, y lo lleva a un estanque cercano a su casa, donde su ganado no se exponga a la tentación de una constrictora. Siempre se podrá convivir con los habitantes de la Naturaleza, si existe, en primer lugar, respeto hacia ellos y, en segundo término, si les tenemos amor, pues en gran parte nuestra vida depende de la vida animal salvaje, que contribuye a mantener el equilibrio medio-ambiental.

El patio de nuestra casa en Valencia está cubierto de una espesa vegetación y en ella habitan muchas termitas que siempre están atacando los mangos, aguacates y guanábanos. Pero también viven en ese espacio las hormigas coloradas que son muy territoriales. Observando el comportamiento de ambos vecinos, un día decidí echarles comida a las hormigas al pie de los grandes árboles. Ahora las termitas se han retirado a otro lugar donde no causan daño.

En una conferencia impartida por una ambientalista Valenciana, refería, indignada, que qué derecho teníamos nosotros de matar a las cucarachas. Ese pensamiento me inquietó por un tiempo, hasta que inventé una trampa atrapa cucarachas. Luego las lanzo al patio donde entran en el mundo competitivo descrito por Charles Darwin y expresado a través de ‘la supervivencia del más apto’ o como dijo otro científico: ‘La supervivencia del que mejor se adapta’. Ahora las lagartijas las persiguen como un bocado delicioso, pero ellas a la vez limpian el patio de desechos y desperdicios, y de esa manera contribuyen al equilibrio en general.

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Dedico este artículo a la Amada Madre Tierra en su mes de Aniversario.
A mis lectores del mundo les recomiendo visitar la página Web de “La Fundación Mundial para las Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Mi segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y como un regalo muy especial los remito a “Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida”.

Val, 14-04-2017
Zordy Rivero

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