sábado, 20 de agosto de 2016

MIS EXPERIENCIAS EN LA MEDICINA

Las Preocupaciones

El Cuerpo Elemental que nos carga y lleva a todas partes tiene una inteligencia propia. Es el templo de nuestro Espíritu y exige que le demos el mejor trato; que seamos agradecidos y uno con él. A veces se cansa de nuestras tonterías, y entonces nos juega una mala pasada que puede cambiar nuestra vida, o enviarnos al mundo del más allá si no escuchamos su mensaje, o no aprendemos la lección. El Cuerpo Elemental siempre nos está hablando con su lenguaje peculiar. Ejemplo: un dolor de cabeza nos está indicando que dejemos las estupideces a un lado; una gastritis, que las preocupaciones que nos aquejan no tienen sentido.

Una paciente conocida no admitía que pudiera existir la vida sin preocupaciones. De hecho, pensaba que una existencia sin preocupaciones no podía llamarse vida. Ella se preocupaba del gobierno, de la comida, del sastre y el buhonero. El hábito estaba tan arraigado que cuando dejaba de preocuparse, pensaba que quizás podía enfermar, sin entender que la preocupación en sí misma, es una enfermedad.

En un chequeo médico anual, a nuestra señora le diagnosticaron un cáncer muy agresivo. La enviaron al oncólogo y éste la remitió a un psicoterapeuta, el cual, después de un interrogatorio exhaustivo, le dijo: Señora, tiene que dejar las preocupaciones y vivir una vida relajada.

Llegó a su casa tan desalentada que sólo pensó en resignarse a una muerte segura y pronta. En su mente no cabía la posibilidad de no preocuparse. Gracias a la colaboración de la familia, pudo entrar en un entrenamiento de yoga y meditación para encontrarse con la paz interior. El terapeuta le sugirió que oyera música clásica, barroca, relajante y curativa. Que viera películas humorísticas que la hicieran reír a piernas sueltas. Asimiló de tan buen grado las enseñanzas y prácticas sugeridas, que después los preocupados eran sus familiares más cercanos.

Al tercer mes se realizó otro chequeo y los resultados fueron asombrosos: remisión total del cáncer. De la susodicha enfermedad no quedó ni el rastro. Ocho años después todavía vive, saludable, pero las preocupaciones quedaron sepultadas en el olvido, como un recuerdo lejano y difuso.

Aprendió que cada cual debe asumir su propio rol y servir a la sociedad de la mejor manera, con nuestros dones y talentos. Es consejera familiar y da charlas en escuelas y Centros de Rehabilitación de enfermos con cáncer y otras patologías.


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Val, 20-08-2016
Zordy Rivero

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