Los Niños Chupa
Dedos
Este si es un
verdadero dolor de cabeza para el médico y los padres. En mi consulta de niños,
una de las preguntas casi obligatoria es averiguar desde cuando el infante se
chupa los dedos. Si ya tenía el hábito cuando empezó a caminar, precisar el
diagnóstico es relativamente fácil; y se pueden incluir algunas apreciaciones,
tales como: “Su hijo ha sido enfermizo y está bajo de peso, a pesar que usted
lo alimenta bien. Además, padece de parasitosis intestinal constantemente”.
Mientras el niño no camina, todo marcha bien. Al dar los primeros pasos empieza
a tomar todo lo que ve, luego se lleva las manos sucias a la boca. Aparecen las
primeras infecciones de garganta, es llevado al médico quien le indica, por lo
regular, antibióticos. A los pocos días recae y se le agregan infecciones de
oído, intestinales o de pulmones. Es hospitalizado por neumonía. Casi ningún
niño sobrevive a tres neumonías. La madre desesperada no sabe que sucede hasta
que encuentra un médico u otra persona de confianza que le dice que el causante
de las enfermedades de su hijo se debe al hábito de chuparse los dedos.
Unas les echan
sábila, otras les vendan los dedos. Todo método razonable es válido, siempre
que no golpeen al niño, ya que esto los llena de miedo y nadie crece saludable
viviendo en el miedo. Resuelto la causa el niño emprende su recuperación, y las
secuelas de la mala salud quedan como un lejano recuerdo por el que no se desea
volver a pasar. Muchos llegan a la adolescencia sin amígdalas y con operaciones
de oídos, que se hubiesen podido evitar, si alguien, llámese familiar o amigo,
les hubiese advertido lo que le esperaba al niño chupa dedo si seguía con su
lamentable hábito. Pero nunca es tarde para aprender.
En una ocasión
le dije a una madre que todos los problemas de su hijo provenían de esa
desastrosa costumbre. Me dijo que ella conocía a varias madres amigas que
tenían hijos que hacían lo mismo y eran saludables. Cuando su hijo murió,
complicado por múltiples infecciones, entonces me dio la razón. Ella aprendió
la lección de manera difícil, pero la aprendió. Eso creo.
Otras de las
secuelas que aparecen en estos niños son las deformidades de las arcadas
dentarias, y por ende de su cara. Algunos logran que su maxilar superior
proyecte los dientes fuera de la boca, que al final les trae complejos de
inferioridad que se hacen difícil de superar. En la escuela de mi pueblo conocí
a un compañero de estudio que nunca se le observó reír. Tenía que pelear todos
los días a causa de un sobrenombre nada agradable. Le decían pico e’ chuzo. Al final los padres
tuvieron que retirarlo de la escuela, y así evitar males mayores. Se lo
llevaron al campo a trabajar y de ahí no supe nada más de él.
*
Nota
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Mi segundo blog:
lascronicasllaneras.blogspot.com
Val, 10-06-16
Zordy Rivero
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