El Llano con sus
planicies inmensas está plagado de misterios, leyendas y sabiduría. Sólo hay
que vivir en su corazón para entenderlo y quererlo. Los llaneros viejos dejan
caer sus consejas a los jóvenes que muestran interés por las costumbres
ancestrales, entonces la imaginación va entretejiendo y acomodando aquél
conglomerado de conocimientos, que uno, con el paso del tiempo no puede
rebatir, pues su lógica contundente hace imposible la duda. Compartiré con mis
amigos algunas experiencias comprobadas una y otra vez a lo largo del tiempo.
Las plantas al
igual que los animales evolucionan con nosotros en el seno de la Madre Tierra,
de manera que se debe tener cuidado con el maltrato a estos preciosos
elementales, pues, ellos forman parte de nuestra familia. Si cortas un árbol en
tu patio, sin pedirle permiso a la Naturaleza y en especial a su Protector, lo
más probable es que tengas problemas serios en tu entorno. El Josefino, árbol
fuerte, robusto, de hermosas flores gusta mucho de la soledad; se le ve con frecuencia
en los sitios abandonados, y la única condición de que puedas permanecer en el
lugar, es que le hables y prometas vivir en sana armonía con el Medio Ambiente.
En los patios de las casas se observa con frecuencia la Trinitaria, también
amante de la soledad; si no aplicas el procedimiento anterior tendrás que
abandonar tu propiedad. Si las cortas, igual y más rápidamente te irás.
Me contó el
llanero Juan Leal de Arismendi, que él conoció a cuatro personas que lograron
matar un Tigre en los patios de sus casas; los cuatro terminaron divorciados y
abandonados por toda su familia. Al poco tiempo murieron en el más completo
desamparo. Conozco jugadores de gallos y coleadores que llevan una existencia
pobre y triste, y todo tiene que ver con el abuso de la vida que por obra de
Dios evoluciona en la Tierra. Del poderoso Samán emana un aura que genera
bienestar y salud al que logra sentarse en sus raíces o bajo su esplendorosa
sombra: excelente remedio para los dolores de cabeza. De la Ceiba se dice que se
nutre de las bajas vibraciones que emanan de las ciudades y pueblos. Es un
protector de las casas por excelencia. El fruto del arbolito de flores
amarillas, que abunda en pueblos y ciudades, la Retama, evita sufrir de la
tensión arterial alta. Yo siempre cargo mi semilla de retama en un bolsillo.
Una temporada de mi vida la pasé en la cordillera Andina, a una altitud
superior a 600 metros. En varias ocasiones caminé cerro arriba sin alcanzar los
2.000 metros, donde el frío hace estremecer alma y corazón. Allí aprendí que la
naturaleza y en especial las montañas no aceptan fácilmente el reto de los
hombres. El Deva, protector de las montañas no gusta que se tenga la creencia
de que somos superiores al que nos creó, y en especial a los Elohim, creadores
de la forma en el planeta.
Soy un amante de
las Culebras de Agua, también llamadas Anacondas. Su fuerza extraordinaria me
produce admiración y respeto. Me duele cuando conozco que un paisano ha matado,
sin necesidad, uno de estos especímenes de las profundidades. Les digo: donde
ellas viven jamás se agota el agua, sea en lagunas o esteros, pues, al penetrar
en la profundidad de la tierra abren vetas de aguas que se convierten en
manantiales perennes. Esto ha servido para que se les tenga más consideración y
respeto, y no se les considere como enemigas. Es suficiente no ingresar en su
medio, del cual son muy celosas.
Arismendi, 25-07-2013
Zordy Rivero
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