Alertas
de Nuestro Cuerpo
Cuando
alguna persona, o tal vez un viejo paciente me pregunta sobre un padecimiento
físico que no deja de serle molesto, sea porque le quita el sueño o le perturba
su buen desenvolvimiento en el trabajo, casi siempre le digo: Dele gracias a
Dios por el mensaje que le están enviando. A veces me replican: “O sea, que ¿yo
debo dar las gracias a Dios por estar enfermo?”.
—Así
es —respondo—, dé las gracias por el mensaje de alerta que su Cuerpo Elemental
le está enviando. Si no lo atiende a tiempo, aparecerá la enfermedad como
muestra de una advertencia verdaderamente drástica y muchas veces definitiva.
Por
ejemplo, una persona empieza a presentar de modo repentino una dermatitis en
una pierna, que responde muy mal a medicamentos alopáticos, hasta que un médico
que ve más allá de las consecuencias le dice que, la causa de tal afección es
la acumulación de estrés, que el paciente no ha sido capaz de liberar, sino al
contrario, que por una conducta apresurada e intolerante ha llegado a empeorar.
El médico le recomienda que se tome unas vacaciones o que haga paseos por las
montañas en compañía de familiares, de ser posible. Ella lo hace y mejora de
todas sus dolencias. Pero ¿qué hubiera sucedido si la paciente no atiende la
advertencia? Lo más probables es que la dermatitis deje de ser focalizada para
generalizarse, o también puede suceder que, de tanto rascarse la zona afectada,
termine formándose una ulcera.
Fueron
muchos los casos de tos que atendí en la consulta y lo primero que le
preguntaba al paciente era si en los días previos a la tos, había consumido
exceso de azúcar refinada, y casi con toda seguridad respondía que sí. No es
que fuera adivino o tuviera el poder de la clarividencia; nada de eso. El
azúcar blanco en abundancia baja mucho las defensas, y cuando éstas bajan es
propicio que las bacterias se aprovechen de esa debilidad.
Se
podría escribir un libro sobre las advertencias que nos hace el cuerpo y que si
las corregimos a tiempo nos permitirían llevar una vida más saludable y feliz. Tengo
muchos amigos que en la medida que atendieron esas alertas dejaron
de enfermarse y por consiguiente de acudir al médico.
Enumeremos
otros casos: Una sudoración axilar demasiado fuerte nos indica que estamos
bebiendo muy poca agua. También la falta de agua provoca la constipación y la
aparición de cálculos renales y biliares. Un mareo inesperado puede estar
relacionado con la ingesta excesiva de frituras y carnes rojas, además de la
falta de ejercicios físicos.
Hace
muchos años tuve la oportunidad de conocer a un conuquero que comía carnes
rojas todos los días, pero siempre estuvo trabajando en las labores de limpieza
de su campo de cultivo. Dos veces al año visitaba al médico, quien le indicaba
exámenes de laboratorio que siempre salían excelentes… hasta que se marchó a
vivir al pueblo donde abrió una bodega. Cambió sus hábitos de trabajo, pero no
los de alimentarse y dos años después sufrió de un Enfermedad Cerebro Vascular
(ECV) que lo llevó a la muerte poco tiempo después. Nunca comprendió que el
trabajo rudo lo liberaba del exceso de grasas saturadas, garantizándole una
buena salud.
Mi
método practico que uso a diario para deshacerme del estrés es darme golpecitos
durante unos cinco minutos en los hombros y espalda. También ayuda oír música
clásica y hacer ejercicios de respiración profunda. Un fumador, apenas terminado
un cigarrillo experimenta un suave estado de relajación y armoniosa tranquilidad,
sin darse cuenta que ha llegado a ese estado de paz gracias a la inhalación profunda, que
estimula un centro nervioso que está relacionado con los neurotransmisores de
la felicidad, pero que no tiene nada que ver con el humo entrando en los
pulmones, y que lo matará lentamente, con toda seguridad.
*
Les
recomiendo a mis amigos del mundo visitar la página Web de “La Fundación
Mundial para las Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Mi
segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y
como un regalo especial los remito al artículo: “Una Brújula Moral para el
Viaje de la Vida”.
Domingo,
19-05-2019
Zordy
Rivero, Cronista
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