domingo, 3 de septiembre de 2017

CRÓNICAS URBANAS

En una ocasión que hablaba con mi hermano el poeta Adhely Rivero –ahora estamos un poco distanciados, quizás debido a los cambios que han surgido en el país, y que alteran todo tipo de relaciones, que en última instancia tiene que ver con el modo de pensar y sentir de cada individualidad-, me dijo que había conocido un dueño de finca que un diciembre invitó a sus mejores amigos para degustar una ternera asada, y que para su extrañeza, le pertenecía a los cuatreros. Era una finca de doscientas hectáreas y  tenía alrededor de doscientas cabezas de ganado. En la celebración, y ante el escozor de la curiosidad, el poeta le preguntó al anfitrión que le explicara cómo era eso de una ternera perteneciente a delincuentes de ganado.
“¡Ah, entiendo! Yo en enero selecciono diez reses de mi finca, que es el promedio que los cuatreros me sustraen cada año; pero como éste sólo se llevaron siete, decidí compartir una con ustedes, mis amigos. Las otras dos las venderé para hacer unas reparaciones necesarias”.
También refería el poeta Adhely que en algunas ciudades de España existen cafeterías donde la gente se toma un café y deja otro pago, para un eventual cliente que esté en crisis económica.

Entonces yo aproveché la ocasión para referir una situación similar de un parcelero, que en el momento en que le estaban robando unos racimos de plátanos de su conuco, y siendo alertado por las personas de la casa, dijo:
“A mí no me están robando; se llevan los de ellos. Yo tengo dos siembras de plátanos, una para la casa y otra para los ladrones”.
Era una manera de compartir y no confrontar con el abuso de quien no tiene mucho qué perder.
Conozco de personas que planifican su vida semanalmente de acuerdo con sus entradas de dinero, que no siempre son abundantes. Dicen; para la semana disponemos de tanto para gastos. Al concluir la misma, muchas veces compran media caja de cerveza y la comparten entre ellos, saliendo así de una rutina que no es agradable por el hecho de estar persiguiendo comida como si de una cacería se tratase.

También sé de un productor del campo que le ofrece el pan a sus vecinos, sea yuca, ocumo, topocho, ñame, etc., siempre y cuando le ayuden a mantener su conuco limpio y que estén disponibles a la hora de la siembra. Es una especie de conuco comunal en el que todos participan, a la vez que protegen el producto de sus esfuerzos.

Hemos hablado de tolerancia y amor compasivo o el arte del buen vivir, y eso es bueno por la sencilla razón de que la conciencia en el individuo se está elevando. Ya podemos ver familias compartiendo sus alimentos con las aves; asistiéndolas, protegiéndolas, y eso suena o se ve bien. No podemos pedir ayuda si nosotros no ayudamos a nadie, y tampoco podemos pedir abundancia en nuestras vidas y en nuestras familias si no estamos dispuestos a compartir o dar algo de nosotros, Así funciona el mundo, la vida, pero todo comienza con nosotros, teniéndole amor a los otros, sean animales, insectos, plantas, ríos o la Naturaleza.

*
A mis lectores del mundo les recomiendo la página Web de “La Fundación Mundial para las Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org.es
Y como un regalo muy especial los remito a Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida; también en mi segundo Blog: sabiduriamaestra.blogspot.com

Val, 03-09-2017
Zordy Rivero

No hay comentarios:

Publicar un comentario