miércoles, 22 de julio de 2015

HIJOS ILUSTRES DE ARISMENDI V

Rafael Rodríguez, un Inventor de Guadarrama

Rafael Rodríguez, conocido en la amplia geografía Arismendeña por ser un destacado cuentacuentos, nació en el caserío Gavilán, circunscripción de la parroquia Guadarrama del estado Barinas, el 08 de agosto de 1952. Hijo de Gregoria Ramona Rivero Herrera y Rafael Rodríguez Venero, ambos difuntos. Sus hermanos: Adela, Reinaldo, Gregoria del Carmen, Adhely, Zordy y Moraima Rivero. Todos vivos excepto Adela. Ya viviendo en Arismendi, empezó sus primeros estudios en el Grupo Escolar Nacional “Unión”; ahora “María Torrealba de Ochoa” el año de 1961. Al culminar el sexto grado en 1967, y no teniendo recursos para continuar sus estudios en la ciudad, optó por visitar a su padre en Guadarrama, don Rafael Rodríguez, en busca de ayuda. El padre sólo le ofreció trabajo en la finca y le dijo que con estudios nada más no se vivía. Viendo ésta puerta cerrada, Rafael dirigió sus pasos hacia San Carlos, donde pudo ingresar en el Centro de Formación Agropecuaria (INCE), permaneciendo allí dos años. Egresa en 1970 como Técnico Agropecuario (Agricultor y Criador Calificado). Recibió clases relacionadas con la agricultura, ganadería, apicultura, cunicultura y horticultura; además de la infinidad de cursos que logró aprovechar, incluyendo el de electricidad.
Con el título en mano, Rafael regresa a su pueblo natal y acude a la finca de su padre, en el Gadín, con la intención de poner todo aquel bagaje de conocimientos en práctica; sólo que el padre no quiso aceptar innovaciones en sus predios, quizás por no estar acostumbrado a invertir o por miedo a lo nuevo. De modo que se dirige a la ciudad de Valencia, donde empieza a trabajar de manera ocasional. Apenas cumplió la mayoría de edad ingresa a la General Electric, la famosa compañía Americana de electrodomésticos. Dos años después es reclutado en San Carlos y es llevado al cuartel de Naguanagua donde es juramentado a los pocos días. Finalmente prestará el servicio militar en el Batallón Justo Briceño de Mérida, a la orilla del río Chama. De allí sale con el grado de Sargento Primero.
Ya libre, vuelve a Arismendi, donde le ofrecen el cargo de Comandante de la policía de Guadarrama. Sólo duró seis meses; no le gustó y renunció. Ingresa a la CADAFE, en Guadarrama, donde trabajó dieciséis años, pidiendo la baja debido a que presentaba deterioro de su salud debido a la alergia al gasoil.


Rafael Rodríguez

Este verano de 2015 en Guadarrama, Rafael confeccionó un apagador de bombillos con una jeringa desechable de 3 ó 5 ml. El procedimiento es el siguiente: Después que se  tiene la jeringa en la mano, extraemos totalmente el émbolo, tomamos la primera guía (cable) y la introducimos en el extremo de la aguja; se le hace un nudo para que no salga; la otra guía se pasa por el otro extremo y también se le hace un nudo; se introduce el embolo con presión y las dos puntas de cables quedan frente a frente. Al empujar el émbolo se prende el bombillo y al jalarlo se apaga. ¡Muy sencillo y funcional! Si desean ver muestra de este apagador económico, acudir a la casa de Moraima Rivero en Arismendi.


Apagador

Pero a Rafael Rodríguez se le conoce mejor como Cuentacuentos Oral -género muy difundido en el Llano-, alegrando a la gente en las reuniones, fiestas, velorios y en las esquinas de cualquier pueblo de los tanto que recorre en su diario devenir. Les dejo una pequeña muestra de dos cuentos de nuestro creador:

Los Monos, el Hombre y el Conuco
Tenía yo un conuco en la orilla del río Portuguesa, en Guadarrama, en una zona muy fértil. A entradas de aguas sembré una tabla de maíz que se levantó de lo más hermosa. Apenas comenzó el maíz a cuajar,  aparecieron los monos en bandadas, robándome la cosecha. Viendo la urgencia del caso partí a Calabozo. Me compré cuarenta y ocho pares de alpargatitas de esas que usan los choferes en el retrovisor de sus carros. Ese mismo día por la tarde regresé a casa. En el conuco, acompañado de mi hijo Gustavo esperamos sentados bajo la sombra de unos guásimos, a que llegaran los monos. Al poco rato aparecieron. Nos miraban desde lo alto, con curiosidad. Saqué de un morral dos pares de alpargatas y nos las calamos, lentamente, para que vieran nuestra actuación; luego tomé la marusa y se las lancé cerca de unos carutos. Bajaron a revisar. Cada uno tomó las suyas y se las fue colocando en los menudos pies. Cuando  completaron su labor corrimos tras ellos y los agarramos tratando de subir los árboles. Resbalaban y caían en el saco que les colocábamos debajo; luego amarramos los sacos, los metimos  en una canoa,  y los llevamos al otro lado del río. No regresaron a molestarnos durante ese año.


El Burro Cazador
Una tarde salí de cacería en mi burro mohíno. Entré en la montaña, en una zona donde abunda el picure y la lapa. Me llevé la escopeta y un par de cartuchos. En la enjalma amarré varias mallas llenas de frutas: mangos, guanábanas, lechosas. Tomé algunas y las coloqué cerca del sitio de cacería. Durante una hora estuve velando, pero no llegó ninguna presa. Un poco aburrido fui a buscar mi cantimplora. Mi sorpresa fue grande cuando miré un picure muerto entre las patas del burro. Pensé: caray este animal es mejor cazador que yo. Tomé la presa y regresé a casa. Ese día lo recompensé con paja y melaza. Desde entonces él caza por mí. Deja que los animales suban  a comer y al momento de bajar los patea en la cabeza.
Rafael Rodríguez Rivero
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A mis lectores del mundo les recomiendo visitar la página Web de “La Fundación Mundial para las Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Mi segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y como un regalo especial los remito al artículo: “Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida”.

Arismendi, 22-06-2015
Zordy Rivero, Cronista

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