Un Sabedor
A don Tulio Lovera le despertó la
curiosidad el hecho de saber que en Guadarí vivía un sabio de dotes muy
elevadas. Sonrió de buena gana cuando supo que se trataba de Guadalupe Gómez.
No porque Guadalupe fuera un hombre que a duras penas podía leer, y que por
impedimento físico se le dificultaba escribir.
-Don Tulio, le digo que el hombre
sabe de todo –dijo un vendedor ambulante-. Lo que usted le pregunte él lo sabe.
-Eso me complace, pero sigo sin
entender. ¿Cómo hace Guadalupe para obtener sus conocimientos, con limitaciones tan evidentes? -dijo don Tulio.
-Verá usted, señor, Guadalupe está
impedido a causa del reumatismo. Su mujer e hijos ven por él. Vive en la
entrada del pueblo. En la mañana lo sacan al frente de su casa en una silla y
lo meten por la noche. Cuando una persona del pueblo necesita saber algo acude
a su casa: don Guada, a mi madre que si
vio pasar al vendedor de agua potable…, al
del gas…, al comprador de chatarras… Le digo que el hombre siempre sabe lo que le preguntan.
-¡Ah!, ahora si entiendo, usted me está hablando de
un sabedor, no de un sabio -aclaró don Tulio.
Arismendi,
01-09-2014
Zordy
Rivero, Cronista
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