El martes diecisiete
de febrero de 2014 visité en el parcelamiento Urape del estado Cojedes, en
compañía de Celina Cordero, Josefa Montañez y Nancy García. El terreno
comprende lo que antes era llamado hato La
Esperanza de 4700 hectáreas, que fue expropiado por el gobierno Nacional, y
ocupado hace unos tres años por pequeños productores de distintas procedencias,
siendo la mayoría de Arismendi, pero también se encuentran familias del Táchira
y Colombia. Este hato perteneció a Carlos
Andrés Pérez, quien luego lo vendió al terrateniente Pedro Zerpa. Estaba
dedicado casi exclusivamente a la producción ganadera. Pudimos observar unas
cien máquinas abandonadas, que sólo les queda el caparazón, porque las piezas
internas fueron extraídas. Ahora existen familias que se dedican a la
ganadería, pero en su mayor parte a la agricultura. Visitamos la casa de
Serafín Galvis y Angelina Cordero, poseedores de 50 hectáreas. Cultivan maíz,
ñame, lechosa, caña, cebollín, y crían gallinas. Es una de las fincas más
atractivas por la variedad de cultivos que en ella impera. Surten con su
variada producción el mercado de los
lunes de Arismendi.
Fuimos
notificados en días pasados por un campesino de la presencia de monos muertos en Urape. Al pensar en
monos muertos sin un motivo aparente, lo asociamos con la fiebre amarilla, una
enfermedad infecto-contagiosa mortal causada por un virus, clasificada dentro
de las fiebres hemorrágicas, y que se caracteriza porque el paciente presenta
fiebre, ictericia (tinte amarillo se la piel), hemorragia y albuminuria. La enfermedad
es transmitida por la hembra del mosquito Aedes
Aegypti; esta pica al mono contaminado y luego al ser humano. Aquí
preguntaríamos, ¿quién contamina al mono? Existen otros animales donde se
mantiene el virus en circulación: murciélagos, roedores, caballos, aves
domésticas, víboras etc. La enfermedad es prevenible por vacuna, que antes
protegía por diez años, pero que en la actualidad crea inmunidad de por vida.
Cuando fuimos
alertados por un campesino de la zona -y aun sabiendo que este territorio
pertenece a El Baúl, y por lo tanto son ellos quienes tienen que ejercer el control
epidemiológico, acudimos de inmediato-; también comprendemos que Arismendi es
el sitio de referencia inmediata de sus pobladores. Buscamos al señor que vio
los monos muertos, pero desafortunadamente no se encontraba en casa.
Ángel David
Andrade, técnico en zoonosis del Ambulatorio de Arismendi me explicaba que la
causa de la muerte de los monos, en su mayoría y en esta temporada, es debido a
que comen flores y retoños del Drago y Bototo,
muy tóxicos o venenosos. Y todo tiene que ver con la tala y quema
indiscriminada de árboles, que en su mayoría forman parte de la dieta daría de
los monos y araguatos. Para comprobar si existe fiebre amarilla en la zona,
habría que tomar un mono muerto y llevarlo a un laboratorio donde se pueda
aislar el virus de la sangre, líquido cefalorraquídeo (LCR) o tejidos. En las
personas infectadas se realiza un examen de suero para detectar Ig M, a través
del método ELISA.
A partir de un
periodo de incubación de 3 a 6 días se presentan lo síntomas siguientes: Fiebre
súbita con escalofríos, cefalea, dorsalgia, dolor generalizado, náuseas,
vómitos, enrojecimiento facial, inyección conjuntival y leucopenia (disminución
de los glóbulos blancos). A los tres días
desaparece la fiebre para aparecer nuevamente entre el quinto y séptimo día con
un cuadro hemorrágico catastrófico: el
vómito negro, como también se le conoce a esta enfermedad.
La orden de la
Dirección Regional de Salud del estado Barinas, presidida por la doctora Seham
Yammoul, y la epidemióloga doctora Alba Carrillo, es que se debe vacunar en
Urape y Arismendi contra la fiebre amarilla
y luego notificar a Cojedes. Han enviado 1.000 dosis para cubrir Guadarrama, La
Unión y Arismendi.
Zordy
Rivero, Cronista
Arismendi,
25-02-2014
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