martes, 25 de febrero de 2014

CRÓNICAS

Urape, Territorio de Esperanza

El martes diecisiete de febrero de 2014 visité en el parcelamiento Urape del estado Cojedes, en compañía de Celina Cordero, Josefa Montañez y Nancy García. El terreno comprende lo que antes era llamado hato La Esperanza de 4700 hectáreas, que fue expropiado por el gobierno Nacional, y ocupado hace unos tres años por pequeños productores de distintas procedencias, siendo la mayoría de Arismendi, pero también se encuentran familias del Táchira y Colombia. Este hato perteneció a Carlos Andrés Pérez, quien luego lo vendió al terrateniente Pedro Zerpa. Estaba dedicado casi exclusivamente a la producción ganadera. Pudimos observar unas cien máquinas abandonadas, que sólo les queda el caparazón, porque las piezas internas fueron extraídas. Ahora existen familias que se dedican a la ganadería, pero en su mayor parte a la agricultura. Visitamos la casa de Serafín Galvis y Angelina Cordero, poseedores de 50 hectáreas. Cultivan maíz, ñame, lechosa, caña, cebollín, y crían gallinas. Es una de las fincas más atractivas por la variedad de cultivos que en ella impera. Surten con su variada producción el mercado de los lunes de Arismendi.

Fuimos notificados en días pasados por un campesino de la presencia de monos muertos en Urape. Al pensar en monos muertos sin un motivo aparente, lo asociamos con la fiebre amarilla, una enfermedad infecto-contagiosa mortal causada por un virus, clasificada dentro de las fiebres hemorrágicas, y que se caracteriza porque el paciente presenta fiebre, ictericia (tinte amarillo se la piel), hemorragia y albuminuria. La enfermedad es transmitida por la hembra del mosquito Aedes Aegypti; esta pica al mono contaminado y luego al ser humano. Aquí preguntaríamos, ¿quién contamina al mono? Existen otros animales donde se mantiene el virus en circulación: murciélagos, roedores, caballos, aves domésticas, víboras etc. La enfermedad es prevenible por vacuna, que antes protegía por diez años, pero que en la actualidad crea inmunidad de por vida.

Cuando fuimos alertados por un campesino de la zona -y aun sabiendo que este territorio pertenece a El Baúl, y por lo tanto son ellos quienes tienen que ejercer el control epidemiológico, acudimos de inmediato-; también comprendemos que Arismendi es el sitio de referencia inmediata de sus pobladores. Buscamos al señor que vio los monos muertos, pero desafortunadamente no se encontraba en casa.

Ángel David Andrade, técnico en zoonosis del Ambulatorio de Arismendi me explicaba que la causa de la muerte de los monos, en su mayoría y en esta temporada, es debido a que comen flores y retoños del Drago y Bototo, muy tóxicos o venenosos. Y todo tiene que ver con la tala y quema indiscriminada de árboles, que en su mayoría forman parte de la dieta daría de los monos y araguatos. Para comprobar si existe fiebre amarilla en la zona, habría que tomar un mono muerto y llevarlo a un laboratorio donde se pueda aislar el virus de la sangre, líquido cefalorraquídeo (LCR) o tejidos. En las personas infectadas se realiza un examen de suero para detectar Ig M, a través del método ELISA.

A partir de un periodo de incubación de 3 a 6 días se presentan lo síntomas siguientes: Fiebre súbita con escalofríos, cefalea, dorsalgia, dolor generalizado, náuseas, vómitos, enrojecimiento facial, inyección conjuntival y leucopenia (disminución de los glóbulos blancos). A los tres días desaparece la fiebre para aparecer nuevamente entre el quinto y séptimo día con un cuadro hemorrágico catastrófico: el vómito negro, como también se le conoce a esta enfermedad.

La orden de la Dirección Regional de Salud del estado Barinas, presidida por la doctora Seham Yammoul, y la epidemióloga doctora Alba Carrillo, es que se debe vacunar en Urape y Arismendi contra la fiebre amarilla y luego notificar a Cojedes. Han enviado 1.000 dosis para cubrir Guadarrama, La Unión y Arismendi.
Zordy Rivero, Cronista

Arismendi, 25-02-2014


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