Desde nuestro nacimiento venimos
programados para vivir al menos 120 años, y solamente el azúcar refinado nos
quita hasta cuarenta años de vida. Si los gobiernos del mundo conocen esta
realidad, ¿por qué permiten y promueven una alimentación recargada del
mencionado veneno? Muy simple, si no fuera por ella de qué vivirían el pediatra
y demás médicos; el odontólogo, el sepulturero y el fabricante de féretros.
El argumento que exhiben los
conocedores de la materia es que el azúcar es una fuente de energía primordial
para el organismo, y esto es cierto. Es el primer generador de energía usado
por células y tejidos, pero también sabemos que existe azucares proveniente de
las frutas y que son verdaderamente saludables, y en especial la miel de abejas.
El azúcar es tan dañino que es el
alimento esencial para que los virus y bacterias se multipliquen por millones
en el cuerpo, de allí que si una persona está enferma, específicamente en
presencia de un proceso infeccioso, lo más probable es que desmejore de manera
dramática
Tuve la oportunidad de presenciar
el caso de un niño de unos cuatros años de edad, que acudía a la consulta con
una fiebre elevada, y la madre para tranquilizarlo le dio una chupeta. Diez
minutos después entraba en convulsiones repetidas que por poco acaban con su
incipiente vida. En conclusión, es contraproducente la ingestión de azúcar
refinado en una persona enferma, ya que está demostrado que debilita aún más el
organismo, el sistema inmunológico.
Debo aclarar que no me he
referido a la diabetes mellitus, trastorno hormonal grave cuando no es
controlada adecuadamente, sin dejar de mencionar que los adictos al azúcar
refinado son más propensos a padecer de esta patología degenerativa y mortal,
sobre todo cuando no se le atiende a tiempo.
Recuerdo que las personas adictas
al azúcar enferman con más frecuencia, en comparación con el resto de los
mortales, puesto que mantienen las defensas orgánicas permanentemente bajas.
Zordy Rivero
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