Sábado 29
En la Oficina de “La Fundación Mundial para las Ciencias Naturales”,
Paul llama a la secretaria Mónika y a mí a su oficina —cada mañana y a veces
por la tarde—, y cada uno con tres decretos en mano, rezamos y pedimos por los
países de la Tierra, en especial por los que se encuentran en guerras —mencionándolos—
para que regresen a la armonía y la paz.
En la Oficina no existe cocina de gas o eléctrica. Lo único que se
consume caliente es el café, salido de una cafetera eléctrica. La comida del
almuerzo es fría en su totalidad, pero deliciosa. Paul me ha preguntado si no
existe ningún inconveniente para mí. Le he dicho que me gusta mucho. Su esposa Elisabeth la prepara en casa y la
envasa en recipientes de vidrio, bien tapados. Paul la lleva a la Oficina y la
guarda en la nevera. Alcanza para varios días y es una comida deliciosa, nutritiva
y balanceada. Al final de la comida disfrutamos de un postre, que puede ser un
trozo de pan impregnado de mantequilla, un helado de frutas o un yogurt.
Siempre he tenido al alcance muchas manzanas, y al comienzo comí tantas que mis
dientes sintieron una especie de dentera.
Zordy Rivero
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