ABUNDANCIA EN ÉPOCAS DIFÍCILES
En la peor época de su vida la
familia Lucena no contaba con suficientes reservas de alimentos para subsistir.
Vivían en el campo a unos ocho kilómetros de Guadarí. Cultivaban una parcela de
unas cinco hectáreas que a duras penas les permitía sobrevivir. Un invierno el
viejo y los hijos se propusieron cultivar toda la heredad. Sembraron yuca,
ñame, plátanos y caña de azúcar en abundancia. Ese verano se dejó correr la voz
de que Los Lucena regalaban toda su cosecha. Empezaron a llegar gente de todos
los rincones, a comprobar si era cierto lo del regalo. “Todo es regalado,
dijeron al unísono, excepto el papelón y el melao”. Sucedió lo que el viejo
había previsto, la gente que llegaba en busca de comestibles, traían de regalos
ropas usadas y enseres como muestra de agradecimiento, y muchos eran los que
compraban una o dos cargas de papelón. También vendían marranos, gallinas,
huevos, pero todo lo demás era gratis.
El viejo entendió que no bastaba con el cultivo de la tierra. No era suficiente producir si no se lograba atraer a los clientes. Y para atraer a esos clientes que estaban allá afuera había que ofrecer algo muy tentador, y gratis, si fuera necesario. Había dicho un día a sus hijos: Si yo hubiese estudiado quizás fuera el director de un colegio o una empresa, pues según mi poco entender yo nací para producir y produciendo ideas soy muy bueno.
El viejo entendió que no bastaba con el cultivo de la tierra. No era suficiente producir si no se lograba atraer a los clientes. Y para atraer a esos clientes que estaban allá afuera había que ofrecer algo muy tentador, y gratis, si fuera necesario. Había dicho un día a sus hijos: Si yo hubiese estudiado quizás fuera el director de un colegio o una empresa, pues según mi poco entender yo nací para producir y produciendo ideas soy muy bueno.
Don Lucena murió cerca de los cien
años, rodeado de una familia numerosa, satisfecho porque entre los suyos no
volvió a imperar la escasez. Antes de morir le dijo a la familia: Amen a la
madre tierra, ella al igual que nosotros también se cansa y se desvitaliza.
Recordó a la familia su máxima: “no olviden, mis hijos que el único que tiene
derecho a recibir es el que da, y dar significa darse uno mismo en servicio a
los demás”.
*
A mis lectores del mundo les recomiendo
visitar la página Web de “La Fundación Mundial para las Ciencias Naturales”: www.naturalscience.org/es
Y como un regalo muy especial los remito a Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida
(introducir en el buscador solamente
la palabra moral).
Zordy Rivero
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