Tumores Engañosos
Un trabajador del campo de unos cuarenta años de edad
fue diagnosticado por un médico de la ciudad con la presencia de dos tumores;
uno a nivel de las costillas falsas derechas y el otro ubicado en la región glútea
inferior. Le dijeron que los tumores eran posiblemente quistes sebáceos. Le
indicaron una serie de exámenes y pruebas para su estudio y posterior
operación. El hombre asustado regresó al pueblo a reunir un dinerito, y aprovechando
el momento, acudió a mi consulta para que le diera una opinión personal sobre
su situación.
Como de costumbre realicé un interrogatorio
exhaustivo y un examen físico general completo. Al interrogatorio averigüe que
desde la infancia había tenido como medio de trasporte una bicicleta, en la
cual recorría largas distancias por los caminos y carreteras del llano. También
trabajaba como guadañero, ganándose el sustento en parcelas y fincas. Quien
descubrió inicialmente los tumores fue el mismo paciente. A partir de ese
momento, al saberlo, su mujer y demás familiares no descansaron hasta convencerlo
de que viajara a la ciudad.
Al examen físico palpé dos masas móviles, no
dolorosas, de unos cinco centímetros de diámetro. Mi diagnostico no fue difícil
y estaban asociados a su trabajo. El de la región de la nalga era un callo debido
al roce del asiento de la bicicleta en su largo trajinar por caminos
accidentados; el de las costillas, causado por el roce de la guadaña durante
días y días de trabajo. Diagnóstico epidemiológico definitivo: Callos de origen
laboral. Le indiqué la aplicación de cristal de sábila todas las noches por un
mes acompañado de sebo de chivo frotado en las zonas referidas.
Muchos diagnósticos se pueden resolver a
través de la epidemiología; sólo se necesita un buen interrogatorio, una
acuciosa observación y el examen físico respectivo. Algunos médicos de la
ciudad no les dedican mucho tiempo a los pacientes, por temor a que se
cansen en la sala de espera y se vayan a otro médico que sea más rápido en su
proceder. Sé que algunos lectores piensan que estos casos no concuerdan con la
realdad, pero si así fuera no habría tantas intervenciones quirúrgicas
innecesarias, que ponen en riesgo, a diario, la vida de muchos pacientes que se
dejan llevar por su buena fe.
Val, 12-11-16
Zordy Rivero
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