martes, 8 de septiembre de 2015

MIS EXPERIENCIAS EN LA MEDICINA IV

En días recientes presenté un problema con una muela del maxilar inferior que no dejaba de ser una molestia. La muela había perdido la corona, quedando a ras de la encía. Visité a un viejo odontólogo amigo en el municipio Naguanagua. Después de una revisión me dijo que sólo quedaba una solución: extraerla. No teniendo otra alternativa, di mi consentimiento, y así lo hizo. Tuvo que fracturarla en varios pedazos para poderla sacar. Aunque traumático el procedimiento, no resultó doloroso.

Mi amigo odontólogo me dio varias indicaciones que ya yo conocía. Que tuviera una dieta líquida por 24 horas y reposo absoluto. De regreso a casa compré dos cajas de vitamina C de 500 mgs cada cápsula y me tomé tres gramos diarios por siete días. Tomé abundante líquido y pocas bebidas azucaradas, y cuando me refiero al azúcar, me refiero al azúcar refinado. A pesar del cuidado a que me sometí, al tercer día empezó a aparecer una infección, y temiendo que fuera a hacer un absceso y una posterior fístula, con la consecuente operación quirúrgica, acudí en auxilio de la sábila.

Cada noche me colocaba un trocito de cristal en el lugar de la infección, y la cubría con algodón. Ahí lo mantenía durante toda la noche. Siete días más tarde, es decir, al décimo día me encontraba completamente curado, sin haber tomado un solo antibiótico. Esta planta milagrosa no permite la sobrevivencia de las bacterias ni hongos por muy resistentes que sean. Donde llega la sábila estos bichitos microscópicos desaparecen, de modo que a nivel tópico su uso es excelente.

También he indicado la sábila de manera tópica en las ulceras varicosas a nivel de los tobillos, y muy frecuente en las personas mayores; en las colitis y ulceras gástricas con resultados asombrosos. Conozco personas que presentaron dolor en la fosa iliaca derecha, sitio anatómico donde se ubica el apéndice vermicular, y que al inflamarse puede llegar a la apendicitis aguda. Gracias a un emplasto de sábila en la zona (abdomen) durante la noche, el dolor y la inflamación desaparecieron.

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En los últimos tiempos se han realizados investigaciones sobre los efectos perjudiciales del televisor. De los televisores que se mantienen en los cuartos donde duermen las personas. Estos aparatos poseen un condensador muy potente que aun apagados absorben las energías de los individuos dejándolos desvitalizados; de allí que cuando se levantan después de mal dormir siete horas, se sienten muy cansados, agotados, sin ánimo incluso de vivir. Las consecuencias en el cuerpo son innumerables, desde el daño a glándulas hormonales hasta un envejecimiento prematuro. Mi recomendación es que no duermas con estos aparatos en sus dormitorios, pues aun apagados son muy dañinos. Sabemos que un cuerpo sin energía es propenso a adquirir enfermedades graves, degenerativas, como el cáncer, por citar un solo caso. De modo que ya están advertidos.

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En una ocasión me visitó en mi consulta una madre con una niña presentando una infección en la boca. La pequeña babeaba y tenía fiebre alta. La traté y la paciente se recuperó. Después volvió con diarrea y luego con una otitis aguda purulenta. En un mes la traté tres veces. Supuse que la niña enfermaba por descuido de la madre o de quien la cuidaba, y así se lo hice saber. La madre por supuesto se molestó y me dijo que acudía a mí para que ayudara a su hija no para que la regañara.
“Dele gracias a Dios que la estoy regañando -le dije-, porque de alguna manera me estoy preocupando por su hija, que podría sufrir un daño de los riñones o el hígado de tanto tomar drogas. Además, estamos en una época en que casi nadie se preocupa por nadie. Ojalá yo consiguiera a alguien que me reprendiera cuando cometa un error, pues yo entendería que esa persona me quiere, me tiene amor y desea mi bien”.
La joven madre estuvo a punto de llorar al comprender que debía cuidar mejor a su hija, por el bien de ella, de su familia y de la sociedad. Para beneplácito de todos, la niña no volvió a enfermar pues la madre había aprendido la lección.


Arismendi, 08-09-2015
Zordy Rivero,  Cronista

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