“Arismendi es el único pueblo llanero en la
geografía venezolana que celebra fiestas todos los lunes”, he oído decir. Esta
aseveración no es cierta del todo, lo que es o representa una verdad a medias. Es
cierto que en La Feria de los Lunes existen personas, la mayoría jóvenes, que
se dedican a libar licor de manera desenfrenada, pero es sólo una minoría. El
Arismendeño común es trabajador, laborioso, responsable y de una alta
moralidad, que no desperdicia su tiempo entre bares, juergas y borracheras. Por
alguna razón somos el primer municipio llanero en la producción de quesos y
ganado vacuno.
El sábado empiezan a llegar los vendedores
procedentes del Tinaco, San Carlos, Acarigua, Valencia y Mariara, por mencionar
algunos nombres, pues también comercian con nosotros la gente de El Baúl,
Camaguán y Guanarito. La mayoría de los comerciantes vive en el pueblo, y
conforman unos cien puestos de ventas, donde se puede comprar desde un par de
botas de la mejor calidad, ropas, comida, hasta un tornillo. Todo lo que se
necesita para el hogar o la finca, incluyendo repuestos de tractores y máquinas
pesadas -en el Mercado o La Feria de los Lunes-, lo encuentra. Si no lo tienen
en el momento, una semana después lo tendrán con toda seguridad.
Me dijo un señor de Mariara que desde hace veinte
años vende ropa en Arismendi, sólo que él visita a los clientes en sus casas.
Su familia vive bien y todos sus hijos han estudiado gracias a la prosperidad
de este pueblo llanero, que está muy poco acostumbrado al regateo; al comprador
sólo le interesa la calidad del producto. En la década de los 90 le hice una
consulta a un joven de 15 años, aquejado de una gran debilidad. Le dije que
posiblemente se trataba de una anemia, por la palidez acentuada de su piel,
anemia causada con mucha frecuencia por la parasitosis intestinal. Le referí
que el tratamiento iba a ser caro y le pregunté si tenía suficiente dinero para
adquirirlo. Se levantó de la silla metiéndose la mano en uno de los bolsillos y,
sacando un fajo de billetes, dijo: “¿Bastará con un millón de bolívares?”. Es
suficiente, respondí asombrado. En la época de que hablamos era toda una
fortuna. Luego le pregunté que dónde trabajaba y me respondió que era becerrero
en una finca, y que tenía tres meses que no venía al pueblo. El tratamiento no
llegaba a ochenta bolívares. Un becerrero es el encargado de apostarse en
la puerta del corral y soltar el becerro a la vaca que va a ser ordeñada;
después, al terminar la faena se encarga de trasladar la manada a un potrero
aislado de las madres.
La Feria de los Lunes ha sido motivo de
inspiración para artistas y creadores. El poeta Adhely Rivero, nativo de
Arismendi y traducido a varios idiomas, entre ellos el inglés y el árabe,
escribió un poema muy lindo relacionado con La Feria, en su libro Los Poemas de
Arismendi. Con su autorización, he
aquí el poema:
Remonta un bomgo
hasta Arismendi
con los quesos de un mes
de ordeño
Los que duermen la noche
en la barranca
llaman
con pesadez
Solicitan viajes o encomiendas
Abordan verduras o animales
Un hombre mordido de culebra
Todos van los lunes al puerto
antes del amanecer
Compran venden hacen trueque
sus jornales
Hay un fulgor
en el gastado retrato
que la gente va dejando.
En El Nacional del sábado 15 de abril del año
2000 apareció un artículo Los Lunes de
Arismendi, escrito por el poeta Luis Alberto Crespo y comentado por José
Antonio Agudelo, cronista de Calabozo. Quien desee tenerlo puede acudir a la
Cámara municipal de Arismendi, y solicitarlo en la Oficina del Cronista.
A pesar del aporte que Arismendi le ha hecho a la
Nación en cuanto a producción de queso, ganado y productos agrícolas, todavía
sus calles no han sido asfaltadas. Sólo tres -incompletas-, cuentan con asfalto. Las demás esperan por la sensibilidad de un político con arraigo,
uno de sus hijos nativos, que le duela este querido y sentido terruño, ubicado
en el centro de los llanos Venezolanos.
Los usureros que nunca faltan en cualquier zona
comercial también tienen su nombramiento y peculiaridades. En una ocasión
escuche esta conversación:
-Vaya hijo a comprarme un repuesto de moto, pero
lleve suficiente dinero por si tiene que ir a una de las “Guerra Méndez” (haciendo
alusión a una clínica privada de la ciudad de Valencia), cuyos servicios
médicos son muy onerosos. Varias casas comerciales trabajan con sobreprecios.
El dependiente sabe que cuando llega un cliente es porque no ha conseguido lo
que buscaba en ninguna otra parte, y descaradamente se aprovechan de esa
situación, sin pensar que existe una justicia Divina que al final se impone.
Siempre me había preguntado en qué momento surge
la Feria de los Lunes. La respuesta más aproximada es ésta: a partir de la
conclusión de la carretera Arismendi-El Baúl, a mediados de los años 70 del
pasado siglo. Vía que nos comunica de manera directa con San Carlos y Valencia.
Antes de existir esta carretera, los productores sacaban su mercancía hacia
Camaguán, Calabozo y Guanarito, casi siempre en fuera de bordas.
El movimiento comercial ha sido tan próspero que
hubo que crear una sede del Banco Bicentenario, y de ese modo evitar que la
gente fuera objeto de robos y abusos en San Carlos, donde iba a cambiar sus
cheques y cobrar sus sueldos y pensiones. La construcción de hoteles también ha
aumentado en los últimos años. Se cuenta con un aproximado de 20, y todos se
mantienen activos.
Recuerdo que al comienzo, hace años, tuvimos que
trabajar con la prudencia. Decir en una ciudad que uno vivía en Arismendi, era
exponerse a ser asaltado. Se tenía la falsa creencia de que el hecho de
pertenecer a este próspero municipio, ya se era rico, y no es así. Igual
sucedía con eso de tener fincas. Este nombre lo asociaban a uno con mucho
ganado, aunque a veces los campesinos sólo poseen una rastrojera con un patio lleno
de gallinas, un topochalito, una mujer, y un rancho lleno de niños.
Arismendi, 10-05-2014
Zordy Rivero, Cronista
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