sábado, 9 de noviembre de 2013

CRÓNICAS

Una Lamentable Experiencia

El 21 de julio del año 2012 llegaron procedentes de Barinas las médicas integrales Comunitarias María Alejandra Peña Márquez, 24 años y Doybel Angélica Delgado Loaiza, 24 años, egresadas de la primera promoción 2011 de la UNELLEZ.

Venían con la indicación expresa de hacerle la vida imposible (léase difícil) al personal del Ambulatorio Rural Tipo II “Roger Rojas Tarazona” de Arismendi, y en gran parte lo lograron. Ellas se prestaron a tal maniobra inducidas por la ambición de obtener escaños en el hospital Luis Razetti, cuando regresaran a realizar su internado rotatorio. Y digo que en gran parte lo lograron porque las recién tituladas estaban envueltas en su gran arrogancia, que les facilitó realizar el trabajo sucio de algún personero malintencionado de Barinas.

Abrieron un cuaderno donde el personal debía firmar a la hora de entrada y salida. Al trabajador que llegaba tarde, es decir, después de las 8 am, le pasaban una raya al resto de la página; a veces anotaban la hora de llegada de alguno que entraba después de la hora indicada, colocando una que otra observación. Al final de cada mes sacaban copias y las llevaban al distrito Sanitario N° 01 de Barinas, para el día de la presentación de cuentas. En el transcurso de los meses levantaron varios informes, que por supuesto, generaron confrontación con el personal, tratando de crear división interna, que al final no les funcionó, pues la unidad del equipo se mantuvo siempre firme.

Trabajar en un pueblo es muy distinto a hacerlo en una gran ciudad. En los pueblos pequeños se está más compenetrado con la gente, y ay de quien haga algún desplante al vecino. Ejemplo: Una enfermera sale de su casa a las 7:30 de la mañana para su trabajo, pero en ese instante la señora que vive en la esquina necesita que le apliquen a su marido una inyección intramuscular, para aliviar una lumbalgia. La servidora de salud no se puede negar así llegue tarde a su trabajo, sencillamente no se lo perdonarían sus vecinos, porque además es comadre de la señora del necesitado, o como sucede con frecuencia, son parientes, o ella siempre ha hecho el favor solicitado como parte de su desempeño. Lo que trato de decir es que en los pueblos casi todos somos familias, directa o indirectamente, y negarse a prestar un servicio fuera del trabajo es como echarse encima una condena que le costará la paz por siempre, con el agravante de la mala fama.

De modo que las nuevas médicas siguieron presionando al personal hasta que le levantaron un informe desalentador al ciudadano Efraín Chávez, firmado también por el médico veterinario Erwin Cunare (su jefe inmediato) y la licenciada Migdalia Landaeta. Lo llevaron a la gobernación de Barinas, de la cual depende, y de inmediato le suspendieron el sueldo y lo sacaron de la nómina de pagos por incumplir con su trabajo. Sólo porque en el mes de agosto el compañero viajó con su Iglesia al estado Amazonas a llevar ayuda,  asistencia humanitaria a algunas tribus muy pobres que viven en la gran selva. Mencionaré dos refranes muy populares que vienen al caso: La soga siempre revienta por el lado más delgado; y de mal agradecidos está lleno el mundo.
Por último, las escuelas Evangélicas del poblado recogieron firmas para ayudar al caído en desgracia, también lo hicimos nosotros en el Ambulatorio, con sus excepciones. En la gobernación se le canceló el salario caído, pero de su cargo original, que era el de ayudante de Veterinario, lo pasaron al de Promotor Social.

El 15 de diciembre las médicas comunitarias María Alejandra y Doybel dejaron Arismendi, tras haber cumplido su triste permanencia en el Ambulatorio. Nadie quiso hacerles una despedida;  la casi totalidad del personal se negó a regalarles una despedida fraterna. Quizás se pensó en una reconciliación, pero muy tardía. Al llanero se le hace muy difícil practicar la hipocresía. Entiendo que ellas cosecharon lo que sembraron.

A pesar que durante cinco meses se trabajó bajo una intensa presión, repito, la unidad del equipo se mantuvo. Ellas se marcharon y nosotros quedamos sirviéndole a un pueblo al cual nos debemos. A diferencia de otros médicos y estudiantes de medicinas que han pasado por nuestro centro de Salud, las referidas no recibirán nuestras visitas ni llamadas cuando vayamos a la ciudad marquesa. De eso estoy seguro, y quizás jamás volvamos a saber de ellas.

Arismendi, 19-12-2012
Zordy Rivero,  Cronista

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