sábado, 23 de noviembre de 2013

UNA GRAN BIBLIOTECA

El miércoles 20 de marzo de 2013 salí en la madrugada de Arismendi en compañía del señor José Leo, mejor conocido como Primón. Íbamos rumbo al caserío de Santa María de Canaguá de Curbatí, parroquia de ciudad Bolivia-Pedraza, donde viví aproximadamente seis años, a comienzos de la década pasada. Santa María es un caserío emprendedor, ubicado a pie de monte Andino, a 600 metros sobre el nivel del mar. Íbamos en busca de mi biblioteca.

La mudanza consistía principalmente en una biblioteca de 7.000 libros -sin incluir las revistas y periódicos-, de materias diversas: medicina, literatura, historia, filosofía y cultura general. Libros que fui acumulando a lo largo de los años, y para ser preciso, a partir de los 13 años de edad cuando me inicié seriamente en la lectura. Hasta la fecha he escrito diez libros de narrativa corta. Recuerdo que mi primer libro “Cuentos” fue publicado por la UNELLEZ, por el año de 1988, cuando estudiaba medicina. Pero en honor a la verdad, mi biblioteca consta de unos 10.00 ejemplares, distribuidos entre Arismendi y Valencia.

Ahora ya no compro libros, a excepción de algunos de la actual generación, pero continúo leyendo incansablemente, alternando con la escritura de crónicas, cuentos y artículos referentes a la salud.

Durante mi estadía por seis años en Santa María donde llegué a mediados del año 2002, aprendí sobre el comportamiento del campesino serranero. La mayoría de ellos procedían de los campos y pueblos de Trujillo y Mérida. Noté al principio que tenían un sentido del respeto y de la palabra muy elevado. Para ellos la palabra empeñada es un documento de fe.

Una de las personas que me visitaba con frecuencia era el paisano y amigo Yofre Méndez, quien se hizo muy querido en la comunidad. Notamos que la gente del caserío tenía muy poco sentido del humor, y nosotros en el llano que lo tenemos de sobra comenzamos jugarnos con ellos y a contarle de los llanos bajos de Barinas. Al comienzo los viejos no aceptaban las “mamaderas de gallo”, porque lo veían como una forma de irrespeto, pero con el tiempo los jóvenes se alinearon con nuestra manera de ser y empezaron con sus cuentos y bromas, que muchas veces nos sorprendían.

También recibí en la soledad de mi finca La Laguna la visita de mi mujer Rita Venero, mis hijos Cesar Augusto y Yelitza Coromoto; al poeta Adhely, Rosemary Domínguez y Rodrigo Adhely; Denni Rivero y familia; Reina Flores, Héctor Castillo. Lo que más les impresionó fue la Laguna natural de cien metros de largo por 75 de ancho (donde Yofre sacó en una ocasión una cachama de 4 kilos 600 gramos); también el verdor de la vegetación que es permanente durante todo el año -debido a la abundancia de las lluvias-, es grata a los ojos del visitante; pero en sí lo más agradable es el frío que allí impera, que sólo permite la permanencia en los patios de las casas hasta las 7 de la noche, si se está bien abrigado con ruanas o mantas propias de la zona.

Mientras ejercía la medicina en Curbatí, recibí un crédito del gobierno bolivariano para sembrar cuatro hectáreas de café. Cinco años después el cerro se vino abajo destruyendo toda la plantación. La laguna natural con unas 4.000 cachamas desapareció de la pequeña propiedad como de  un plumazo. El ministerio de Ambiente tras realizar una inspección determinó que la zona debía ser evacuada, pues, debido al desastre ecológico fue declarada no apta para ser habitada. Fui exonerado del crédito y salí de Santa María, y creo que para siempre. Volví a Arismendi donde trabajo como médico Jefe del Ambulatorio Rural Tipo II, “Roger Rojas Tarazona”. También escribo las crónicas de Arismendi, sacadas del presente y de los ancestros de este criollo pueblo llanero.

Zordy Rivero, Cronista de Arismendi

No hay comentarios:

Publicar un comentario