domingo, 10 de mayo de 2020

NARRATIVA

INVESTIGACIONES DE UN SABIO

En su juventud el sabio de Guadarí incursionó en el mundo de las drogas denominadas lícitas, pero tan peligrosas como las ilícitas. Fumó cigarrillos y tabaco; ingirió licor y mascó chimó. En la medida en que las fue conociendo, empezó a apartarse de las mismas. Un reciente opúsculo publicado sobre el peligro del chimó, dejó sorprendido a extraños y conocidos. Trataré de hacer un resumen de la pequeña obra, pero el que desee conocer la investigación en su totalidad puede buscarla en la internet.

“El chimó empieza a ejercer sus efectos deletéreos en el organismo humano en el mismo instante en que se fija a la dentadura. La goma negra que se extrae con el dedo de una cajeta, por lo general contaminada con huevos de parásitos y bacterias que viven debajo de las uñas, pasa sin obstáculos al tubo digestivo, sin mencionar los que salen del baño sin lavarse las manos. Este simple hecho me llevó a conocer que todos los mascadores tienen parasitosis intestinal masiva.

“En el momento en que se siente el mareo, nos indica que ya la droga se encuentra en la sangre, ejerciendo un control cerebral, distorsionando, o inhibiendo la información que de él sale o entra para ser procesada. Se deduce por tanto que los consumidores adictos pueden alcanzar una inteligencia casi vacuna, es decir, poco creativa. De manera que la mediocridad en el arte, la política y la vida en general se hace evidente.

“La droga acelera más de lo normal los latidos del corazón, en un promedio superior a quince latidos o más por minuto. Sumándole años a una taquicardia moderada, estamos hablando al menos de quince a diecinueve años de vida perdida por un mascador crónico. A partir de ahora, cuando sepan de un difunto, que en vida fue adicto al chimó, pregunten cuantos años mascó regularmente, y entonces sabrán cuantos años de vida le arrebató la droga.
“En mis estudios en mascadores, realizado durante varios años, llegué a comprobar que a la edad de los sesenta años, todo mascador crónico es un impotente absoluto y sin remedio. Pero donde sí hace verdaderamente estragos esta mezcla enajenadora es en los niños y jóvenes, impidiéndoles realizar estudios que implican un esfuerzo intelectual, pues se ha demostrado que el cerebro, bajo el efecto de la goma negra inhibe la creatividad y las ideas originales.

“La mayoría de los adictos presentan cierto grado de desnutrición, pues la misma inhibe el apetito. Cuando la persona se arrima a la mesa a comer, por lo general no tiene hambre y por tanto come muy poco. Y por último, la cantidad exagerada de saliva que se escupe, deja de bloquear el exceso de acidez del estómago, propiciando la gastritis y úlcera gastroduodenal. Y no vamos a hablar de los demás órganos de la economía, que suman otros elementos generadores de enfermedad y mal vivir”.

II
El libro “El Chimó, Una Droga De La Muerte” le costó al sabio muchas burlas y desaires. Todas venían de gente que estaba muy ligada a la fabricación y comercialización del producto. Incluso, hubo un degenerado que quiso patentar una marca de chimó con el nombre de don Tulio. Como lo oyen y no exagero. El chimó se iba a llamar Chimó don Tulio. Afortunadamente el sabio fue enterado por un amigo y tuvo tiempo de parar el registro, amenazando con una demanda si usaban su nombre para una droga tan detestable. A raíz de aquel suceso la gente se organizó para combatir el negro vicio de la muerte. La esperanza es que para el año 2030 no haya consumidores de chimó en el país.

Domingo, 10-05-2020
Zordy Rivero, Cronista


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