jueves, 18 de julio de 2019

HUMOR Y VIDA VI


Al pueblo de X llegó un nuevo Comisario a seguir poniendo orden en la comunidad. El anterior Comisario hizo un trabajo tan eficiente que prácticamente acabó con la delincuencia, más no con los delincuentes, pues a su modo de pensar estos eran necesarios para la permanencia del cuerpo policial. A todo sospechoso de robo que llegaba a la Comisaría era rapado inmediatamente. Si en la cabeza aparecía la cicatriz, sin pensarlo, se incluía en la lista de los que vivían al margen de la ley. 

Pablo Tarazcón era un viejo vigilante ya jubilado pero que nunca perdió el hábito de hacer de la vigilancia una parte de su solitaria vida. De contextura fornida y muy alto, todas las noches a partir de las 9 se acomodaba en una silla, en una esquina de su patio, con un termo de café y un garrote entre las piernas. Todo el que lograba entrar en su patio durante la noche, sin ser invitado, recibía un certero garrotazo en la cabeza que le bañaba el rostro de sangre. Si el sujeto se desmayaba, Pablo lo arrastraba hasta la calle y lo dejaba en la acera para que algún transeúnte lo auxiliara.

De modo que cuando aparecía la cicatriz en la cabeza era señal suficiente para pensar que había tenido un encuentro desafortunado con Pablo Tarazcón, y también era motivo para que ese sospechoso de robo saliera del pueblo en busca de nuevas oportunidades, oportunidades que no iba a conseguir en el pueblo de X, donde todos los conocían y lo veían con recelo.

El nuevo Comisario, después de conocer detalles sobre el valioso trabajo de Pablo le hizo una invitación para instarlo a que desistiera se seguir con dicha conducta que no dejaba de poner en peligro su vida. Pablo dijo que ya no se dedicaba a la vigilancia ni en su casa ni fuera de ella. Aunque no dijo —quizás por desconfianza— que ahora dormía en el patio en un chinchorro, durante todo el verano, arropado por un mosquitero transparente para evitar a los molestos mosquitos. Había colocado en su patio varias cuerdas de nylon que estaban conectados con su chinchorro. Cualquiera que ingresara al patio durante la noche, a los primeros pasos era delatado y en la oscuridad recibiría el acostumbrado leñazo.

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Mi segundo Blog: cronicasdearismendi.blogspot.com
Y como un regalo especial los remito al artículo: “Una Brújula Moral para el Viaje de la Vida”.

Domingo, 18-07-2019
Zordy Rivero, Cronista

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