sábado, 5 de marzo de 2016

MIS EXPERIENCIAS EN LA MEDICINA IX

El recuerdo de Marcos Lucena siempre es grato a mi memoria. Lo conocí cuando yo tenía unos seis años y él, para el momento, pasaba de los ochenta. Apenas recién graduado ejercí la medicina en mi pueblo. Era el invierno de 1991. Un día apareció don Marcos a mi consulta muy desmejorado de salud. Recientemente había viajado a Valencia a verse con un médico Internista. Este le había indicado una dieta muy estricta que lo estaba matando de hambre. Me dijo: “me prohibieron comer carnes rojas, harinas, granos, mantequilla, frituras, refrescos, azúcar refinada…”. Le indiqué que comiera todo lo que le habían quitado. Como se negaba a creerme tuve que repetírselo varias veces y gritarle al oído: Coma todo lo que le venga en gana, pero no abuse. Entonces sí me entendió. Le explique que en un pueblo como Arismendi era muy difícil hacer ese tipo de dietas, a menos que tuviera dispuesto a morir de hambre. Si le ponen un plato de cochino frito, cómase sólo tres presitas, que es lo que su cuerpo necesita, es decir, reduzca los alimentos a su mínima cantidad. Si se comía un plato de espagueti con huevos, ahora cómase la mitad.
Le conté el cuento de los dos hermanos. Uno comía carne y el otro no, y se dio el caso que murieron el mismo día. El diagnóstico del médico fue: ‘Uno murió porque comía mucha carne y el otro porque no la comía’. Finalmente le dije a don Marcos que moderara el consumo de café y el vicio del chimó.

El paciente, con la nueva dieta, recuperó la salud en pocos días. Al año siguiente me pidió permiso para visitar al internista, por sugerencia de la familia. Le dije que lo podía hacer pero que al regresar me visitara para revisar el nuevo tratamiento. También le recomendé que no le dijera a su médico de Valencia que yo le había cambiado la dieta. Apenas regresó de la ciudad, me visitó. Me dijo muy apesadumbrado: Le tengo una mala noticia: El internista que me puso la dieta de no comer nada, murió. Lo siento mucho -dije-. Seguramente él seguía la misma dieta que le impuso a usted.

Don Marcos Lucena murió a los 104 años, en Arismendi, agobiado por el peso y los achaques de una edad avanzada. Pero hasta el día que dejó este mundo terrenal no volvió a enfermar. 
Zordy C. Rivero

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