En septiembre de 2015 le dije a
mi hermana Moraima que me iría a vivir a Valencia, al lado de mis hijos y mi
mujer. Entre sollozos me preguntó que si la iba a dejar sola. No supe qué
responderle. No le dije que desde la muerte de mi querida madre, hacía dos años
y medio, me había quedado solo en Arismendi. Tampoco le dije que varias veces
he llorado desde mi corazón y que me había sentido triste en la casa donde
pasamos los mejores días de la infancia. Todos tenemos cierta tolerancia a la
soledad, pero nunca nos acostumbramos a ella.
Algunos de mis amigos han
especulado sobre mi inesperada partida de Arismendi. Creen que es debido a:
-Los setenta años de atraso y
abandono en que se encuentra el pueblo, sin que ningún gobernante haya hecho
algo para sacarlo de su deprimente situación.
-Que repetidamente me han dicho
que soy “loco” por las cosas que hice en mi juventud y que sigo haciendo en la
actualidad. Una que siempre me recuerdan, es haber construido una casa en los
copos de un mango, en el conuco que poseía mi madre en el Cabestro. De esto y
mucho más me siento orgulloso y si volviera a ser joven lo haría de nuevo.
-La salida de la presidencia de
la Cámara municipal del concejal Eduardo Garrido el 2014, porque votó en contra
de la memoria y cuenta del alcalde José Zapara, por la sencilla razón de que
los números no cuadraban por ningún lado. Además, la dirección regional del
Psuv de Barinas expulsó del partido a este líder honesto, en esa ocasión, por
no apoyar al alcalde cuestionado.
-Las innumerables irregularidades
e injusticias que ocurren el este extenso municipio de Barinas, y que no voy a
mencionar.
Me voy de mi pueblo llanero para
estar cerca de mi familia; esa es la razón principal. Pienso que es el momento
de la partida. Si dejara para un futuro lejano, quizás no me acostumbraría a la
ciudad, o mi misma familia me recibiría como un extraño, y esa
condición es más triste que vivir en la soledad.
No obstante, seguiré investigando
y escribiendo crónicas de mi pueblo hasta averiguar de dónde venimos, quienes fueron
nuestros fundadores y hacia donde se dirigen nuestros pasos de avanzada. Pero,
sobre todo, trataré de rescatar el anecdotario Arismendeño que es muy abundante
y variado. Continuaré con el articulado referente a los hijos Ilustres que son
muchos, y para la mayoría de los paisanos, desconocidos.
Antes de desincorporarme del
cargo de cronista el pasado año, propuse como mi posible sucesor al poeta
Adhely Rivero, quien vive en Arismendi y tiene más de doce libros publicados, y
algunos traducidos a otras lenguas, entre ellas el inglés.
Finalmente, mi sincero
agradecimiento a todos los concejales de la Cámara municipal de Arismendi, y
demás personal que allí labora. Los dos últimos años compartidos con ellos fue
una verdadera experiencia gratificante e inolvidable. Con el amor de mi corazón
me despido de ustedes.
Arismendi, 02-01-2016
Zordy
Rivero, Escritor
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