Puedo
referir que los carnavales de Arismendi en la década de los 70 del siglo XX
fueron carnavales muy violentos, salvajes y temidos. No existía respeto por el
ser humano, propiedad o jerarquía. Al igual que las peleas de gallos y los
toros coleados, estos juegos representaban un resabio del extinto Imperio
Romano, quien terminó desapareciendo gracias a sus abusos e irrespetos hacia la
vida en general.
Recuerdo
que en el pueblo se organizaban grupos de personas y se metían en las casas por
la fuerza. De los cuartos y de debajo de las camas o escaparates sacaban a las
pobres victimas para echarles agua y cubrirlas de barro. Si las personas o
familias se molestaban, peor para ellas, pues le volvían a aplicar la misma
dosis hasta que se enfriaran o contentaran. Algunas de las victimas seguían a
sus verdugos como una forma de obtener venganza en otras personas.
Muchas
familias en la época de carnaval se iban a los campos, a casas de familiares
para evitar los abusos. Otros compraban comida suficiente y permanecían encerrados
durante tres días, en silencio, temerosos de que una bandada de vagos cayera
sobre sus casas. A mí me pareció que eran unas fiestas muy tristes y
decadentes. En el Corroncho, a orillas del río Guanare, hacían pozos de lodo y
todo el que tenía la desdicha de pasar por allí lo agarraban y metían en el
barrizal, casi siempre a la fuerza. A este acto lo llamaban “salar”, y el
desafortunado salía irreconocible, como un perro recién bañado que se estruja
en el polvo.
Ese
salvajismo generó muchas peleas violentas, incluso muertes. Pero no fue esa la
causa de la desaparición de la violencia carnavalesca. Mucha gente empezó a
andar armada y esto creó temor en los abusadores, quienes se abstenían de
lanzar agua o sustancias dañinas (pinturas, aceite quemado, carbón) para no
exponerse a una bala o en el menor de los casos a una puñalada.
Pero
la máxima violencia de los carnavales de Arismendi estuvo representada por un
miembro de la Guardia Nacional llamado el distinguido Garrido, que de paso
vivía con una buena mujer de la localidad: Martina Domínguez. Este distinguido
de la Guardia, con sus amigos de tragos, marcó al pueblo con sus actos
agresivos. No había discriminación. Todo aquel que presentaba resistencia caía
abatido bajo el poder de la bandada de borrachos. Su recuerdo nefasto no ha tenido
parangón con otras épocas. Fueron días oscuros y tristes para Arismendi, un
pueblo sumido en el atraso y completamente aislado de las grandes urbes.
En
nuestra época, es decir, en este año 2015, los carnavales más sonados son los
de Guadarrama. No se permite jugar con agua a menos que se haga dentro del hogar, sin afectar a terceros. Sin embargo, este año no se
realizaron las acostumbradas festividades debido a las deficiencias en la
energía eléctrica y el agua potable. Aunque no fue suficiente obstáculo para
que muchos arismendeños y calaboceños se dieran cita en la acogedora parroquia
de Santo Tomás.
Arismendi,
16-02-2015
Zordy
Rivero, Cronista
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