En el poema Gente Íngrima de Adhely Rivero, el poeta nos presenta a
Elieche Manro, un viejo muy sabio que ha aprendido a comunicarse con sus
gallos, hasta el extremo de impulsarlos a tomar decisiones que al final definen
el curso de sus propias vidas. Pero ¿cómo se logra esa comunicación tan sutil y
real? Sabemos que los animales adquieren costumbres de sus dueños, les obedecen
y hasta logran pronosticarle un acontecimiento desagradable que se podría
evitar; pero en el caso de nuestros amigos emplumados ellos han logrado
penetrar en el ser interno de su dueño y vivir en parte, su vida, en la medida
en que él se los permite. Entendemos, de ese modo que, el sentido de la vida de
don Elieche Manro eran los gallos y estos los sabían y comprendían. Sabemos
también que todo en la vida está conectado, y que donde ponemos nuestra
atención allí estamos nosotros, creando ese don que nos comunica sin el habla,
con esa vida elemental y a la vez compleja, que nos rodea y que ocupa nuestro
espacio en la tierra mientras interactuamos entre sí.
El poema está ambientado principalmente en el llano, donde sus personajes
despliegan una sabiduría intuitiva que trasciende la norma general del llanero
común. Es una poesía muy fluida, pero a la vez muy inteligente que nos muestra
el pensamiento de personas que llevan una vida aparentemente sencilla y
monótona, pero que en esencia no es así, pues este poema nos revela una
realidad que puede suceder en cualquier lugar de la amplia geografía llanera.
Yo como un conocedor de esa geografía y de muchos de los hechos allí
contados, poseo la ventaja de haber vivido en parte esas memorias, hasta donde
el recuerdo me lo ha permitido; situaciones que todavía no han sido explicadas
adecuadamente, tornándose en pensamientos que van y vienen sin una explicación
lógica que las sostenga, pero que gracias a Adhely, con su gran capacidad de
observación y prodigiosa memoria nos cuenta lo que en realidad sucedió en
aquellos lejanos días de la década de los 70 y más atrás. Pero la historia no
termina allí, por la simple razón de que cada lector, con las herramientas del
escritor, podrá recrear su propia historia y darle un sentido propio, sea a
través del aprendizaje que se obtiene con la experiencia de los personajes del
poema, o con una historia que le habla al lector que se acerca a ella con una
mente amplia y novedosa.
No deseo prefigurar ni dar a entender que el poema está cargado con un
fuerte sentido de misterio, y que las acciones de los personajes pertenecen a
la historia de un pueblo que trasciende las fronteras del llano. Sabemos que el
llanero es un personaje que ha adquirido una sabiduría poco común, marcada por
un componente muy fuerte de vivir en libertad y con el sentimiento de no
temerle a nada, que en muchas ocasiones se convierte en una manera inexplicable
de retar el peligro, desestimando el miedo a la muerte. Quiero decir que las
limitaciones del llanero se las impone él mismo, no el llano ni las
circunstancias, y este hecho surge porque el llanero cree que él es dueño y
señor de ese entorno que él mismo ha modelado.
Cuando leí por primera vez este largo y a la vez complejo poemario de
Adhely me sentí gratamente impresionado, porque de alguna manera el poeta
estaba contando mi historia, que no deja de ser la historia de todos los
llaneros que un día aprendimos a vivir en esta dura escuela, que nos retaba a
diario a aprender, experimentar o morir, donde un acontecimiento imprevisto
pudo alarmar a todo un pueblo en un momento y al día siguiente había sido
entregado al olvido del tiempo histórico. Porque para el llanero tan sólo
importa el momento, el desprendimiento y el desprecio por la muerte y el peligro.
No es raro que la dureza del llano nos impida alcanzar la vejez en muchos
casos, a menos que te desligues de esa realidad que forma parte de la vida y de
la muerte. Una solución que muchos en su juventud eligen: viajar a las ciudades
y apartarse de los peligros del llano, que es todavía un mundo virgen y lleno
de aventuras. Nacer en el llano no sucede por simple casualidad: aprendes a ser
valiente y a no temerle a las grandes inmensidades, con sus soledades
infinitas. Es todo un reto. Naces en el llano, en esencia, para aprender a ser
valiente, para resolver sobre la marcha; y quien ha vivido en el llano puede
vivir en las sociedades más inhóspitas del planeta. Esa es nuestra herencia.
Gracias Adhely por este hermoso poema: Gente Íngrima.
Arismendi, 01-07-2022
Zordy Rivero
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