martes, 3 de diciembre de 2019

MIS EXPERIENCIAS EN LA MEDICINA XLIII


En un pueblo llanero conocí un pescador de unos sesenta y cinco años de edad, que llevaba unos veinte padeciendo de palpitaciones esporádicas. Iban y venían, pero él seguía viviendo tranquilamente como si nada… hasta que le hizo el comentario a uno de sus familiares. Estos lo llevaron a ver un médico especialista para que le arreglaran la salud, a pesar que él se oponía a un chequeo médico. Al final lo vio un médico Internista quien le detectó una arritmia cardiaca, cuyo tratamiento consistía en implantarle un marcapaso, cuestión a la que el paciente también se opuso, pero que tampoco le sirvió de mucho. Los familiares que eran personas pudientes y de influencia consiguieron el marcapaso y en un abrir y cerras de ojos se lo hicieron colocar. A los pocos días el viejo regresó al pueblo no muy contento, pues, tal parecía que el 'estar normal nuevamente' le resultaba una incomodidad. Sus amigos lo entusiasmaron y le auguraron una larga vida, pero el caso es que poco antes de cumplir el primer mes de vivir con su aparato regulador del ritmo cardiaco, amaneció muerto en su cama. Lo llevaron a la ciudad, le extrajeron el marcapaso y se lo colocaron a otro enfermo del corazón.


Surge la pregunta ¿qué sucedió con este enfermo? Muchas veces existen pacientes que viven con sus dolencias sin que estas les cause impedimentos de trabajo o de llevar una vida relativamente normal. A veces un exceso de café puede producir palpitaciones, y al disminuir su ingesta, vuelven a la normalidad. En otros casos, el mismo paciente se ha acostumbrado a vivir con su dolencia o malestar, y al corregir la misma, el cuerpo se resiente, negándose muchas veces a seguir viviendo, a menos que le restituyan sus viejos hábitos. De manera que el hecho de eliminar un hábito a la ligera implica retirar algo esencial de esa vida, como podría ser la misma vida. Se han visto casos de alcohólicos crónicos, a quienes por un problema de salud se le suspende el alcohol de manera radical, y a los pocos días esa persona muere sin una causa aparente. 


A mi modo de ver, para erradicar una vieja costumbre lo mejor es irla retirando progresiva y lentamente, hasta que el cuerpo acepte la nueva situación o la nueva costumbre.


También se han visto casos similares en personas carnívoras que de pronto se hacen vegetarianas; entonces el cuerpo que estaba acostumbrado a sus viejos hábitos se niega a seguir viviendo, abandonando, dejando al dueño sin casa.
Martes, 3-1-2019
Zordy Rivero, Cronista

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