Luís
Erasmo Galantón nació en Valle de La Pascua estado Guárico el 30 de setiembre
de 1952; hijo de Andrea de Jesús Cedeño y Juan de la Cruz Galantón, con quienes
vivió hasta la edad de 11 años, cuando se vino con Susana de Moreno para Arismendi.
De allí continuó su camino hacia la finca “Uberaliito” atendida por Manuel
Castillo y Susana, quienes finalmente terminarían de criarlo.
Cuenta
Galantón que desde sus primeros años de vida sintió un atractivo muy poderoso
hacia los animales del campo, y fue entonces cuando se encontró con Susana de
Moreno en Calabozo, quien le dijo que ella poseía una finca donde criaba ganado
vacuno, caballos, cochinos y aves de corral. Esto lo entusiasmó tanto que lo
llevó a dar ese paso importante hacia el llano barinés.
Entrado
en los doce años acaece la muerte de su padre en Calabozo. Desde ese momento
Galantón estuvo pendiente de la madre viuda. La comunicación era a través del
telégrafo, (único medio de comunicación rápido que existía en el pueblo). Si
presentaba una enfermedad u otra dolencia él iba al encuentro de la madre para
ayudarla en lo necesario.
A
los 18 años hizo pareja con Felipa González quien tenía ya cuatro hijos de un
matrimonio anterior. Galantón tuvo con ella una hija única: Gregoria Teresa
González Galantón, directora actual de la Escuela “María Torrealba de Ochoa”.
De
manera que por crianza puede decirse que nuestro entrevistado tiene cinco hijos,
y que ellos a la vez lo reconocen como un padre.
En
la década de los 60 —cuando llega al pueblo—, Arismendi era muy nombrado en los
estados Llaneros; pero sobre todo muy conocido por sus ‘fiestas patronales’ y ‘toros
coleados’. La manga de coleo se construía de manera improvisada y temporal en
la calle “Banco Alto”, y ya en plena festividad, y poco antes de soltar un toro
un conjunto de música (venido de san Fernando de Apure) tocaba un pasodoble con
una maestría tan extraordinaria que hacia estremecer a los presentes. Luego
venían las fiestas aguinalderas. Los músicos salían a las cuatro de la
madrugada a recorrer las calles y despertar al pueblo para que acudiera a las misas,
interpretando canciones hermosas que hacían levantar a los habitantes y
seguirlos hasta una ruta final que terminaba en la iglesia parroquial. También
fueron muy conocidas las “Fiestas de Gala”, donde acudían los señores más
encopetados de aquella sociedad: ganaderos, comerciantes y bachilleres.
Los
inolvidables bailes en casas de Trina de Vidal, Elauteria y Ramón
Abreu, que duraban hasta tres y cuatro días marcaron su impronta en aquella
sociedad rural.
En
“Uberalito” Galantón se levantaba de madrugada a ordeñar las vacas y luego
llevaba todas las mañanas al pueblo entre 80 y 100 botellas de leche. Casi
siempre iba acompañado de Víctor Zapata y sus hermanas que estudiaban en la
escuela.
Trabajó
como llanero de a caballo en varios hatos: “Campo Alegre”, “Santa María”, “La
Trinidad”, “Flor Amarillo”, “Palo Quemao”, fue compañero de faenas de Abelardo
Villegas y Víctor Zapata.
Recuerda
con mucho cariño a Flor Araujo y Juan Montoya que fueron como unos padres, y
además sus vecinos.
Viajó
mucho en el arreo de ganados hasta El Baúl, donde los camiones recibían y cargaban
hasta mil toros rumbo a “La Romana” de Valencia. En el gobierno de Luis Herrera
fue contratado como vacunador y en el hato “Campo Alegre” logró vacunar 12.000
reses, y en 32 días de trabajo sacrificaron para la carne de la peonada 16
terneras.
Sus
estudios escolares fueron pocos, pero la escuela de la vida le enseñó lo
necesario para llegar a una vida digna y noble.
Jueves, 12-09-2019
Zordy Rivero, Cronista
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